Todos nuestros días, vivimos bombardeados con noticias, opiniones y una cantidad impresionante de contenidos en redes sociales. No es fácil vivir así.
La mayoría de esas noticias y una cantidad muy importante de las publicaciones en redes sociales tienden a ser negativas.
Y así nos enteramos de tragedias, de actos terribles cometidos por el ser humano, de maldad y de injusticias.
Nos informamos del presente y nos adelantamos a tratar de conocer millones de posibles escenarios si sucede una cosa u otra.
Lo que ahora mismo es noticia, pronto no lo será, y nuestra capacidad de asombro parece ir a la baja, mientras que las cosas que nos importan parecen durar muy poco.
Qué difícil se ha vuelto enfocarse en las cosas que son realmente fundamentales, procesar tanta información y mantener la salud mental.
Creo que la ansiedad, el estrés y la depresión son varios de los muchos costos que estamos pagando por el exceso de información.
Y en medio de este panorama tan complejo que no cambiará y que solo crece y se actualiza en formatos, lo único que nos queda es enfocarnos en lo que está en nuestro margen de acción.
Tenemos que identificar qué pasa por nosotros y desprendernos de lo que no; volvernos más responsables y, sobre todo, más conscientes de nuestras vidas, de nuestras decisiones y de nuestras acciones.
El mañana se construye hoy. Nuestro futuro y el de nuestros seres queridos se construyen hoy. Hacer conciencia de nuestra responsabilidad y de lo que nos toca hacer puede evitar una cantidad impresionante de acciones terribles.
¿Cuántas veces hemos conocido de casos donde la falta de atención a las infancias o la violencia en el hogar terminaron significando graves problemas de salud o problemas sociales?
¿Qué avances hubiésemos tenido en el sector público si más personas salieran a votar y si más personas hubieran exigido sus derechos a lo largo de la vida democrática de México?
¿Qué le habríamos dicho a esas personas, que hoy ya no están, si no hubiéramos estado tan distraídos en cosas menos importantes, si no hubiéramos dado por hecho que iban a seguir en nuestras vidas?
Imaginar problemas es sufrirlos innecesariamente o sufrirlos más en la imaginación que en la realidad, como decía Séneca.
Hagamos lo que nos toca, pero hagámoslo bien, y el futuro será otro, y nuestra vida también.