La educación superior ha resultado un buque demasiado grande al que le toma tiempo hacer virajes. El entorno que cambia de manera vertiginosa se convierte así en un mar difícil de navegar para una oferta de carreras que sigue apostando por la presencialidad, los períodos largos de estudio y los horarios inflexibles. Simplemente garantizar los desplazamientos que ello exige, sumado a las horas dedicadas completamente al estudio, la vuelven una inversión muy costosa. Si a ello sumamos cuotas o colegiaturas que pueden resultar inalcanzables para gran parte de la población, tenemos ya suficientes obstáculos para quienes buscan estudiar una profesión.
Pero a ello hay que sumarle el que es quizá el más grave de los contra incentivos para ir a la universidad y que consiste en que cada vez es menos capaz de constituir un factor de movilidad social. Entre otras cosas, justamente por esa rigidez que le impide adaptarse rápidamente a las necesidades cambiantes del mundo laboral.
Y, si bien es cierto que hay personas que estudian una carrera universitaria por el placer de aprender, la realidad es que la inmensa mayoría lo hace en busca de una mejor situación laboral y financiera, objetivo que no necesariamente queda cubierto tras los cuatro, cinco o más semestres que dura la formación.
Todo ello lleva a que el sistema de certificaciones cobre una enorme relevancia. Explicado de forma simple, un proceso de certificación consiste en contar con un aval oficial de que se poseen determinadas competencias, casi siempre referidas a la posibilidad de desempeñar un determinado cargo o profesión.
La entidad que en México está a cargo de expedir dichas certificaciones y de acreditar instancias certificadoras es el Consejo Nacional de Normalización y Certificación de Competencias Laborales (Conocer), y el catálogo de estándares de competencia que certifica es tan amplio como el abanico de oficios que existen en el país.
Frente a la rigidez de la educación universitaria, la certificación competencial aparece como una alternativa que, sobre todo, abre opciones a quienes su circunstancia les impidió contar con un respaldo oficial a sus aspiraciones, habilidades y experiencia.