Cinco países con las tasas de homicidios de adolescentes más altas del mundo están en América Latina y el Caribe, región donde, además, el homicidio se ha convertido en la principal causa de muerte entre los jóvenes de 10 a 19 años. De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) refieren que cada día en promedio 67 adolescentes son víctimas de este delito.
Al respecto el Asesor del Centro Regional de Naciones Unidas para la Paz, el Desarme y el Desarrollo en América Latina y el Caribe (UNLIREC), Walter Murcia, resaltó la importancia de analizar la violencia armada con el lente de género.
“Estudiantes varones deciden armarse porque ven en las armas de fuego un símbolo de poder, de autoridad, incluso de una masculinidad; en ese sentido creemos muy importante trabajar, de manera diferenciada, las distintas expresiones de violencia”, alertó el vocero.
Añadió que la violencia armada está presente en las escuelas y otros espacios de socialización, claves para el desarrollo humano donde conviven niñas, niños, adolescentes y jóvenes.
En el informe regional “Violencia armada y afectaciones a la niñez y la adolescencia”, se cruzan datos de Unicef y el Foro Brasileño de Seguridad Pública (2021) que refieren que durante el periodo de 2016 a 2020, un total de 34 mil 918 niñas, niños y adolescentes fueron asesinados en Brasil, un promedio de cerca de 7 mil muertes por año, la mayoría en entre los 15 y 19 años de edad.
En este universo, se identificaron mil 70 muertes de niños de hasta 9 años de edad, de los cuales, en el rango de 10 a 19 años, fueron 80 por ciento niños afrodescendientes, 83 por ciento por el uso de armas de fuego.
Julia Castellanos, coordinadora de COALICO señaló que el documento permite ver los elementos normativos internacionales que aportan a la protección de los derechos de niñas y niños, pero que siguen siendo un desafío en la materialización en el territorio.
Apuntó que entre las dinámicas de confrontación en la violencia armada que afectan a niños y jóvenes se encuentran el ataque a escuelas, reclutamiento forzado, secuestro, asesinato, mutilación, violencia sexual, homicidio, entre otras, las cuáles son monitoreadas por el observatorio a nivel regional y que permite ver los elementos similares que podemos fortalecer como medidas acción preventivas o de protección de la niñez.
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Al respecto, Juan Martín Pérez, coordinador de Tejiendo Redes Infancia apuntó que en América Latina “no podemos hablar de una guerra, pero sí podemos hablar de violencia armada, grupos armados no estatales, y reclutamiento forzado; pero sobre todo de un fuerte impacto en el tejido comunitario”.
“El caso colombiano de la violencia armada y su impacto en la niñez y la adolescencia, así como la forma en que esta experiencia ha sido acompañada desde Coalico, nos brinda hallazgos y reflexiones, pero sobre todo pistas para proteger a niñas y niños y frenar la violencia armada en la región”, agregó.
El documento fue desarrollado por Infancia Latina, Observatorio para el Monitoreo de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes en América Latina y el Caribe, y presentado por Tejiendo Redes Infancia y el Forum Nacional DCA de Brasil.
EHR