• Resolver el rompecabezas del crimen perfecto. El doble secuestro de Jan Broberg

  • Reportaje
  • Jan Broberg narra su propia pesadilla en una serie. Este título se une a un ‘boom’ de series y películas sobre crímenes reales. Las mujeres son las que más consumen este género.
Ciudad de México /

El rostro de Jan Broberg parece contradictorio. Cualquiera esperaría que alguien que sufrió dos secuestros tendría un gesto sombrío, labrado por la tragedia. Sobre todo, si esos raptos ocurrieron siendo una adolescente. Pero Broberg, de 62 años, tiene una amplia sonrisa que se vuelve todavía más grande cuando habla de su particular infierno.

Broberg es una actriz y cantante estadounidense. Nos hemos citado para hablar de su más reciente trabajo. Es su debut como productora de una serie de televisión: ‘A Friend of the Family’, que se transmite desde el 14 de agosto en la plataforma de streaming ‘Universal Plus’. Es un trabajo extraño, admite, porque la historia es su propio drama familiar que se volvió famoso a partir del documental 'Abducted in Plain Sight' (2017) y ahora pudo recrearlo con actores y actrices para convertirlo en una mezcla de pedagogía con entretenimiento.

“¿Sabes? He hecho las paces con la idea de que hay gente que se burlará de mí. O que se reirán de mis padres. Los llamarán ‘estúpidos’, como lo han hecho conmigo en redes sociales, pero estoy en un punto de mi vida en que yo sé que mi historia es verdadera y que puede ser útil para la gente”, dice Broberg desde Estados Unidos en entrevista con DOMINGA, la revista digital de MILENIO.

'A Friend of the Family' narra el infierno que vivió Jan Broberg a finales de los setenta | Universal Plus

Broberg fue secuestrada y abusada sexualmente a los 12 años por su vecino. La historia se torna más oscura cuando ese hombre, Robert Berchtold, la libera y convence a sus padres de que no lo denuncien e, incluso, le permitan adentrarse más en la familia. Y todos lo aceptan. El secuestrador se vuelve tan cercano, que mantiene una relación amorosa y sexual con la madre y el padre –sí, ambos–, hasta que dos años después vuelve a raptarla.

Desde Nueva York, Jan Broberg se ha conectado a una videollamada. Su tono de voz es dulce, como el de una abuela que cuenta historias. Le pregunto si no le molesta que la gente mire sus momentos más dolorosos mientras comen palomitas frente al televisor. Pero Broberg vuelve a esbozar la sonrisa. Tiene clara la respuesta.

“Quiero ayudar a millones de personas que verán la serie, ya sea para prevenir el abuso o para animar a las víctimas a contar su historia y sanar. Y sí, podrán entretenerse en el sentido de que verán mi historia y podrán aprender algo. Estoy bien con eso”, contesta.
Gerry y Kate McCann interpusieron una denuncia por difamación al ser señalados de la desaparición de su hija Madeleine McCann en 2007 | AFP

Su respuesta es doble. Primero, ataja la pregunta de por qué hay que ver su serie y, segundo, da una más amplia sobre el hoy tan popular género de ‘true crime’: ¿por qué, en sociedades violentas, como la estadounidense o la mexicana, las historias de asesinos, violadores, secuestradores nos fascinan tanto?

El boom de los crímenes de la vida real

En 2019, cuando inició el ‘boom’ de los crímenes de la vida real en las plataformas de streaming –que más tarde se aceleraría con el confinamiento por el covid-19– una serie debutó en el canal France 2: 'Astrid et Raphaëlle'La trama presentaba a Astrid, una archivista en la policía de París, quien hacía mancuerna con Raphaëlle, una detective a cargo de los casos más difíciles. Lo especial de la serie era que la protagonista, Astrid, tenía autismo y tenía habilidades para armar rompecabezas y resolver los casos de Raphaëlle.

Lo del rompecabezas no es una casualidad. El cerebro humano está diseñado para armarlos, pues requieren pensamiento crítico y creatividad, lo que nos estimula. Y cuánto más difíciles son, mayor es la sensación de satisfacción por resolverlo. Al lograrlo, nuestro cerebro libera dopamina, el neurotransmisor asociado al placer. Esa descarga nos hace buscar más desafíos. Es un ciclo muy similar a cómo opera la adicción, según Thomas Henricks, profesor emérito en Sociología en la Universidad Elon, en Carolina del Norte.

