“Puede que todos hayamos venido en diferentes barcos pero todos estamos ahora en el mismo barco”
-Martin Luther King Jr
El inicio de la era de la información, hace ya varios años, sacudió a la labor periodística. No es nada nuevo pero cabe recordarlo: si antes, el reto era el poco acceso a la información; ahora, el “dolor de cabeza” de quienes están en los medios es consecuencia del exceso de noticias, datos, reportes… que están a la mano. ¿Cómo seleccionar entre la oleada de información? ¿Qué transmitir? ¿Bajo qué criterios?
A este escenario se refería el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, cuando a mediados de febrero de este 2020 ante la pandemia por el Covid-19, expuso la problemática de los medios: combatir la infodemia.
“Esta infodemia está obstaculizando las medidas de contención del brote, propagando pánico y confusión de forma innecesaria y generando división en un momento en el que necesitamos ser solidarios y colaborar para salvar vidas y para poner fin a esta crisis sanitaria”, afirmó.
Acudamos a la metáfora médica: si el origen de la infodemia está en los medios de comunicación, la vacuna debe encontrarse ahí mismo.
Hagamos pues una autocrítica pero no solo eso, propongamos cómo actuar ante la pandemia, qué hacer para vacunarnos contra el virus de la malinformación:
La información sin contexto es una trampa. Los datos que vertimos deben ser tratados respecto a su proporción. No es lo mismo hablar de un millar de muertes en un país con la población de China, que en un pequeño país de Europa. Es mejor si a la cifras le añadimos un porcentaje de lo que representan. En el caso de una pandemia, para evitar la alarma o incluso para situar el fenómeno en su justa magnitud, tendremos que exponer el porcentaje de mortalidad.
El ansia de la primicia, acaba con el orgasmo. Gabriel García Márquez hablaba sobre “el orgasmo de la primicia” como uno de los placeres del periodismo. Internet ha convertido la búsqueda de ese placer en todo lo contrario. En México, el empresario José Kuri “murió”, principalmente, por la prisa de periodistas y medios.
Los “en vivo” se convierten en la fábula de Pedro y el Lobo. Las transmisiones diarias de conferencias en vivo, o fragmentos largos de estas, tienen un doble efecto en el público. Primero: “lo que están diciendo es importante”. Segundo, que viene cuando el público se acostumbra a ver el enlace en vivo: “lo que están diciendo NO es importante”. ¿El riesgo?.. Como en aquella fábula, cuando por tercera vez Pedro anunció que venía el lobo, los demás ya no hicieron caso.
Los medios deben digerir la información de la autoridad, resumirla, entregarla trabajada. Las autoridades sanitarias NO son expertos en comunicación, lo suyo es la salud; por eso muchas veces, los tecnicismos, las formas, el exceso de cifras… pueden confundir al público. En lugar de retransmitir los mensajes, el papel de los comunicadores, de los periodistas, es traducir esa información para que verdaderamente pueda ser útil. Además, para evitar que se enciendan alarmas en vano, o lo contrario, que la información pase desapercibida.
La información puede tener dos filos. Preguntémonos: ¿Es prescindible lo que voy a informar? ¿Es útil? ¿Qué consecuencias generará?.. Cuando se transmite una noticia sobre compras de pánico, la consecuencia de esa noticia será más compras de pánico. Dice el filósofo esloveno Slavoj Zizek: basta con que alguien piense que habrá alguien más pensando que existen personas dispuestas a vaciar supermercados, para que eso se haga realidad, para que las compras de pánico se concreten.
El crecimiento de una pandemia alarma. Las pandemias lo son porque han alcanzado un potencial mundial de contagio. Si algo debemos esperar al inicio de una declaratoria de pandemia, es que el número de casos en ciertas regiones crezca exponencialmente. ¿Por qué los titulares habrían de informar ese crecimiento como algo inesperado, como si los pronósticos no lo hubieran adelantado? ¿Que acaso no se está abonando al pánico? No se trata de imponer un silencio frente a la expansión del virus; se trata de informar de acuerdo son el contexto de lo que se esperaba. “Como se esperaba…” es un ejemplo de frase que deja en claro que el crecimiento de los casos no es para alarmarse.
Debemos evitar los “primeros casos”. Tendemos a bombardear al público con información sobre primeros casos en alguna zona, o algún estado, o primeros casos en alguna ciudad. Ese tipo de información ocupará un lugar importante en medios locales, en específico, en la zona donde se presentan los contagios pero no debe ser privilegiada en un medio nacional.
Un paciente que se recupera, es la mejor noticia. Frente al crecimiento esperado de la pandemia, las historias de gente que logra salir sana del hospital es una luz para la población que está en pánico. Debemos contar dónde lo están haciendo bien, en qué hospitales, en qué ciudades, en qué estados.
Es tarea de los medios serios alertar y enlistar noticias falsas. Las fake news o bulos –para utilizar su término en español– son otra de las causas de la infodemia. Cuando las noticias falsas van de boca en boca, como virus, parte del trabajo de los medios serios es hacerles frente: señalarlas, prevenir al público de estas.
Es muy útil la Historia; la mejor maestra. Aun está fresco en la memoria el fenómeno que desató la pandemia de la influenza H1N1. Escenarios como el que atestiguamos y contamos en nuestras notas hace poco más de un decenio, nos sirven, principalmente, para dos cosas. Uno: para situar en contexto al público, darle datos que le ayude a la gente a saber frente a qué estamos, cómo actuar. Dos: también sirve para enmendar los errores que desde la trinchera del periodismo cometimos en aquel entonces.
El periodismo hace servicio social. Insistir en que todos debemos llevar a cabo medidas de prevención, darlas a conocer, incluso, poner el ejemplo. Además, informar detalladamente e insistentemente sobre los síntomas, sobre los lugares a donde hay qué acudir para tratarse y sobre los protocolos ante emergencias sanitarias.