Si septiembre fue un mes difícil para aproximarse a la pista, octubre puede ponerse intenso a la hora de aterrizar. Es falso que la transición haya sido un lecho de rosas, como también que las próximas semanas vayan a ser de calma chicha.
El peaje que en septiembre debió pagar Claudia Sheinbaum tuvo dos aduanas. Mientras la primera la cruzó con gran éxito, la segunda se caracterizó por fracturas importantes.
Si se valora el resultado político de su desempeño a partir del grado de unidad logrado dentro del movimiento que la llevó al poder, la calificación fue sobresaliente.
Cruzó el mes de la mano de su mentor, integró a todos los cuadros y liderazgos políticos que importan dentro del lopezobradorismo, mantuvo cohesionados a los gobernadores y cumplió con las promesas ofertadas a su base electoral.
Quienes le pedían a Sheinbaum que marcara distancia respecto de Andrés Manuel López Obrador no se hicieron cargo del riesgo político que habría implicado desestabilizar en el inicio de su mandato la embarcación que la hizo triunfar.
La segunda aduana, opuesta en casi todo a la anterior, es la que se integra por los ajenos a su movimiento, bien porque militan en otros frentes o porque la política no es su principal actividad cotidiana. En esta coordenada, tanto la oposición (política e ideológica) como los intereses económicos han hecho explícitos sus miedos y descontentos.
Solo a los inversionistas Sheinbaum les ha pedido confiar en ella y su futuro gabinete: afirma que, a partir de octubre, las incertidumbres habrán escampado.
Sin embargo, hay un evento que trasciende la capacidad de respuesta de la futura presidenta: la campaña de Kamala Harris lo llama el tequila tax. En estas palabras se resume el riesgo altísimo que podría implicar para la economía mexicana el triunfo de Donald Trump debido al discurso amenazante, repetido muchas veces, en contra del comercio bilateral. Lo que más alarma es la promesa de un alza general en los aranceles que rondaría entre un 10 y un 20 por ciento.
Zoom: Si Harris gana la Casa Blanca a principios de noviembre, la vida será más fácil para Sheinbaum y para México, de lo contrario más vale irse abrochando los cinturones porque a las incertidumbres internas habrá que sumar las que nos vendrán desde fuera.