Hace más de 35 años, Emilio Azcárraga Milmo, dueño de la televisora más grande de México, pronunció aquella frase imborrable de su biografía: “Somos soldados del PRI y del presidente”.
La selección de estas palabras, nada ambiguas, entregó significado a toda una época política. Del término soldado derivan dos características: ubicación en los últimos peldaños de la jerarquía militar y obediencia sin cuestionamiento al mando superior.
No hay nada de denigrante en ser soldado, aunque cabe inquietarse cuando este grado se saca de contexto.
Era difícil imaginar que una expresión tan percudida volvería a ocupar el discurso contemporáneo y, sin embargo, el jueves pasado dicho término regresó al ámbito de la política.
Los líderes del Poder Legislativo, pertenecientes a la mayoría gobernante, después de escuchar a la presidenta Claudia Sheinbaum en Palacio Nacional, se declararon “soldados de la cuarta transformación”.
Antes, el discurso de la mandataria había coincidido con los tonos cargados de disciplina y jerarquía: “la línea es clara y medios de comunicación, comentócratas, oposición, Poder Judicial, ministros y ministras no pudieron vencernos”.
La respuesta de las personas asistentes al encuentro fue un aplauso tronante de respaldo y unidad. Cerraron filas, como en otras épocas, alrededor de la línea política.
¿Cuál es la diferencia entre haber sido soldado del PRI y de la presidencia que serlo ahora de la cuarta transformación?
No es preocupante que la militancia de un partido abrace los principios y las directrices de su dirigencia, siempre y cuando tal cosa ocurra en el terreno de la política. El problema surge cuando los referentes se confunden al punto de utilizar de nuevo palabras como “soldado” para autodefinirse o, peor aún, asumir como sinónimo de enemigo expresiones como “oposición”, “medios de comunicación” o “periodistas”.
Con el soldado no es posible diferir, discutir, oponerse o siquiera cuestionar en voz alta: se le obedece o se asumen las consecuencias.
Zoom: Cuando disentir de la línea que el soldado está encargado de defender significa volverse enemigo del poder, es momento de preocuparse por el sitio al que, después de tanto orbitar, hemos regresado.