Una vez materializada la victoria de Donald Trump, que volverá a la presidencia de los Estados Unidos por los siguientes 4 años, surge la duda de ¿cómo será su relación con México?, porque si atendemos a su retórica y discursos deberíamos esperar una gestión muy complicada, con fuertes golpes a México, sin embargo, si tomamos como referencia su gestión anterior, no deberíamos de preocuparnos mucho, dado que a nuestro país no le fue tan mal, por ello, hoy se vive incertidumbre respecto a la forma en la que llevará la relación bilateral.
Trump suele ser muy beligerante en sus discursos, y prometió en su campaña poner mano dura a la migración ilegal, deportar mexicanos, cerrar la frontera, imponer altos aranceles a México para importaciones de vehículos, con el objetivo de llevarse los empleos a Estados Unidos, además de amenazar con atacar en suelo mexicano a los cárteles de la droga, sin importar nuestra soberanía.
Pero muchos creen que todo es parte de la pantomima de campaña, que requería hacer para obtener votos en estados clave del norte, que han sido golpeados por la mudanza de empresas a México, porque en su gestión anterior, Trump fue el que menos deportaciones hizo y al endurecer las importaciones de China beneficio a nuestro país con el surgimiento del nearshoring.
Sin embargo, también en su gestión anterior obligó al gobierno de López Obrador a costear operaciones para detener la migración procedente de Centroamérica, cerró un par de veces las fronteras y es un tipo capaz de presionar para lograr sus objetivos.
Es por ello que, en México estamos frente a la incógnita de cómo se comportará Trump en su nueva gestión, qué tan duro será con nosotros y si cambiará la política de mercado común, o bien, si podremos disfrutar de un esquema de colaboración que permita el desarrollo de ambos países como socios comerciales, más allá de los temas complicados como el narcotráfico y la migración.
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