Cuando era niño, muy niño, Latinoamérica me sonaba tan lejano como la extinta Unión Soviética, China o el extinto Distrito Federal. Sin embargo, tres figuras me abrieron los ojos: Maradona, Los Prisioneros y Soda Stereo. “Cuando pase el temblor” era como si describiese Torreón y sus ruinas adelantadas a su propio esplendor económico. Lo mismo me pasaba con “Tren al sur” que me provocaba tremendas ganas de explorar todo aquello que había y habitaba fuera de la Comarca Lagunera y sus cordilleras de cerros pelones y desierto, solo despabilado por las tolvaneras.
Escuchar a Soda Stereo y Los Prisioneros fue como descubrir un nuevo continente mediante canciones que no le temían al español al momento de hacer rock. Que describían calles y edificios que no eran Los Ángeles o Nueva York.
Latinoamérica siempre se ha visto intimidada por el rock, un género que fue pensando para las sílabas sajonas. De ahí que el rock en español se nutre de las fusiones locales de cada país para no repetirse y mucho menos sonar a banda de covers que traducen éxitos de rock hasta la parodia involuntaria.
La idea del blog Los 600 de Latinoamérica es usar la provocación del ranking para recorrer todos los caminos que componen el soundtrack de Latinoamérica desde principios del siglo XX cerrando el ciclo en 2022 aproximadamente. Una exploración que no se detiene por los prejuicios que hostigan a ciertos géneros como el pop. No tienen empacho en poner el “Flor de papel” de Alejandra Guzmán encima de “Alcachofa” de Ricardo Villalobos, quien empató el techno chileno a la altura de Berlín. O lo mismo sintonizan Timbiriche que Marino Benedetti y Sepultura de Brasil.
“El proyecto surge de una iniciativa de un grupo de periodistas musicales, académicos, blogueros, coleccionistas e interesados en la música latinoamericana. Nos conocemos a través de Twitter (ahora X). En 2021, a partir de unos twits de Jorge Cárcamo y Cristofer Rodríguez, de Chile, surgió la idea de compilar 100 discos esenciales para la historia musical de América Latina. Con el tiempo nos fuimos autoconvocando en un grupo de WhatsApp para llevarlo a un proyecto más concreto y organizado”,
me cuenta José Juan Zapata, uno de los periodistas involucrados en el proyecto oriundo de Torreón, Coahuila, pero ciudadano de Buenos Aires desde hace ya varios años.
“De ahí a lo largo de tres años, con ida y venida de varios colaboradores, fuimos acumulando una base de datos de 2 mil discos. Hicimos nuestras selecciones personales, sumando menciones, avanzando de fases y votando para decidir posiciones. Algunos casos ameritaron largas discusiones para complementar países, escenas, artistas o géneros sub-representados o sobre-representados. Nuestra idea era solo seleccionar 500, pero sentíamos que nos faltaba un poco más, y al final el número se cerró en 600.
El listado incluye música grabada desde los albores de la industria discográfica en los años 20 (aunque los LP recién se comercializan masivamente en los 50) y hasta el 2022, que fue el año en que decidimos hacer el corte. Nuestra idea, más allá de las posiciones, que siempre son polémicas o difíciles de establecer de manera absoluta, es disparar el diálogo, la discusión y sobre todo la celebración de la música de Latinoamérica con toda su riqueza y diversidad”, me dice José Juan Zapata.
Cada disco seleccionado es precedido por una breve reseña que orienta al lector en géneros y relevancia para la lista escritas por José Luis Mercado de Perú, Jorge Cárcamo de Chile, Felipe Figueroa de El Salvador y el propio Zapata.
Como no podría ser de otra manera, los 100 primeros lugares ha desatado furibundas polémicas. Hay quienes no perdonan que el reguetón ocupe tanto protagonismo frente a tradiciones muchos más dignas (dicen ellos) y representativas como el canto nuevo latinoamericano.
Los diez primeros puestos despertaron bajas pasiones y quien ocupa el trono del primer lugar es todo dardo inteligentemente envenenado de geopolítica y da para pensar de qué hablamos cuando hablamos de música latinoamericana. Si quieren saber de quién se trata, el portal lleva disponible varias semanas.