Vaya que sí vivimos tiempos de confrontación, de controversia y hasta de polarización.
Se puede estar de acuerdo o no con propuestas como la reforma judicial, pero lo interesante e innegable es que hay que abrirnos al debate, aunque por décadas no se haya puesto sobre la mesa.
Desde niños en la primaria nos enseñaron que nuestro México tiene una división de Poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.
Este último se siente amenazado por la reforma propuesta y aprobada en comisiones en el Senado.
Los argumentos del miedo son muchos, y los argumentos de quien la propone también.
Parece que no hay punto medio, que no hay más camino que esta dicotomía, “sin reforma todo es malo, con reforma todo cambiaría”.
En medio de todo lo que se ha dicho aparece un elemento que forma parte de las más de 280 páginas; la existencia de un tribunal de cinco personas, que para mucho sería como la Inquisición.
Le pregunté al legislador morenista Pedro Haces si ese grupo va a existir y cuál es su objetivo.
En Cambios me respondió: “Sí, señor. Hay un tribunal que va a supervisar los trabajos que hace cada juez. Si el juez no cumple con lo que marca ahora esa reforma, va a ser inmediatamente sustituido, pero en ese instituto va a estar gente con pura calidad moral seleccionada a través de los tres Poderes”.
Pareciera pues, en el deber ser, que solo deben tener los malos jueces.
En debate se han dedicado meses, comentarios, artículos y libros.
En uno de ellos el escritor Jesús Lemus escribe en su libro El cártel judicial una sentencia dura que los califica como intocables.
“Las y los jueces federales que han sido sometidos al escrutinio del CJF por sus actos impropios, ya no digamos impropios de un juzgador, sino de una persona normal, por lo general solo son amonestados verbalmente.
“Únicamente son objeto de un regaño que no causa mayor modificación de la conducta ni subsana el mal ocasionado como impartidores de justicia”.
Como nunca, estamos escuchando y leyendo por todos lados cuestionamientos sin precedentes. Justos o injustos, cada quien concluirá. Así estamos pues, “los jueces a juicio” , quién lo diría.