El cerebro humano libera dopamina al resolver un rompecabezas. Esta es la misma sensación que despierta una serie criminal | Reuters

El ‘true crime’ sigue la esencia de los rompecabezas: promete al espectador la resolución de un panorama anhelado que empieza incompleto y caótico. Para lograrlo, los productores y guionistas, como Jan Broberg, ofrecen piezas sueltas. Algunas son fáciles de embonar, lo que genera euforia; otras no y retan nuestra tolerancia a la frustración.

Además, el género ofrece una particularidad: es común que el espectador abandone sus tareas diarias para enfocarse en la serie y no perder ningún detalle, es decir, no extraviar alguna pieza, que es lo peor que puede pasar al armar un rompecabezas. 

“Es el tipo de historias en el que necesitas apartar tu teléfono para poner atención, porque no te quieres quedar sin información que puede ayudarte a resolver el crimen”, asegura Dean Fido, maestro en Psicología en la Universidad de Derby, Reino Unido.

Al seguir una investigación a través de una película o una serie –de acuerdo con Scott Bonn, docente en Criminología en la Universidad Drew en Nueva Jersey, Estados Unidos, y autor del libro ‘Por qué amamos a los asesinos seriales’–, las personas juegan a ser detectives de sillón y sienten regocijo al descubrir al asesino o saber lo que realmente sucedió antes de que lo “descubran” las autoridades. Armar el rompecabezas antes que la policía es tan placentero como un buen trago de whisky al final de una semana larga.

Las audiencias de las series criminales procuran no perder ningún detalle de los casos presentados | Freepik

Estas son las cifras del ‘true crime’

Escribo esto –en la segunda de septiembre– cuando las cuentas de Netflix tienen en México, entre sus 10 series más vistas, cuatro ‘true crimes', aunque el número ha llegado hasta seis. Amazon Prime tiene cinco, igual que Apple TV. Max, que engloba HBO, seis. La plataforma mexicana VIX ofrece decenas de alternativas a sus suscriptores.

A pesar de la fascinación que siente el público mexicano por este género, hay pocas estadísticas a nivel nacional, así que hay que acudir a los vecinos del norte para entender mejor este género de entretenimiento.

Según un artículo publicado en octubre de 2023 por la Universidad Americana del Colegio de Leyes de Washington, 35% de los estadounidenses consumen este género, al menos una vez a la semana, ya sean películas, series, libros o incluso pódcast; 50% asegura disfrutar de estas historias; 62% son fanáticos del contenido sobre asesinos seriales y 72% cree que al saber de casos reales se está “más informado”. Ningún género musical, literario o artístico tiene estos números.

Pero hay una estadística que sorprende no son los hombres, si no las mujeres quienes más ven y escuchan crímenes reales. En promedio, el público femenino representa 60% frente a 40% masculino. Y la explicación está en historias como las de Jan Broberg y su amplia sonrisa detrás de la pantalla.

"Las Cintas de Ted Bundy" se convirtió en una de las series más populares en Netflix | Archivo

Ver ‘true crime’ es un simulacro para las mujeres

Piensa en tu serie de ‘true crime’ favorita. Ahora, en la víctima. Es probable que la mayoría de ellas sean mujeres. Sucede en ‘The Jinx’, ‘Sobreviviendo a R. Kelly’, ‘Conversaciones con asesinos: Las cintas de Ted Bundy’ o ‘Jeffrey Epstein: Asquerosamente rico’.

La fórmula es clara. El ‘true crime’ más exitoso se centra en las mujeres como víctimas o sobrevivientes de las peores atrocidades, las que azuzan nuestros miedos más profundos como un largo secuestro o un asesinato sádico. Casos que nos aterran y deleitan, como las desapariciones de Madeleine McCann o Paulette Gebara, que conmocionaron a Portugal y México hasta elevar los ratings de la televisión, cuando aún no existían las plataformas de streaming.

La desaparición de Paulette Gebara en 2010 tuvo una cobertura mediática y acaparó la atención de los televisores mexicanos | Foto: AFP

Como con los rompecabezas, no es una casualidad. Chris Fraley y Amanda Vicary, profesores de la Universidad de Illinois, Estados Unidos, hallaron que 70% de las reseñas en Amazon sobre libros de crímenes son escritos por mujeres desde 2010; y 82% de las reseñas de libros sobre guerras son escritos por hombres. A las mujeres les interesan los delitos actuales, mientras que ellos prefieren los históricos.

