En algunos de los indicadores más importantes, Cemex no parece haber cambiado mucho en los últimos 10 años.
En 2014, cuando Fernando González fue nombrado CEO, la gigantesca cementera global vendería 15 mil 700 millones de dólares. Diez años más tarde esta cifra habría avanzado apenas 3%, a 16 mil 200 millones. El número de empleados se mantiene casi igual (44 mil 241 hace 10 años vs. 44 mil 500 ahora) y el margen operativo avanzó apenas 10%, a mil 828 millones de dólares. Pero esto no es la película completa.
En muchos sentidos, el Cemex de hoy es muy distinto al que recibió González después de que falleciera Lorenzo Zambrano.
Uno de los cambios más significativos es su nivel de deuda: de deber casi 16 mil 300 millones de dólares en 2014, ahora debe 6 mil 700. Esto es muy trascendental, pues implica que finalmente mejoraron su calificación crediticia hasta recuperar el grado de inversión, lo que les permite mejorar el costo del dinero y tener mayor flexibilidad financiera.
Por otro lado, ese Cemex de 2014 tuvo una pérdida anual de 424 millones de dólares. El de 2024 generó una utilidad de 960 millones.
La realidad es que cuando Fernando González y Rogelio Zambrano tomaron las riendas de Cemex, el primero como CEO y el segundo como presidente del consejo, la empresa estaba en un estado crítico. Después de una etapa de intenso crecimiento y, en general, de mucha agresividad, ahora se encontraban con que el nivel de deuda era insostenible, la organización estaba sobreextendida por todo el mundo, los gastos (y sueldos) estaban fuera de control y la empresa perdía credibilidad.
A lo largo de los siguientes 10 años hicieron una serie de cambios muy profundos. De entrada, González ha venido liderando un proceso de desinversión y de reenfoque: vendieron las operaciones que tenían en países más bien emergentes, para mejor concentrarse en mercados más maduros. La idea es que esto tendrá un impacto positivo en su rentabilidad.
Por otro lado, están apostando fuertemente en todo lo relacionado con sustentabilidad, al grado incluso de lanzar varios productos y negocios nuevos que aprovechan conceptos como circularidad para generar valor. Y sí, son también iniciativas que debieran mejorar sus niveles de rentabilidad.
Hablando con personas cercanas a Cemex, coinciden en que el legado de Fernando González será haber estabilizado a la empresa en un momento muy complicado, haber redirigido la estrategia para adecuarse a una nueva realidad, y sobre todo, haberle inculcado a la organización una cultura de disciplina y de enfoque a la ejecución.
El gran pendiente sigue siendo reflejarle esa generación de valor a los accionistas. Aún y cuando es hoy una empresa menos endeudada y técnicamente con mejores resultados, su market cap está por debajo del que tenía en 2014 (y muy lejos del que llegó a tener en 2007).
Se cierra una etapa. Viene una nueva, y quienes conocen a Jaime Muguiro me dicen que no solamente es alguien que conoce muy bien a la empresa, sino que es también una persona inteligente, creativa, sociable. Entre los actuales ejecutivos —según me comentan— es quien más recuerda a Lorenzo Zambrano. ¿Será? Pues está recibiendo una empresa sana, enfocada y eficiente —una buena plataforma para regresar al crecimiento.