En política la comunicación es esencial, a través de ella los entes que ostentan el poder entran en contacto con las masas a través de peroratas que buscan ser discursos que intentan contener la esencia de los objetivos y propósitos de un partido o corriente política; ideología y filosofía o viceversa que soporta y orienta las acciones presentes o futuras necesaria y suficientemente congruentes, coherentes, pero desgraciadamente no siempre verdaderas o auténticas.
Habrá que estar alertas para identificar lo latente de lo aparente, el fondo verdadero del decir y el hacer.
Así en México acabamos de pasar un gobierno experto en el camuflaje, que se decía de izquierda cuando era populista, que se calificaba de democrático cuando era autoritario, unilateral e intolerante, que se aparecía como republicano cuando era proclive al centralismo autocrático.
Con esa esencia de fondo se preparó el terreno; detrás del discurso de una justa mejora de los ingresos del pueblo, ciertamente hecho a un lado por los anteriores gobiernos, repartió dinero en becas y pensiones, paliativos que disfrazaron la verdadera intención: la compra de voluntades para asegurar la continuidad que permitiera realizar los verdaderos objetivos.
México una República que se dio en la realidad tres poderes independientes, que impidieran la concentración del poder en uno, para asegurar la vida democrática equilibrada, se vio violentado por un poder ejecutivo que consiguió a través del dinero el sometimiento incondicional del otro poder, instrumentos ambos para la compra de las votaciones, logrando su objetivo.
Con una votación mayoritaria a su candidata, ahora asegura que ese voto también significó que se fuera contra el poder judicial, quien vigilando los atroces procedimientos para violar la Constitución les estorbó sus objetivos, actuación conforme a la ley.
Así repito, bajo la falsedad que ese voto popular también fue para atracar al poder judicial, hoy en carrera hacia la dictadura están eliminando la posibilidad de equilibrar el abuso, y los diputados y senadores se colocan por encima, al proponer leyes que no impidan el despotismo de su fuerza.
Esto lo sufrió Juárez, por eso la Constitución del 17 insistió en el equilibrio de poderes, lo que hoy tratan de destruir.
Esto es lo latente de su discurso y acción.