El arte de parir elefantes blancos

Ciudad de México /

Claudia Sheinbaum nos confirmó ayer que todo estaba listo para arrancar Olinia, una trifecta de automóviles eléctricos de bajo costo —entre 90 mil y 150 mil pesos cada uno— diseñados y armados en México “por talento joven”, otra de esas frases relumbrosas pero vacías que nos receta la T4 a cambio de su eterna falta de sustancia: es decir, si usted tiene 20 años de experiencia en Ferrari o 15 de jefe de ingenieros con BMW, pero ya rebasa las 45 primaveras, pues no, gracias, ni se moleste en meter aplicación.

Atendiendo las causas, la futura planta estará quizá en Sonora, pero nada es seguro, ni el dinero para su construcción, así que si usted ya se vio espérese sentado: la Presidenta afirmó que posiblemente el prototipo esté a finales de su sexenio, y el responsable del proyecto, Roberto Capuano, precisó así: “La meta es que lleguemos al partido de inauguración del Mundial de 2026 en el Estadio Azteca en un Olinia”.

Eso significa, en la realidad, que al flamante cochecito patrio quizá lo veamos, al triple de su presupuesto, cuando el emperador Chocoflán inaugure el mundial de juego de pelota a disputarse entre México, Belice, Honduras, Guatemala y El Salvador, justito después de la tercera presidencia de Andy y luego del interinato del kaiser Adán Augusto.

Guasas aparte, todo esto estaría muy bonito si no fuera porque, de entrada, no tenemos siquiera una adecuada red de electricidad para las necesidades más básicas, gracias a una política energética reformada por la muina del anterior presidente para ser obsoleta, cara e ineficiente. Pero nada de eso importa: es bien sabido que a los tlatoanis morenistas les encanta anunciar proyectos grandilocuentes a punta de saliva invencible. Si no bastaran los ejemplos de Dos Bocas, la Vacuna Patria o el AIFA, allí está calientito el caso de Mexicana de Aviación que, a casi exactamente un año de ser nacionalizada por López Obrador —es decir, comprada y subsidiada con nuestros impuestos—, y luego entregada al Ejército, como todo lo demás, fue glosada por el entonces presidente como la panacea de la transportación del pueblo alado. Antier ese Ícaro del bienestar anunció que, a partir de ayer, cerrará ocho de sus 17 rutas, y háganle como puedan.

Claudia Sheinbaum salió a decir que no le creamos a nuestros ojos y oídos, sino a ella: “Algunos de los aviones son rentados, entonces, tienen que renovar esa renta. Van a llegar nuevos aviones y se está haciendo una revisión como en cualquier empresa: cuáles son las rutas que tuvieron más pasajeros, cuáles las rutas que tuvieron menos”, afirmó, seguro sin darse cuenta de su rendición ante la mano negra del mercado neoliberal. La realidad es que en su corta vida Mexicana no voló ni a 400 mil personas. La ocurrencia nos costó 815 millones por su adquisición, más 20 mil millones ya solicitados por la Sedena para renta y compra de aviones, sin mencionar unos gastos de operación irrecuperables.

Pero no desesperéis, que al cabo ya vienen los Olinias, nuestros Ladas región 4, para resolver todas las necesidades de transporte del pueblo bueno, y arriba y adelante.


  • Roberta Garza
  • Es psicóloga, fue maestra de Literatura en el Instituto Tecnológico de Monterrey y editora en jefe del grupo Milenio (Milenio Monterrey y Milenio Semanal). Fundó la revista Replicante y ha colaborado con diversos artículos periodísticos en la revista Nexos y Milenio Diario con su columna Artículo mortis
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