De acuerdo con el reporte “¿Qué dice la ciencia del fentanilo?”, elaborado por la Secretaría de Salud y la Comisión Nacional Contra las Adicciones, también se establece un tratamiento farmacológico basado en buprenofina y naltrexona.
El primero, detalla, es un agonista opioide que reduce el craving y el síndrome de abstinencia. Mientras que la naltrexona bloquea la acción del fentanilo.
Por su parte, la naloxona, es administrado en casos de sobredosis por opioides, incluido el fentanilo, debido a que revierte sus efectos, al recuperar a las personas de la depresión respiratoria.
Además, las dependencias de salud del gobierno de México, proponen un tratamiento no farmacológico que “han sido probados programas empleados con otras sustancias psicoactivas”: “terapias conductuales, entrevista motivacional, manejo de contingencias y terapia conductual”.
Agrega que “se han encontrado mejores resultados al combinar los tratamientos farmacológicos con los no farmacológicos”.
En el reporte en poder de MILENIO, revela que en 2022 en el país, 318 personas acudieron a un centro contra las adicciones, lo que significó un incremento toda vez que el año pasado ingresaron 184 adictos.
“Se reportaron 318 personas que refirieron acudir a tratamiento por el consumo de Fentanilo en 2022, de acuerdo con datos del Observatorio Mexicano de Salud Mental y Consumo de Sustancias, lo que significa un incremento respecto al 2021, en el que se reportaron 184 casos”, explica.
El documento explica que existen al menos ocho tipos de fentanilo, que tienen como consumo médico: analgesia preoperatoria, anestesia general, control del dolor postoperatorio, sedante en pacientes intubados, tratamientos de epilepsia, entre otros.
Para los servicios de salud tiene diferentes presentaciones como son:
- En forma de soluciones para inyección
- En pastillas
- En parches transdérmicos.
También puede administrarse por diversas vías, ya sea intravenosa, intramuscular, transdermal, intranasal y en el espacio intratecal.
Sus efectos más comunes son: euforia, confusión, fallo respiratorio, somnolencia, náuseas, perturbaciones visuales, alucinaciones, delirio, coma, muerte, entre otros.
El fentanilo se encuentran regulados a nivel internacional por la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961, enmendada en 1972, en la que se encuentran clasificadas en la lista I, por ser estupefacientes que son muy adictivos y de probable uso indebido.
En México, el fentanilo está regulado por el artículo 234 de la Ley General de Salud, al igual que los precursores del Fentanilo: 4-AP y su sal de diclorhidrato, el anhídrido propiónico y el cloruro de propionilo, por lo que se establece que todo uso relacionado con esas sustancias deberá estar bajo aprobación de la Secretaría de Salud (artículo 235).
Los precursores N-fenetil-4-piperidona (NPP) y 4-anilino-N-fenetilpiperidina (ANPP) están controlados a través de la Ley Federal para el Control de Precursores Químicos, Productos Químicos Esenciales y Máquinas para Elaborar Cápsulas, Tabletas y/o Comprimidos.
Los cárteles de Sinaloa y de Jalisco Nueva Generación tienen el control de las operaciones de trasiego y fabricación de fentanilo en nuestro país.
Se estima que el 60 por ciento del fentanilo que inundó las calles de Estados Unidos, y provocó la muerte de más de 70 mil personas en 2021, entró por los tres puntos de ingreso de Baja California.
Las garitas de Otay, San Isidro y Calexico representan apenas el uno por ciento de los 300 accesos aduanales que existen para ingresar al país vecino, convirtiendo a San Diego como principal puerta de acceso del opioide sintético, donde inicia la estela de muerte por sobredosis.
En entrevista con MILENIO, la Fiscal de Distrito de San Diego, Summer Sthepan, reconoció que el año pasado (y este se perfila para repetir) el fentanilo fue la causa número uno de muertes entre la población norteamericana por arriba de los asesinatos por armas de fuego, accidentes automovilísticos y enfermedades como covid-19 y cáncer.
Con expertos, son eficaces
De acuerdo con la revista digital Psico.Mx especializada en el tema, se detalla que algunos centros de rehabilitación que usan terapias conductuales y charlas motivacionales ponen en riesgo a los pacientes, pues se trata de ex adictos, sin experiencia médica, que lideran las sesiones.
En el artículo “La terapia cognitivo-conductual es eficaz para tratar adicciones”, se explica que la mayoría de los centros “son dirigidos por personas que en algún momento también fueron adictos; personas que carecen de experiencia, pero que son grandes manipuladores y ganan pacientes a psicólogos o psiquiatras. Este panorama es preocupante, ya que pone en peligro la vida de la persona adicta”.
Agrega que los familiares de los adictos en la desesperación por ayudar “cometen el desliz de creer o confiar en todo lo que una persona ya rehabilitada les dice; se interesan por saber cómo lo logró para así ponerse en práctica; confían más en estas personas que en un psicólogo”.
Sin embargo, cuando las terapias cognitivo conductuales son dirigidas por psicólogos “es más eficaz a comparación del uso de fármacos; aunque, la combinación de ambos lo es aún más”.
“La terapia cognitivo-conductual se enfoca en la conducta del individuo, considera que el problema radica en ésta y en la manera de pensar del individuo. Si se trabaja la manera interna del pensamiento de las personas y su conducta, el sujeto poco a poco va a superar su malestar”, detalla.
Aunque reconoce el éxito de este tipo de medidas para tratar las adicciones, afirma que es difícil encontrarla en algún sector de gobierno, donde la ayuda es gratuita o a bajo costo; no obstante, en el sector privado bien podría encontrarse ayuda en línea (No presencial), la cual también es eficaz.
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