Finalmente, todo indica que la 4T empezará a usar la palanca de reversa, al menos en materia de seguridad. Durante años se le insistió al gobierno obradorista en que su estrategia de militarización no era la adecuada y ahora solamente vemos un crimen organizado empoderado, prácticamente impune y, lo peor, más violento que nunca. La presidenta Sheinbaum desde luego no lo aceptará, pero la verdad ha hecho caer en añicos el andamiaje que se construyó con una pesada carga para el erario, al crear grupos paramilitares, o de plano militares, aunque vistan de blanco, con el fin de acabar con la “corrupción” y desaparecer a la Policía Federal. En esto último cabría decir, que tenía razón y sentido, ya que la policía que tenía a su mando directamente el gobierno de la República estaba infestada de vicios y componendas. Empero, aniquilarla no era el paso sino corregirla y convertirla en una corporación eficaz y de servicio. En otras palabras, ¿para qué entonces desaparecieron a la PF si la recreasen nuevamente, de cualquier modo, pero quizá con distinto nombre?
La Guardia Nacional, sin agraviar su utilidad, hasta ahora ha dado resultados que no concuerdan con las expectativas y menos aún con el presupuesto invertido. Simplemente hubiera sido más sencillo que la Sedena (hoy llamada por decreto “Defensa”) sumara más elementos y ya. El hecho es que sólo aparece en hechos consumados, rara vez actúa con el carácter preventivo necesario, no sabe coordinarse con las policías locales y finalmente está bastante lejos de resolver los problemas que aquejan a la población. Pero, como si fuera sacado de la chistera, aparece el presunto salvador de la situación, Omar García Harfuch, quien a falta de facultades realmente ejecutivas, ahora busca retomar el mando de policías que se denominarán “investigadores”, con potestades ministeriales, cosa que no debe tener muy contentos ni al Fiscal de la República, Alejandro Gertz Manero ni a la titular de Gobernación (sí, sí existe y hasta dicen que despacha en Bucareli y no solo hace presencia en los actos cívicos), Rosa Icela Rodríguez.
Las situaciones dadas en este primer lapso del nuevo gobierno son en extremo preocupantes. La incidencia delictiva no baja para nada y cada vez se va “normalizando” el crimen espectacular del día. Hoy en Tabasco, mañana en Sinaloa (para variar), luego en Guerrero, para seguir en Querétaro, etcétera, como paso en el lapso de únicamente un fin de semana. Y lo francamente inquietante es la respuesta de las autoridades. En la terrible matanza de Chilpancingo, a la gobernadora, que supuestamente despacha en esa ciudad capital de estado, Evelyn Salgado, canta a voz en cuello “Si nos dejan”, inspirada tal vez como Nerón en las llamas que incendian su estado. Su respuesta: guerra sucia, campaña negra, según apunta su progenitor y evidente poder tras el trono, Macedonio Salgado. ¿De veras se la creerá así la señora presidenta?
No es de dudar que la instrucción, como pasó en el sexenio anterior, es la de negar, ocultar, cambiar la escena, desacreditar la información “negativa” para el gobierno. Vamos, al grado de que lo que sucede en Sinaloa, donde se tuvieron que cancelar espectáculos, la feria ganadera, el palenque, etcétera, como consecuencia de la ola violenta que no deja de mantener casi en el terror a sus habitantes, su gobernador, Rubén Rocha Moya (del cual no entiendo su permanencia) también aporta su respuesta: nadie tiene la culpa como los narcocorridos. Hágame usted favor. Todo avanza, añade, el beisbol sigue y otras linduras aseguró uno de los más fatídicos gobernadores que ha tenido esa entidad, y vaya que los ha habido y de qué tamaño.
No obstante, para la presidenta Sheinbaum el asunto sigue siendo objeto del mismo tratamiento: “ir a las causas” y hasta va a ir con los demás integrantes del “grupo de los veinte”, nada menos que a llevarles la solución mágica: “sembrando vida”. Vaya, hay que reconocerlo, mucha valentía para ir con ese cuento chino que le funcionó a López Obrador para para resolver, según él, entre otros el empleo, la producción y los flujos migratorios en otros países. Nada de eso pasó. Todo ello, a fin de cuentas, no ayuda en nada y a la presidenta no le espera mucho tiempo para empezar a tener que dar respuestas objetivas como las que ya amenaza Donald Trump cumplir en cuanto asuma el mando.
No hay duda: Jalisco también tiene un problema también preocupante en materia de seguridad, Por ello, hay que confiar en que el equipo de Pablo Lemus trabaja ya en la formulación de un programa y una estrategia más eficaz, incluso de coordinación con el nivel federal, pero apegado a la realidad y a las necesidades de la entidad. Todos lo necesitamos, todos contamos con ello.