Los humanos tenemos diferentes modos de comunicarnos, las miradas, las caricias, las ausencias y presencias, pero sin duda el más evolucionado es el lenguaje; la lengua materna es de los primeros elementos de identidad.
Recuerdo una película de Mastroianni quien, regresando a Sicilia, notó que su madre, lo evitaba y al preguntarle la razón, le respondió, más o menos: “ya no eres siciliano estás hablando italiano”, captó con ello que casi le había dicho “ya no eres mi hijo”.
El lenguaje es también factor de pertenencia y evolución cerebral.
El descuido de nuestra educación por enseñar formalmente el castellano nos hace más vulnerables a la imitación e incluso a la colonización cultural.
Se ha sabido por investigaciones que nuestros jóvenes han disminuido considerablemente su vocabulario; me recordó el hecho al estar corrigiendo la letra de una canción en la cual no atinaba a expresar la idea que quería comunicar; me faltaban palabras.
Así pensando, dirigí la mirada al librero y descubrí un texto grande, de hojas tamaño carta, de 1207 páginas, impreso en letra de 10 puntos; exacto lo que necesitaba, el Diccionario de Mexicanismos de Francisco J. Santamaría. Tabasqueño, maestro normalista, exgobernador de su estado, único sobreviviente del crimen de Huitzilac, perpetrado por Obregón para eliminar a Serrano su contrincante político; hecho donde por cierto murió el poeta coahuilense Otilio González.
Continuador de la obra de Joaquín García Icazbalceta quien escribió el Vocabulario de Mexicanismos, pero llegó hasta la letra G.
Dos investigadores del castellano en México, de otros muchos que han trabajado en el léxico de sus respectivos estados: González Peña, Alfonso Junco, Darío Rubio, Alfonso Reyes, Alberto M. Carreño, y desde luego los dos únicos coahuilenses que hasta la fecha han pertenecido a la Academia Mexicana de la Lengua: Artemio del Valle Arizpe y Julio Torri Máynez.
Recuerdo que cuando llegué a Torreón escuché que usaban dos palabras raras para la población: axquel y moyote, surgiendo la pregunta, ¿cómo es que aquí, usan estos vocablos provenientes del náhuatl?
Sobre todo, porque en la región solo en Viesca hubo hablantes del náhuatl; tlaxcaltecas llegados de Parras en 1731, sin embargo, palabras no usadas ni en Saltillo ni en Parras. Es necesario investigar.