En 16 días iniciará un nuevo gobierno que amenaza ser continuidad del que por seis años se encaminó a destruir las instituciones que los partidos políticos crearon para permitir que la ciudadanía vigilara el quehacer especialmente del ejecutivo en materia de rendición de cuenta y transparencia, en afán de combatir la corrupción y la impunidad, independientemente de la orientación del régimen inaugurado con la Constitución de 1917 la cual reivindicó lo que se llamó la justicia social en el marco del nacionalismo revolucionario que fue tomando forma al aplicarse principalmente el espíritu de los artículos 3o, 27 y 123, constitucionales.
El partido que derivó de la Revolución dentro de sus propios ajustes desembocó en el PRI, este y los dos anteriores dominaron hegemónicamente a pesar de la existencia de otros partidos un tiempo clandestinos y luego reconocidos institucionalmente, que eran marginalmente escuchados, la hegemonía se sentía ligera porque tenía como referente a la Revolución Mexicana y el nacionalismo derivado de ella, se le llamó la dictadura perfecta porque no atentó contra la república y la división de poderes, organización política e ideológica heredada desde la independencia.
El cambio de brújula la propició Salinas cuando impuso la globalización económica conocida como neoliberalismo que alejó la acción del gobierno de las reivindicaciones revolucionarias.
Esa inconsecuencia generó paulatinamente descontento que aprovechó AMLO quien fincó su campaña en el discurso original del PNR, PRM y PRI.
Lo planteó como promesa, llegó al poder y fue otra vez la inconsecuencia; prometió combatir la falta de ingresos y recursos productivos suficientes para garantizar la vida, el hambre, la mala salud; el acceso limitado a la educación, la falta de vivienda y vivienda inadecuada; la inseguridad; y la discriminación y exclusión social.
Todo eso lo canjeó por reparto de dinero en un esquema populista y un discurso mentiroso porque su actuación se sostuvo en el endeudamiento interno, emulando a otros países que tienen con qué sostener tales políticas:
México tiene un PIB per cápita de 10 mil dólares; Suiza 89943, EEUU 65020, Países Bajos 50100.
¿Cómo le hará Claudia con una deuda interna de dos y medio billones de pesos, y con un gobierno rumbo a la tiranía y la dictadura real?