En sentido común , el deber ser es que esos proyectos deberían definirse cuando se ejecutan a quién le corresponde dar el mantenimiento que se necesita.
Al no ser así, y con el paso del tiempo, llegamos a estas situaciones.
Para colmo, el agravante o el elemento determinante es que se acaban las administraciones esta semana y con mayor razón están diciendo ambas: “No me toca la reparación”.
Para Mauricio Fernández, quien justo en una semana será el alcalde por cuarta vez, la reparación y mantenimiento del túnel le debe tocar al Estado, y el pavimento a los municipios, por tratarse de calles o avenidas; pero ese acuerdo nunca se habló ni se comprometió. Lamentablemente eso siempre pasa, el Gobierno entrega la obra, pero nunca se encargó en los años siguientes, ya todo el mundo “se le olvida”.
Hace un par de años ocurrió algo parecido cuando venció el tiempo máximo para dar mantenimiento a los tensores del puente Atirantado; justo debieron juntarse las dos alcaldías. Así lo hicieron San Pedro y Monterrey para que fuera posible; el Estado no intervino.
Lo cierto es que más allá de quién lo haga, en la Loma Larga es indispensable un estudio serio de las causas del desprendimiento.
No se ha informado, y algunos sostienen que las filtraciones de agua desde lo alto, esas que han avisado desde hace tiempo en forma de “inofensivas goteras”, finalmente han dañado por dentro la loma compuesta por lutita, una roca que conforma la estructura de la sierra.
Otras voces dicen que arriba está pasando algo más, con tuberías e instalaciones de Agua y Drenaje, a las que también les ha faltado el mantenimiento responsable.
Sea una u otra la versión correcta, o todas, es evidente que lo más responsable sería que todos se pusieran de acuerdo, Estado y municipios, y que comenzando octubre unan fuerzas y talentos para resolverlo.
Veremos cuánto tardan y de dónde salen los recursos, y sobre todo, aunque suena difícil, que en las obras venideras se firman compromisos para no desatender estos temas.