Un análisis más hondo arroja que las mujeres consumen este género para aprender de la violencia: a través de la pantalla identifican las banderas rojas de sus parejas o vecinos, herramientas para no ser víctimas o denunciar a la policía. Incluso, conocen sus derechos ante un juez o la importancia de preservar la evidencia de un crimen. No es que tengan sed de violencia, usan lo que ven para no ser las siguientes víctimas.

Esto es especialmente útil en países como México, donde 92.9% de las víctimas de violencia sexual de entre uno y 17 años atendidas en hospitales son niñas; 70% de las mujeres mexicanas mayores de 15 años han experimentado violencia de cualquier tipo; y entre nueve y 10 mueren asesinadas a diario. 

La psiquiatra Sharon Packer, docente en Ciencias del Comportamiento en la Escuela Icahn de Medicina en Monte Sinaí, Nueva York, asegura que para el público femenino ver, escuchar o leer sobre crímenes reales es como asistir a un simulacro de incendio: permite reflexionar qué hacer en caso de un evento devastador. Huir, pelear, gritar, morder.

“Lo que atrae a las mujeres es un entendimiento intelectual del mundo en el que viven”, escribe Megan Abbot, escritora de siete best-sellers sobre mujeres y crimen. “El ‘true crime’, bien realizado, es una poderosa herramienta de educación para quienes no han recibido lecciones sobre cómo cuidarse”.
Las series de asesinos seriales 'enseñan' a las mujeres qué hacer, según los especialistas | Cuartoscuro

El doble secuestro de Jan Broberg

‘A Friend of the Family’ ocurre en la década de los setenta. Específicamente, en 1974, la fecha del primer secuestro de Jan BrobergSólo un año antes, el psiquiatra y asesor de la policía sueca, Nils Bejerot, acuñó el término “Síndrome de Estocolmo” para explicar el vínculo afectivo que surge entre las personas maltratadas y sus victimarios. Pero sin acceso a medios globales y viviendo en un pequeño pueblo en el estado de Idaho, la familia Broberg jamás escuchó de ese concepto o su tratamiento.

La pederastia no era un tema que se abordara en la mesa. Tampoco el acoso sexual. Las clases en escuelas públicas sobre educación sexual estaban en pausa por protestas de los sectores más conservadores. Y pasarán 15 años para que Estados Unidos tenga su primera organización que apoya a infancias sobrevivientes de abuso sexual por ministros de culto.

Ese contexto permite entender las decisiones de la familia de Jan Broberg. Piezas que ayudan al espectador a resolver la duda más recurrente: ¿cómo es posible que el vecino Robert Berchtold pudiera secuestrar a la adolescente dos veces?

Un año antes del secuestro de Jan Broberg se acuñó el término "Síndrome de Estocolmo" | Universal Plus
“Quiero que la gente entienda que esto es algo que le puede pasar a cualquiera o que, en estos momentos, le puede estar pasando a una niña en su familia o en la escuela. Estas cosas pasan hoy y decidí que es tiempo de hablar al respecto y enseñar cómo ocurre. La gente quiere creer que la única persona que dañaría a tu hijo sería un extraño, pero es lo opuesto: una de cada tres niñas y uno de cada cuatro niños son violentados por alguien que conocen”, asegura Broberg.

Ella y su madre son productoras. Ambas se han asegurado de que su historia se cuente tan fielmente como sea posible: cada actriz y actor fue sometido a un riguroso casting para asegurarse de que no sólo se parecieran físicamente a los protagonistas, sino que entendieran la mente detrás de las personas. Sus inseguridades, sus tristezas, sus violencias y, sobre todo, sus miedos.

El ‘true crime’ gusta porque las personas se identifican. Todos hemos pasado por algún evento traumático –aunque no se trate de un secuestro o violación– y cuando ven que alguien sobrevive reciben un buen mensaje: yo también puedo salir adelante, si me pasara algo así. Algo así te conecta con más personas. Y yo espero que la gente pueda conectar con mi historia”, dice Jan Broberg, al final de nuestra charla.

Como lo ha hecho desde que empezamos a hablar de su caso, ella sonríe y se despide. Jan Broberg pasará el resto del día convenciendo a la gente de que se siente en el sillón a ver los días más terribles de su familia. Que hagan viral su tragedia. Y se diviertan.

GSC/ASG


  • Óscar Balderas
  • Oscar Balderas es reportero en seguridad pública y crimen organizado. Escribe de cárteles, drogas, prisiones y justicia. Coapeño de nacimiento, pero benitojuarense por adopción.

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