La hora más oscura de México

Edomex /

Algunos están confundidos moralmente. Una escritora y conductora de televisión divulga públicamente que cometió cohecho con un juez federal, y su razonamiento es que eso prueba la corrupción judicial, y por ende, justifica la reforma judicial que pone en riesgo la división de poderes de la República mexicana. Cuando se le cuestiona a la escritora el haber haber cometido el delito, guarda silencio, un silencio de rampante impunidad.

Jueces se ciñen a la Constitución y a la Ley de Amparo y, valientemente, alzan la voz con motivación y fundamento jurídico en contra de la Reforma Judicial reciente… y son sujetos a investigación por parte de la Fiscalía General de Justicia por presunta extralimitación de sus funciones.

La presidente de México afirma en conferencia de prensa que había muy pocos homicidios en Sinaloa antes de la captura de El Mayo Zambada, con lo cual implícitamente acepta que aquella paz que ahora se extraña existía cuando el narcotraficante operaba impunemente…

Una niña es acusada de homicidio de su propio recién nacido, producto de una violación, mientras el agresor sale de la cárcel sin que pese sobre él ningún cargo…

El país de leyes y el Estado de Derecho que durante muchos años se construyó con la lucha de miles de personas desde todas las trincheras del pensamiento crítico; ellas, quienes protestaron e incluso dieron sus vidas por el establecimiento de una República federalista y democrática, municipalista y plural, hoy son víctimas de anatemas por quienes fueron sus compañeros y compañeras de lucha. ¿Cuánto se le reconoce hoy a los líderes ferrocarrileros, los estudiantes del 68, los maestros rurales, los campesinos organizados, los intelectuales orgánicos y los artistas de la vanguardia, el haber construido este país que hoy se degenera en una confusión moral inducida por poderes fácticos ajenos a las instituciones?

De ese país hoy pocos tienen memoria, ocupados en contar los restos encontrados en fosas clandestinas y túneles de horror por donde escapan la dignidad y la esperanza de un país soberano, capaz de crecer sin los lastres de la corrupción y la mentira, en el contexto de una sociedad polarizada, con el desánimo de saber que ni la educación pública será el faro que nos conduzca a la salida de esta crisis moral profunda y, hoy por hoy, interminable.

Si México está en su hora más oscura, depende de todos, en su diversidad de ideas, conducirlo hacia la luz del desarrollo, pero en concordia, no en rivalidad; en paz, no con violencia. Sí podemos.


  • Porfirio Hernández
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