La semana pasada reportó Arca Continental. La regia está más grande y más internacional que nunca: vendió 237 mil millones de pesos y menos de la mitad de esto lo generó en México. Como contexto, hace 10 años nuestro país aportaba casi 70% del negocio y sus ventas no llegaban a los 62 mil millones —o sea, creció casi cuatro veces en una década.
Si nos vamos más para atrás, el crecimiento sorprende aún más. En 2001 era una empresa de 13 mil millones de pesos y 99% de esta cifra venía de vender bebidas en México. Prácticamente todo eran Coca-Cola o refrescos de sabor; el agua y todo lo demás apenas superaba 2% de las ventas.
Procor, de la familia Barragán, era un muy importante embotellador de Coca-Cola basado en Monterrey. Pero todo comenzaría a cambiar precisamente ese año: en 2001 se fusiona con Arma, de la familia Arizpe (Saltillo) y Argos, de la familia Fernández (Chihuahua). Diez años más tarde se fusionan con Grupo Continental (familia Grossman).
Antes, en 2003, Luis Lauro González Barragán y Eduardo Elizondo —ambos parte de la familia Barragán— le habían “echado el ojo” al entonces director general de Sigma, Francisco Garza Egloff. Lo convencieron de unirse como CEO de Arca.
Arrancó así una historia de crecimiento y de generación de valor como pocas. Su market cap pasa de unos 16 mil millones de pesos en 2002 a casi 350 mil en 2025 (y habría que considerar además los miles de millones de pesos que la empresa repartió en dividendos a lo largo de esos años).
Hoy la empresa está más diversificada. Por volumen, el agua y las bebidas no carbonatadas representan 30%. Venden también bebidas alcohólicas (como seltzers) y tienen varias marcas de botanas. Su apuesta por Estados Unidos va muy bien: cuando recién compraron una embotelladora en ese país, hace seis años, los márgenes de ese negocio estaban en 12.5%. En el último trimestre de 2024, el margen ebitda se quedó a nada de llegar a 19%.
Luego está la historia de Topo Chico. Después de que Arca comenzara a posicionar la marca de agua mineral en Estados Unidos, en 2016 llegó The Coca-Cola Company y les pagó 80 millones de dólares para quedarse con los derechos de distribución de la marca en México, Perú, Ecuador y Argentina. Menos de un año más tarde, Coca-Cola Company terminaría comprándoles la marca completa en una transacción de unos 220 millones de dólares. Arca seguiría embotellando el agua en Monterrey, pero Topo Chico pasaba ahora al portafolio de marcas de Coca-Cola.
Las familias Barragán, Grossman, Fernández y Arizpe mantienen el control por medio de un fideicomiso. Entre las cuatro familias deben tener alrededor de 67% de las acciones, otro 25% estaría distribuido entre el público inversionista y el 8% restante es propiedad de The Coca Cola Company.
¿Qué sigue? Pues está el siempre presente rumor de la posibilidad de fusionarse con Coca-Cola Femsa. Las dos embotelladoras mexicanas son ya de por sí de las más grandes del mundo; juntas serían una organización que representaría cerca de 20% del volumen total de Coca-Cola a nivel global. Este deal tiene años discutiéndose. ¿Podría suceder? Quién sabe.
Por lo pronto, la historia de crecimiento y evolución de Arca Continental es una que creemos que vale la pena conocer. Es uno de esos casos, a veces no tan visibles, de empresas mexicanas que no solamente se vuelven muchísimo más grandes, sino también que se salen del país para crecer en otros mercados, y a la vez se vuelven organizaciones más sofisticadas y completas. Una gran historia de generación de valor.