En este espacio hemos hablado muchas veces de los “Méxicos” tan diferentes que coexisten en nuestro país. Los hemos analizado a la luz de sus niveles de crecimiento y desarrollo económicos, de los años promedio de estudio, de los indicadores de inseguridad, de la pobreza y la desigualdad.
Y ahora mismo tenemos que apuntar que coexisten dos “Méxicos” en materia de agua, uno que está padeciendo una dura sequía y otro que ha recibido una cantidad importante de lluvias.
Es así como, mientras entidades como Aguascalientes, Colima, Ciudad de México, Guerrero, Estado de México, Michoacán, Nuevo León, Tamaulipas, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Yucatán y Veracruz, entre otras, tienen todas más del 90% de su territorio sin afectación por sequía…
Sonora, Sinaloa, Durango, Baja California Sur y Chihuahua tienen prácticamente la totalidad de su territorio con graves afectaciones por la falta de lluvia.
Es un problema grave, primero, porque condiciona el abasto para garantizar el acceso al agua para consumo humano.
Segundo, porque se trata de entidades importantes en la producción de alimentos, especialmente de granos básicos.
Tercero, porque esos estados son en su mayoría productores de riego; sin agua suficiente, la producción caerá y las importaciones crecerán.
Pero además de eso, yo apuntaría una situación que pasa mucho en los temas públicos, y es que al no padecer sequía tres cuartas partes del país, el tema no está tan presente, en este momento, en la agenda pública nacional.
Hace apenas unos meses, entidades como Nuevo León o Tamaulipas tuvieron serios retos para garantizar el acceso al agua a su población.
Hoy no es así, pero en unos meses o en unos cuantos años la situación podría volver e incluso peor.
Por eso, una de las propuestas que considero fundamentales en el Gobierno Federal que está arrancando, es la del Plan Nacional Hídrico y la del Programa Nacional de Tecnificación de Riego.
Tenemos que hacer cosas diferentes si estamos esperando resultados diferentes y no darle la enorme seriedad que tiene este tema para el país.
Independientemente de las lluvias que han aliviado parte de los efectos de muchos años con sequías prolongadas en diversas regiones, sería un error muy grave.
Apostar por la tecnificación me parece una respuesta sensata, apostar por obras en materia de agua me parece una respuesta necesaria.
Ojalá que se destinen los recursos suficientes y se desarrollen estas obras que tanta falta hacen en México.