El zapatismo y la 4T

Monterrey /

Las revoluciones son como rompecabezas. Piezas que, si se unen correctamente, conforman un todo comprensible bajo una misma causa. El aire de los tiempos es lo que suele dibujar la imagen en la que confluyen estos diversos pedazos. Es el caso, por ejemplo, de las oleadas democratizadoras.

Son quizá las décadas de separación las que han hecho que dos piezas que deberían encajar en el rompecabezas de la izquierda mexicana no solo no embonen, sino que se repelan. Me refiero al Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el movimiento que Morena gestó bajo el liderazgo de López Obrador y que ha propuesto continuar Claudia Sheinbaum, conocido como la Cuarta Transformación.

Por supuesto, el que ambos se autoproclamen de izquierda no basta para emparentarlos. En cambio, la declarada prioridad por los más pobres tendría que haber sido un hilo conductor evidente entre los dos. No ha sido así. Durante el gobierno de López Obrador, las críticas por parte del zapatismo fueron agudas, y el entonces presidente, fiel a su estilo, lo señaló.

En el marco del 31 aniversario del levantamiento armado en Chiapas, la presidenta Sheinbaum se mostró más cautelosa, aunque también ha sido receptora de las críticas del otrora subcomandante (hoy capitán) Marcos. Particularmente, el zapatismo ha sido crítico de la militarización, a lo que la Presidenta ha respondido en el sentido de que somos un país democrático en el que también caben quienes mantienen, desde mediados de los noventa, el control sobre algunos territorios chiapanecos.

La verdad es que si la decisión de que son “primero los pobres” une a ambos movimientos, las herramientas para hacerlo posible son bastante distintas. Mientras la gran apuesta de la 4T han sido las transferencias económicas, el zapatismo se sustenta en el cooperativismo como forma de cambiar las relaciones económicas. El éxito electoral de la primera alternativa salta a la vista, pero complementarla con la segunda creo que la enriquecería y la dotaría de una visión de largo plazo. Pero parece que las décadas que los separan impiden que el aire de los tiempos dibuje un objetivo similar para estas piezas de rompecabezas que se niegan a unirse.


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