La irrupción de la inteligencia artificial en el campo de la medicina ha despertado un interés notable entre las nuevas generaciones de médicos. Cerca del noventa por ciento de los jóvenes profesionales está dispuesto a adoptar tecnologías innovadoras por iniciativa propia, y un porcentaje muy similar está abierto a utilizar herramientas proporcionadas por sus empleadores.
Este panorama anticipa que para 2035 la práctica médica estará fuertemente influenciada por sistemas automatizados capaces de asistir al profesional en la toma de decisiones clínicas, así como en la gestión de tareas administrativas que suelen generar desgaste y limitan el tiempo efectivo de interacción con los pacientes.
En México, esta realidad empieza a cobrar relevancia conforme se difunden soluciones basadas en algoritmos que permiten un procesamiento veloz de datos médicos. Los jóvenes médicos ven un potencial particular en el uso de la inteligencia artificial para el soporte en el diagnóstico, pero sobre todo para la organización de la información clínica.
Alrededor de la mitad de estos profesionales señala que el mejor uso de la IA sería como asistente de documentación, aliviando la carga administrativa que a menudo pesa sobre la atención personalizada. Esta tendencia cobra sentido en un sistema de salud que, con frecuencia, presenta problemas de saturación y donde la gestión adecuada del tiempo y los recursos puede marcar la diferencia en la calidad de la atención. El interés de los jóvenes por la innovación tecnológica no se limita únicamente a la IA. Sin embargo, la mayoría reconoce que telemedicina, realidad virtual y otras tecnologías punteras podrían verse rezagadas en comparación con el crecimiento acelerado de la IA. El fenómeno es evidente en los hospitales y clínicas del país que, si bien han avanzado en digitalizar historiales médicos y ofrecer servicios de consulta en línea, aún encuentran obstáculos en la adopción masiva de herramientas digitales que exigen cambios culturales y organizacionales de gran calado. En consecuencia, la proyección de los nuevos profesionales sobre el futuro de la medicina se inclina fuertemente hacia un modelo asistido por IA, en el que el aporte de la máquina responde más a una necesidad de objetividad y eficiencia que a un reemplazo de la relación humano-paciente.
Para muchos jóvenes médicos, la relación con el paciente es el pilar central de su vocación. Desean conservar y fortalecer ese lazo humano que les motivó a estudiar medicina en primer lugar. No obstante, reconocen que enfrentan un reto creciente: la erosión de la confianza, tanto de los pacientes hacia el médico como del médico hacia el paciente.
Esta crisis de credibilidad se traduce en un escepticismo que complica la labor clínica y puede distorsionar las expectativas de los pacientes ante cualquier recomendación. La IA, aunque no resolverá por sí sola estas tensiones, podría servir como un respaldo objetivo que dé solidez a los diagnósticos y decisiones de tratamiento, siempre que se maneje con transparencia y responsabilidad.
En el ecosistema de la salud mexicana, la adopción de IA para tareas administrativas y de documentación cobra un matiz particular. El país enfrenta una serie de desafíos logísticos que ralentizan la adopción de la tecnología: infraestructura hospitalaria dispar, problemas de conectividad en zonas rurales y un rezago en la formación digital de muchos equipos médicos. Aun así, la generación de médicos que se encuentra en etapas tempranas de su carrera asume un rol de liderazgo en la promoción de soluciones informáticas orientadas a la eficiencia y la precisión. Estos jóvenes profesionales no solo están interesados en reducir el tiempo dedicado a tareas repetitivas, sino que también apuestan por mejorar la calidad de los datos clínicos para alimentar sistemas de IA que ofrezcan recomendaciones basadas en evidencia y ajustadas a las características de la población local.
Uno de los focos de preocupación es la brecha tecnológica existente en el país. Si no se atienden las desigualdades, la IA podría perpetuar disparidades en el acceso a la atención de calidad. En comunidades donde el equipamiento y la conectividad son limitados, los beneficios de la tecnología serían mínimos, a riesgo de ampliar la brecha en materia de salud. Por ello, resulta fundamental que las autoridades y el sector privado se involucren de forma conjunta en proyectos de inversión y desarrollo, a fin de asegurar que la adopción de la IA contribuya a cerrar las brechas existentes y no a profundizarlas.
La esperanza de los jóvenes médicos radica en que la IA opere como un complemento que les libere de burocracias y les permita dedicar más tiempo a la interacción cercana con el paciente y la búsqueda de soluciones personalizadas. En este sentido, la tecnología no se ve como una sustitución del vínculo humano, sino como un facilitador que fortalece la práctica médica. Los profesionales de la salud buscan humanizar la innovación, de modo que el paciente perciba una atención ágil, confiable y empática. Esta visión de la medicina del futuro plantea un balance cuidadoso entre la adopción de sistemas inteligentes y la conservación del rasgo más valioso de la práctica clínica: la relación de confianza entre médico y paciente, que en últimas instancias define la esencia misma del cuidado de la salud en México y el mundo.