Venciendo sus miedos, con una cuerda atada a su cuerpo, Karla Lizbeth Esparza desciende a lo profundo de los pozos en los campos de Cajeme, Sonora, para buscar restos humanos durante las jornadas de búsqueda del colectivo Rastreadoras de Ciudad Obregón.
Apenas tiene 19 años y aún cuando no tiene algún familiar desaparecido, se ha unido de manera voluntaria a las mujeres que buscan a sus hijos, padres y hermanos, en medio de la situación de violencia que impera en el municipio.
Este fin de semana, el colectivo recibió un reporte de manera anónima en el cual les informaban que en el fondo de dos norias había dos cuerpos sin vida, pero desde la superficie sólo distinguían dos costales, por lo que había que bajar a verificar.
Las rastreadoras acudieron acompañadas por elementos de seguridad, pero ellos sólo están ahí para brindarles protección, son ellas quienes hacen todo el trabajo de búsqueda.
Así que sin dudarlo y como ya lo había hecho en otras ocasiones, Karla bajó utilizando una cuerda que amarraron a la parte trasera de una unidad tipo pick up de la Guardia Nacional.
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En el fondo se encontró con uno de sus más grandes temores, y no precisamente restos humanos, sino una iguana, por lo que sus compañeras la alentaron a seguir adelante y con una navaja abrió los costales en cuyo interior encontró únicamente basura.
Karla regresó a la superficie con la ayuda de sus compañeras y de los policías que las acompañaban, pero en el movimiento sufrió raspones y se lastimó una mano, sin embargo, se quedó con la satisfacción de haber descartado ese punto en la búsqueda.
"Siempre me meto sin pensar en el peligro, pero queríamos descartar la posibilidad de que hubiera cuerpos; sólo encontré basura", dijo la joven rastreadora.
DMZ