En los últimos días, la ex aspirante presidencial Xóchitl Gálvez sorprendió al anunciar la creación de un nuevo movimiento político que, más que buscar replicar los modelos tradicionales, pretende ser disruptivo, fresco y alejado de las estructuras de poder que tanto han irritado a los ciudadanos. Este nuevo proyecto, que se puede crear bajo el nombre de “Ya Estuvo Suave”, busca posicionarse como una alternativa a los partidos políticos establecidos, pero con una propuesta radicalmente diferente: no llamarse, en principio, un partido político. La intención es clara: romper con lo predecible, con lo que hemos visto una y otra vez en el panorama político mexicano.
Pero, ¿qué significa realmente este movimiento? ¿Es solo una nueva cara de lo mismo, o tiene el potencial de marcar una diferencia en la política nacional?
Por un lado, “Ya Estuvo Suave” se presenta con algunas ideas innovadoras que la hacen atractiva para un segmento de la población que se siente ya harta de los partidos tradicionales. La plataforma política de este frente, que aglutina a varias agrupaciones de la sociedad civil a través del Frente Cívico Nacional, tiene varios puntos interesantes, como la promesa de limitar el acceso a cargos de elección popular a quienes ocupen cargos directivos dentro del partido, y la apuesta por candidaturas jóvenes, menores de 35 años, lo que podría significar una verdadera renovación de rostros en la política mexicana.
Sin embargo, lo que se observa en la historia reciente es que, incluso los movimientos que nacen con una propuesta de cambio, han caído en los mismos errores. La familia Yunes y el ministro Eduardo Pérez Dayán son ejemplos de cómo incluso aquellos que parecían ser los grandes opositores al poder, terminaron cediendo ante él. El riesgo de traicionar sus principios siempre está latente cuando el acceso a los cargos públicos está en juego.
La diferencia que se quiere proponer con “Ya Estuvo Suave” es, sin duda, atractiva: es un movimiento que está buscando conectar con una sociedad cansada, que no encuentra en Morena una opción de cambio, pero que tampoco se ve representada en los partidos de la oposición. El reto que tiene por delante, sin embargo, es mayúsculo. El camino hacia la confianza de los ciudadanos es largo y sinuoso, y en este contexto de desconfianza generalizada, cualquier paso en falso puede ser fatal.
Por ahora, lo que queda es observar. El movimiento tiene todas las herramientas para atraer a un sector desencantado de la población, pero realmente dudo que pueda mantenerse fiel a sus principios y evitar caer en las dinámicas tradicionales de la política mexicana, eso solo el tiempo lo dirá.
Lo que es indiscutible es que, ante un escenario político donde la división y el hartazgo crecen día a día, la creación de nuevas opciones siempre será bienvenida. Pero por favor, no involucren a ex perredistas o a personajes como Gustavo Madero, para crear algo novedoso y que rompa paradigmas.