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Las otras maneras de violentar a las mujeres

Tamaulipas /

Este sábado conmemoraremos la lucha del sexo femenino por ocupar espacios en la vida pública tanto en México y el mundo, en medio de un interés político y económico regional ante las medidas arancelarias de Estados Unidos, un juego de vencidas de Donald Trump con precisamente una mujer, Claudia Sheinbaum.

El magnate carga un largo historial de conflictos con el llamado sexo débil. En palabras y acciones, se patenta la misoginia de un hombre cuya vida la arregla a billetazos, ahora con el poder absoluto que le dio su pueblo en la elección de noviembre. Incluso, ha salido favorecido en denuncias de acoso sexual.

Esa ha sido una característica del republicano y resalta no solo por ese afán de mostrarle tanto a la mandataria nacional y a Justin Trudeau de Canadá con los impuestos en beneficio de su muy castigada economía, va veladamente y en el caso particular de Sheinbaum Pardo una delgada línea de bullying.

La atención anda lejos del territorio tamaulipeco, pero por acá se registraron situaciones particulares. Ya se advirtió de una violencia de política que cometió el dirigente priista Alejandro Moreno contra la ex titular del Comité Estatal Mayra Ojeda Chávez, ratificado por el Trieltam.

Sin embargo, la conversación se centró en Amalia Ávalos. Una presentadora del clima en la televisión local, ex candidata a la alcaldía por Movimiento Ciudadano y designada como directora del Instituto de la Mujer en Tampico, no tuvo la capacidad de explicar una arista delicada pero real que se vive en el hogar.

Intentó matizar el alcoholismo en algunas mujeres como debilidad para ser agredidas por hombres, aunado a exponer el falso empoderamiento. Los argumentos fueron suficientes para quitarla, confirmado por la alcaldesa Mónica Villarreal, su segunda decisión después de impedirle a un grupo musical presentarse en el carnaval por agresiones de un integrante a su esposa.

De todo lo anterior, a las mujeres no necesariamente se les debe poner una mano encima para lastimarlas. Entre palabras y actitudes, entre ellas mismas, es notable la carencia de tacto. Otras, todavía deben lidiar en entornos de trabajo desfavorecedores, limitadas a una alta presión laboral, con sueldos precarios y directores machistas. Lamentable.


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