Gustavo Gutiérrez y la teología de la liberación

Jalisco /

El pasado martes 22 de octubre falleció Gustavo Gutiérrez-Merino Díaz, indígena quechua, peruano, sacerdote, teólogo, miembro de la Orden de los Predicadores (dominicos), referente fundamental en la teología de la liberación. “Un hombre de Iglesia, que supo estar callado cuando tenía que estar callado, supo sufrir cuando le tocó sufrir, y supo llevar adelante tanto fruto apostólico y tanta teología rica”, dijo sobre él el papa Francisco en un mensaje luego de enterarse de su fallecimiento (ver: https://bit.ly/3YItcQU).

Comenzó a ser referente en 1972 con su obra “Teología de la Liberación. Perspectivas” (ver: https://bit.ly/3YCorbp), en la que recoge, al vivir con y escuchar la teología de “abajo”, teología de mujeres y hombres en pobreza, sometidos a violencias estructurales. Teología como reflexión y disciplina que parte de la realidad para buscar respuestas y rutas en Dios, no a la inversa, que parte de magisterios, de enseñanzas. Liberación planteó, no el desarrollismo (concentración de capital) que se promovía entonces desde el vecino Estados Unidos.

Gustavo, a quien como estudiante conocí y escuché en un Congreso Internacional de Teología en el Centro Universitario Cultural, conducido desde hace años por dominicos a un costado de Ciudad Universitaria de la Ciudad de México, identificó de otro dominico, Melchor Cano (1509-1560), a partir de su obra “De Locis Theologicis” (De los lugares teológicos), el “lugar teológico” evangélico: el de los pobres que necesitan, buscan y trabajan por su liberación.

Gustavo redescubrió a los pobres en comunidad y pueblo, y los puso en el centro como “locus theologicus”.

Se alimentó como Consultor teológico en la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano de Medellín -CELAM- (1968), donde se formuló y él desarrolló la “opción por los pobres”, que luego, con Juan Pablo II en la III CELAM se asumió en el magisterio y adquirió “carta de ciudadanía teológica” como “opción preferencial por los pobres”, pero para señalar que esa opción no sería exclusiva.

La teología de la liberación, para entonces, estaba en máximo desarrollo, impulsando procesos de liberación en las comunidades y abriendo nuevas rutas de reflexión teológica, provocando con Joseph Ratzinger, entonces prefecto de la Congregación (hoy dicasterio) para la Doctrina de la Fe (antes Santo Oficio), la intervención vaticana con instrucciones doctrinales sobre la teología de la liberación, aunado a la intervención en  algunos teólogos, como Leonardo Boff, OFM, Jon Sobrino, SJ, y el propio Gustavo, a través del Episcopado Peruano (ver: https://bit.ly/3A6kiTM y https://bit.ly/4f1fhed.

Con Gustavo, con mujeres y hombres, el “locus theologicus”, se canta así: “Vos sos el Dios de los pobres, el Dios humano y sencillo, el Dios que suda en la calle, el Dios de rostro curtido, por eso es que te hablo yo así como habla mi pueblo, porque sos el Dios obrero, el Cristo trabajador […]” (Canto de entrada de la Misa Campesina Nicaragüense. Luis Enrique Mejía Godoy. https://bit.ly/3YuhDLQ). 

  • Rubén Alonso
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