"Deja un gran vacío", quien murió tras explosión en Tlahuelilpan

Historia

La familia de Francisco esperaba un documento sellado por el Ministerio Público, ubicado junto al Hospital General

Carroza fúnebre espera afuera del Hospital General de Pachuca. (Elizabeth Hernández)
Elizabeth Hernández
Pachuca /

La mirada de Yesenia Reyes cambió de un día para el otro. El sábado era de angustia, este día es de desolación. 

La noche del sábado, después de que el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, se reuniera con los familiares de los 12 heridos que llegaron al Hospital General de Pachuca con quemaduras en más del 90 de su cuerpo –provocadas por la explosión de una fuga de gasolina en el municipio de Tlahuelilpan- falleció Francisco Javier Ortiz Galindo. 

"Yo estaba consciente de que podría morir mi esposo desde que lo ingresaron aquí en el hospital, y ayer que nos habló el gobernador reafirmó lo que estaba sintiendo, pensando", expresó Yesenia, quien esperaba un documento sellado por el Ministerio Público, ubicado junto al Hospital General, para retirar el cuerpo de su esposo. 

La carroza fúnebre, propiedad del estado de Hidalgo, esperaba también a los familiares que acompañaron a Yesenia y sus hijos en este día y medio de calvario. 


La mirada de Yesenia se pierde en el blanco de la carroza, pensativa, recuerda que desde adolescente conoció a Francisco, era su vecino. "Nos llevábamos muy bien y nos acompañábamos a todos lados, a la tienda, a caminar y a trabajar. Deja un gran vacío en mi vida". 

Sus pensamientos son interrumpidos por una llamada de teléfono, su hermano, quien se encuentra arreglando el lugar donde serán velados los restos de Francisco durante nueve días. "Ahí en el jardincito de la casa acomodamos, hermano, para darle el último adiós", expresaba Yesenia al teléfono, sin lágrima alguna "porque ya no puedo llorar más". 

Sus hijos destrozados, la familia reunida, más de ocho, esperan con rostros cansados a que el oficio sea dado a los familiares. "Llevábamos 18 años casados y nos disfrutamos mucho. Ahora mi preocupación es que no sé cómo le voy a decir a mi suegra, porque tiene diabetes y sufre de presión alta, por lo que está propensa a un infarto", dice Yesenia, mientras intenta calmar el temblor de sus manos. 

A un costado se encuentra la familia de José Guadalupe Jiménez Garrido, a quien aún le dan una esperanza de que salve la vida. "Mi mamá está adentro porque le están administrando el medicamento a mi hermano, pero le ha dicho el doctor que va bien", expresa su hermana, acompañada de familiares que se negaron a irse al albergue que les proporcionaron de forma gratuita, "porque no nos queremos mover de aquí". 

Las lágrimas se viven y sienten en la sala de Urgencias del Hospital General de Pachuca, algunos intentan olvidar por momentos la tragedia, pero saben que dentro del nosocomio su familiar se debate entre la vida y la muerte, y continúan las lágrimas. 

"El gobernador nos habló de forma transparente de que era difícil el estado de nuestros familiares, y creo que todos sabemos que esto es real", expresa Yesenia, quien se aferra a su teléfono y a limpiarse los ojos ya hinchados de llorar. 

"Pero me quedo con su recuerdo, sus sonrisas y con la frase que me dijo el día que nos casamos, que íbamos a estar juntos, a disfrutar de nuestros hijos y que nuestro amor duraría hasta que Dios lo decidiera, y lo decidió". 

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