Melanie y Ericka: “Demasiado tarde”

Tamaulipas /

“¡Perdón por decirte que un golpe no era excusa para solicitar el divorcio! – dijo María, besando la lápida de su hija”, microcuento “Demasiado tarde” de Catalina Uribe que resume el feminicidio de Ericka Jazmín, joven madre que murió frente a sus hijos, atropellada intencionalmente por Florencio, su esposo, el pasado 7 de noviembre, en Matamoros, Tam.

En solo 21 palabras, se exponen las graves consecuencias de normalizar la violencia de género. Un caso que recrea esta corta historia es el de Melanie, la joven del sur de Tamaulipas, cuyo novio destrozó su rostro a golpes; en el cual se identifican las tres fases del círculo de la violencia machista: tensión, explosión y calma o luna de miel:

1.- “Fase de tensión”. La madre de Melanie describió esta fase de la siguiente manera: “Mi hija siempre me negó todo. Yo veía que traía moretones, me decía que se raspó, que se golpeó y otras versiones, pero yo como madre sabía que las cosas no estaban bien; pero cuando uno es victimizada, tienes el temor de hablar.

“Lo que callamos las mujeres, pero esto ya fue lo que detonó todo lo que lo que le sucedió a mi hija”.

Una escalada gradual de la tensión donde la hostilidad del agresor va en aumento sin motivo aparente.

En un primer momento, las agresiones se presentan como fenómenos aislados, en los que la víctima cree tener el control y que no ocurrirán nuevamente.

Sin embargo, la tensión aumenta y se acumula en el agresor, ya que sus creencias machistas le mandatan actuar para detener a quien le desafía, Melanie, a quien no tiene bajo control ni sumisa, como le dictan los estereotipos en la mente de macho.

2.- “Fase de explosión”. Es la agresión que le destrozó su cara, precedida por la acumulación de ira en el agresor, lo que explica la brutalidad.

Un pequeño detonante fue lo único que Christian “N” necesitó para descargarse contra su víctima.

Estas “explosiones” aumentan de intensidad conforme el ciclo tiene más repeticiones, así como los tipos de agresiones como violencia verbal, física, sexual, económica, patrimonial, llegando hasta el feminicidio.

3.- La tercera fase es la calma o luna de miel, la cual se registra en el hospital, cuando el agresor pide le permitan darle un beso a Melanie.

Aquí, el agresor puede mostrar síntomas de arrepentimiento y promete cambiar, apelando a que la víctima “lo comprenda”; mientras que, en la víctima aparecen sentimientos de vergüenza o culpa por “haberlo permitido”.

Las agresiones contra Melanie y el feminicidio de Ericka Jazmín muestran el peligro de la masculinidad tóxica que justifica la violencia basada en estereotipos y roles de género que les mandatan exigir obediencia y sumisión de las mujeres, niñas, niños, adultos mayores y personas que estos “machos” identifican como inferiores a ellos.

Reconocer el ciclo de la violencia machista es clave, pues cada signo ignorado puede ser el preludio de una tragedia. Cada “moretoncito” o “cosita rara” que dejamos pasar, puede tener consecuencias fatales.

No podemos permitir que otras madres y padres vivan el dolor de saber que “intuían” algo y no actuaron a tiempo.

No obstante, los casos de Melanie y Ericka nos recuerdan que, para muchas mujeres y sus familias, ya es “Demasiado tarde”.


  • Nohemí Argüello Sosa
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