No es para celebrar, hacer fiesta o tirar pirotecnia, pero dentro de este resultado y eliminatoria frente a Honduras, que dicho sea de paso, es de las más flojas en los últimos 10 años, hay que destacar que se han encontrado otros jugadores mexicanos para la Selección, algunos han ratificado que no deben de dudar en ellos y otros que siempre deben de estar.
Bajo la presión y necesidad de un resultado, Aguirre tuvo que ir contra su propia esencia, contra su propio sello para encontrar una manera diferente de jugar y en donde México y los propios jugadores se sienten más cómodos.
Cuestionamos el porqué Cruz Azul era la base de esta Selección y hoy sabemos el porqué, al final, Aguirre decide de manera inteligente y adapta su equipo a lo que hace Cruz Azul en el torneo, al arriesgar ese rombo y jugar el 80 por ciento del juego en campo rival, independiente de la calidad del adversario, esta Selección hoy da motivos para confiar en un recambio en las alineaciones y otro en la manera de jugar y encarar los juegos sin importar el rival o la condicionante del marcador o la necesidad de goles.
México necesita de manera urgente una dosis de personalidad y carácter, un sello que vaya a acompañado de un estilo e idea bien defendida de juego, eso no lo han identificado los directivos que en año y medio suman tres entrenadores distintos, y sin generar o dejar el sello con el que el jugador, afición y dueños se sientan contentos y satisfechos.
Esta ausencia puede encontrar respuesta en el que para Javier Aguirre puede ser un experimento con ocho cambios de un partido a otro, pero además de calma le debe de dar una respuesta para lo que debe de hacer y jugar. México nunca debe de especular en la zona, sea local o visitante, México debe debe de imponer sí o sí, nunca especular y nunca esperar; ahora Javier Aguirre tiene una respuesta frente a sus ojos.
Mala “selección”
Independientemente del resultado, estos seis meses al frente de la Selección Mexicana, Javier Aguirre nos ha mostrado su poco conocimiento sobre el jugador mexicano, su forma de jugar enfrascada en el orden defensivo y poco espectacular, incluso, ni con la necesidad del resultado cambia o intenta ser un equipo propositivo, y lo más importante y por lo que se cortaron las dos procesos anteriores en Selección Mexicana: cero confianza en los jugadores de poca experiencia y una pésima capacidad de elegir, independientemente de la poca o mediana calidad de esta generación de futbolistas.
El entrenador mexicano no alcanza a vislumbrar una convocatoria con otros nombres y apellidos, va a lo “seguro”, con una lista que históricamente está relacionada con el fracaso, una generación que desde hace años ha convivido muchas más veces con la derrota que con la victoria.
Aguirre se niega a dejar algo más que un resultado a Rafael Márquez para después del 2026, no apuesta por caras diferentes que si bien es un volado, hoy es necesario en la búsqueda de una nueva Selección Mexicana.
Para muchos y me incluyo, no es la mejor camada de futbolistas, pero en ella hay jugadores que darían un poco más de lo ya visto, se ignora el hambre y el compromiso que puede rescatar y llevar como bandera en este año y medio que le resta de proceso, se ignora que después del Mundial en casa, el futbol seguirá y los rivales de la zona crecen y nuestro futbol decrece, estancado y cada día menos respetado.
Mientras no se quiten la venda de los ojos y comiencen a evaluar lo que hacen por su negocio y las decisiones que se tomen en torneo al mismo, las pongan a discusión y valoren que lo hacen mal, el futbol mexicano y esta Selección sufrirá en torneos sin importancia, en donde cada día se irrespeta más, y en las competencias de etiqueta no dejará de hacer el ridículo en cuanto al futbol, proyecto y presencia que desarrollan.
Sin duda, el peor momento del futbol mexicano.