Escribo esta columna el primer día de enero de 2025. Lo hago, primero que nada, agradecido porque la vida nos ha dado la oportunidad de ver el inicio de un nuevo año.
Qué increíble es este camino que, con el paso del tiempo, nos regala experiencias que cambian nuestra forma de ver y afrontar sus días, algunos muy claros, otros muy oscuros y demasiados con claroscuros.
Escribo estas líneas recordando el 2024 con fuertes sentimientos, pero creo que todos positivos; sentimientos que me llaman a reconciliarme con episodios de ese año y a agradecer todo lo vivido.
Es difícil hablar de un año, pensando que fue similar para todos. Son tan diferentes las vidas que vivimos aún en nuestra propia familia que intentar generalizar es perder la empatía que amerita cada caso.
Alguna vez leí que, si conociéramos la historia de vida de una persona, no podríamos evitar amarla. Como dijo Carl Rogers: “Ser empático es ver el mundo a través de los ojos del otro y no ver nuestro mundo reflejado en sus ojos”. Y eso hace toda la diferencia.
Entiendo que hay situaciones que causan profundo enojo e injusticia, y soy uno de los que siempre llama a buscar la justicia, pero sin dejar de buscar, de una u otra manera, el perdón que significa paz, y no el enojo, que acaba siendo un doble castigo para nosotros mismos por algo que hizo alguien más.
Si un propósito tengo este año es ver más con los ojos de las otras personas, escuchar más con sus oídos y sentir más con su corazón. Somos una especie tan compleja que, mientras juzgamos con toda fuerza una acción, disculpamos o defendemos la misma acción, en función de muchas variables, entre ellas, los afectos.
Hacer más grandes nuestras diferencias que nuestras similitudes ha traído al mundo grandes tragedias y ha causado sufrimiento a muchísimas personas. No somos ni seremos iguales, y no tomaríamos las mismas decisiones si no hemos vivido lo que han vivido las otras personas.
Habría que detenernos a considerar que el modelo de vida que ofrecemos expone a una gran cantidad de personas a situaciones verdaderamente reprobables que han marcado su camino y su ser.
Por eso, que este 2025, sea un año en el que busquemos comprender más que juzgar, donde tendamos puentes en lugar de muros, y nos comprometamos a ser más humanos. Nos tocó coincidir en este mundo por un tiempo; hagamos todo el bien que podamos.