El sexenio de Andrés Manuel López Obrador se enfila hacia su final, sin embargo, el todavía Presidente se niega a dejar de influir en decisiones que van más allá de su sexenio, por ejemplo, en días pasados cercanos a AMLO pusieron sobre la mesa la idea de que su hijo Andrés Manuel López Beltrán fuera designado Secretario General de MORENA como fórmula de Luis María Alcalde Luján, para así poder seguir influyendo en el partido.
Lo cual solo pone en evidencia el nepotismo con el que al final se condujo el gobierno de AMLO y el hecho de que quiere seguir operando en las sombras, a pesar de que ya toca el turno de Claudia Sheinbaum de ir tomando las decisiones.
De hecho, por modales políticos, lo correcto hubiera sido que fuera Claudia la que impulsara a personas de su total confianza a estos cargos, a fin de tener un respaldo desde el partido que la postuló al cargo que ejercerá desde el 1 de octubre.
Además, Andrés Manuel López Beltrán llegará al cargo con un lastre, que son las acusaciones de corrupción y enriquecimiento ilícito, por ejemplo, el escándalo de la casa gris, de los contratos amañados del Tren Maya, para sus amigos y familiares, el tráfico de influencias en los contratos de PEMEX, entre muchos otros.
Por ende, MORENA será más endeble, porque no tendrá cara para señalar la corrupción en otras fuerzas políticas, cuando su Secretario General, fue quien coordinó todo el esquema de corrupción en el sexenio de su padre, lo cual terminará por manchar más a un partido que ya no puede hablar de manos limpias y de honestidad.
Quizá AMLO busca para su hijo Andy una especie de fuero, un halo de protección, pero lo cierto es que Andy nunca ha brillado con luz propia, no tiene el carisma de su padre y es probable que en cuanto termine el sexenio de AMLO, sus enemigos busquen la forma de vengarse y el eslabón más débil es sin duda su hijo Andrés Manuel López Beltrán.
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