La expectativa que creó el conocimiento del primer presupuesto de la actual administración federal era mayúscula, principalmente porque haría evidente lo que sistemáticamente se negó durante todo el gobierno de AMLO, que lo que se hacía en su gobierno se realizaba sin adquirir ninguna deuda.
Aunque nadie lo creía su insistencia en los otros datos y el discurso de todos sus allegados y admiradores de repetir la falacia que no habría deuda en su administración, por fin muestra su verdadero rostro.
Muchos rubros sufrieron disminución en su presupuesto y es obvio que la deuda crecerá para mantener los programas de becas y pensiones que comprometen casi el 25% del dinero por recaudar, bienestar por un rato a cambio de sacrificar a las generaciones futuras y el desarrollo de infraestructura que alentaría la llegada de inversiones y capitales, aplicables a la productividad y generación de riqueza.
Los coahuilenses sabemos de eso porque los últimos tres sexenios, amén de haber estado hasta hace un año el gobierno en manos de una camarilla, vivimos los efectos de una enrome deuda que imposibilita hacer obras de gran envergadura para impulsar el desarrollo de la entidad, obras que no existen para explicar el brutal endeudamiento y el destino de los dineros que enriquecieron a unos cuantos.
Habremos de agregar que el grupo en el poder pertenece a un partido contrario al partido dominante en la república y el cual tiene el propósito de instalar sus reales en Coahuila, razón por la cual tiene el pretexto para castigar el presupuesto federal para nuestro estado por doble vía, según su razonamiento, impedir el afianzamiento del PRI eliminando recursos para su operación, y evitar que los robos continúen.
El dilema es entonces, o pagamos la deuda y no haremos sino remedos de obra pública, o castigamos a los ladrones y recuperamos el dinero malversado que algo aliviará el castigo presupuestal de la federación.
El resultado estaría a la vista, la ciudadanía aplaudiría se hiciera justicia, se recuperaría la confianza en el partido y se fortalecería nuestra política para hacer valer nuestra soberanía, incluyendo revisar si el pacto federal aún nos conviene, buscando alianza quizá con Chihuahua a quien también castigan con severidad presupuestal para doblegarlo. Se requiere decisión.