Mucho se ha dicho que hay dos Méxicos: el México del centro y el norte, que avanza y mejora, en algunos casos a velocidad notable, y el México del sur, en general rezagado sin dar muestra de mejora en varios ámbitos del desarrollo económico. Para las empresas, no es lo mismo operar en el Bajío —donde se ha generado un hub industrial y se tiene acceso a las cadenas productivas del norte del país y de la frontera, que establecerse en el sur, teniendo, por ejemplo, mayores dificultades en cuanto conectividad, acceso a energía y atracción de capital humano.
Si bien la diferencia regional es notoria, las generalizaciones dejan de lado muchas de las particularidades de cada estado del país. Cada estado tiene diferentes actividades económicas que impactan de forma específica a su población. Cuando decimos que México creció a una tasa promedio de 2% durante 2018, esto pierde de vista que hay estados creciendo a tasas superiores al 4%, como Baja California Sur que creció 14.2%, Aguascalientes cuya producción creció 4.4% y Quintana Roo que lo hizo al 4.1%. Ese 2% promedio también pierde de vista que hay estados en los que trimestre a trimestre se destruye valor. Como promedio anual, Tabasco decreció 6.7%, Tlaxcala 2.3% y Campeche 1.3%. Su economía se hace continuamente más pequeña. Crecer 4% podría ser una meta alcanzable, siempre y cuando se cumplieran las condiciones necesarias para fomentar la inversión a lo largo y ancho del país. Esas condiciones no solo incluyen el cumplimiento del estado de derecho, el respeto a la validez de los contratos, la transparencia en el uso de los recursos, sino que también contemplan la calidad y la longitud de las carreteras, los puertos y aeropuertos, las vías férreas para transporte. El andamiaje legal, la infraestructura y el capital humano disponible permitirán que un estado crezca y se desarrolle, o lo impedirán manteniéndolo rezagado y con pocas oportunidades de desarrollo.
Solemos hablar de un México pobre, pero esto deja de lado las profundas diferencias regionales. En Nuevo León, por ejemplo, 0.6% de la población se encuentra en pobreza extrema, de acuerdo a la definición oficial, mientras que en Chiapas, el porcentaje es 28.1%. Nuevo León lleva creciendo de forma sostenida por años, mientras que Chiapas ha tenido solo dos trimestres de crecimiento positivo desde 2015.
La inclusión financiera también es distinta. Los estados con más tarjetas de crédito por cada 10 mil adultos son la Ciudad de México, Nuevo León y Jalisco. Los que tienen más de débito son la Ciudad de México y Nuevo León, seguidos de Colima. En Quintana Roo, la Ciudad de México y Nuevo León es donde más cajeros automáticos hay. En esos tres indicadores, Chiapas ocupa el último lugar, como lo hace en tantos otros, como hogares con computadora, conexión a internet y telefonía.
México, ¿cómo vamos? se ha dado a la tarea de recopilar toda la información de índole económica de cada estado para contribuir al debate. En cifras, ¿cómo vamos? 2019 ya está disponible en formato descargable aquí.
México es profundamente dispar. Es necesario detectar las diferencias para resolver los problemas de cada estado entendiendo su realidad. Toda política es local, dirían por ahí.
@ValeriaMoy