Primero los cubanos

Ciudad de México /

En el apogeo del covid las salas de urgencia mexicanas pudieron constatar que los médicos cubanos, llamados por López Obrador para atender la emergencia, batallaban para hacer los más elementales procedimientos. A pesar de esto, lo que ahora se llama IMSS Bienestar desembolsó entre junio y octubre de este año más de 270 millones de nuestros pesos en choferes, hoteles y casas rentadas, en seguridad y tres comidas diarias para entre 4 y 40 médicos cubanos por cada estado, repartidos entre 16 estados de la República. Y eso sólo fue por prestaciones: el pago directo a la dictadura le mordió otros 472 millones a nuestros impuestos, saliéndonos cada invitado en alrededor de 50 mil pesos al mes. De esto, La Habana le paga a sus entenados apenas un 15 o 20 por ciento, que pueden cobrar una vez que regresan a la isla. No fuera a ser.

En 2018, un año cualquiera antes de la pandemia, La Habana recibió casi 8 mil millones de dólares por la renta de esos médicos, que en el resto del mundo son tratados con mucho menos deferencia que en México y que no pueden negarse a ser enviados, digamos, a combatir el ébola en África o el cólera en Haití en las peores condiciones. Al día de hoy, con la economía destruida por décadas de corrupción y de mal gobierno, esta servidumbre forzada es el producto de exportación más grande y más redituable de la isla.

Uno de sus principales consumidores es Venezuela, que los adquiría a cambio de petróleo para usarlos descaradamente como cuña política y electoral: las irregulares habilidades de los isleños no importaban cuando se les empleaba para ir puerta por puerta, por las barriadas más pobres y los poblados más remotos, a avisarle al pueblo chévere que, si no votaba por los candidatos de Maduro, se quedaría sin apoyos. Saqueado allí hasta el último pozo entró al quite López Obrador, quien, en 2023, en franco desafío a las normas del T-MEC, pagó con nuestro petróleo casi 5 millones de dosis de la inservible vacuna Abdala y más de 3 mil 500 galenos cubanos que llegaron a México justo antes de la temporada electoral. Y no se fue sin antes amarrar a otros 5 mil más, para la regencia.

Olvídense de que con el oneroso canje se apuntala a una de las peores dictaduras del planeta. Lo que verdaderamente calienta es que ese trato se da en el marco de nuestra Dinamarca región 4, donde nuestros médicos se ven forzados a tomar las calles porque tienen desde el sexenio pasado de no recibir sus sueldos a tiempo, si es que los reciben. Donde, los que pueden, se ven obligados a comprar con su propio dinero sus cubrebocas, batas y guantes. Donde la Secretaría de Salud enfrenta un recorte de 30 mil millones de pesos, y donde la semana pasada el director del Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez, otrora una de las joyas de la corona de nuestro sistema de salud, acaba de enviarle una carta a la Presidenta porque el hospital no tiene medicinas, materiales de curación, recursos para mantenimiento ni dinero para contratar personal o siquiera para comprar comida para sus empleados.

Esas venas abiertas nos están saliendo ardiendo.


  • Roberta Garza
  • Es psicóloga, fue maestra de Literatura en el Instituto Tecnológico de Monterrey y editora en jefe del grupo Milenio (Milenio Monterrey y Milenio Semanal). Fundó la revista Replicante y ha colaborado con diversos artículos periodísticos en la revista Nexos y Milenio Diario con su columna Artículo mortis
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.