Carlos A. Pérez Ricart, integrante de la Comisión para el Acceso a la Verdad sobre la llamada Guerra Sucia, consideró que dicho mecanismo impone un reto para el Ejército mexicano para acercarse al pasado, en cuanto a su papel en dicho periodo de 1965 a 1990.
“Para el Ejército esta comisión impone un reto mayúsculo que tiene que ver con su propio acercamiento al pasado, de ahí las declaraciones del secretario entorno a las propias víctimas del Ejército. O sea, el Ejército se tiene que mirarse a los ojos y crearse una propia narrativa de lo que sucedió en ese periodo”, explicó en entrevista para MILENIO.
Para el también profesor e investigador en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), la ceremonia de ayer en la que el Presidente anunció que la Comisión de la Verdad comenzará los trabajos de investigación en los archivos de la Sedena e instalaciones militares no se puede minimizar la relevancia simbólica.
“El evento de ayer fue importantísimo (…) probablemente inimaginable una situación así hasta hace tres años, no había una política de memoria en México, hoy ya la hay. Está levantando discursivamente en redes sociales, en periódicos, y es porque el evento de ayer, simbólica y luego pragmáticamente, es muy importante.
“En frente del general secretario y de colectivos de víctimas en uno de los centros de tortura del Ejército mexicano (Campo Militar 1), el Presidente anunció el nacimiento de una política de verdad y de colaboración entre Sedena y Comisión de la Verdad”, sostuvo Pérez Ricard.
El investigador consideró que el tiempo y la historia señalarán lo importante del evento de ayer en el que estuvieron presentes, entre otros, Micaela Cabañas Ayala, hija de Lucio Cabañas y sobreviviente al periodo de la Guerra Sucia; y Alicia de los Ríos Merino, familiar de una persona desaparecida de manera forzada.
Pérez Ricart puntualizó que ayer se iniciaron los trabajos de la Comisión de la Verdad con la Sedena para la apertura de archivos militares y acceso a zonas militares; sin embargo, las labores de este mecanismo llevan varios meses.
“Llevamos meses trabajando con la Sedena para elaborar un plan de trabajo de acceso a los archivos, con tiempos, fechas, normas, te imaginarás que no fue un proceso fácil”, añadió.
“Para nosotros era muy importante que este trabajo que había sido de orfebrería, de negociación, que no es sencillo, pudiera ser avalado por el propio Presidente de la República. Hubiera sido muy sencillo mandar una nota informativa a medios sobre esto o que Alejandro Encinas lo señalara en una conferencia de prensa, pero lo realmente importante era que sucediera lo que pasó ayer”, destacó.
Pérez Ricart sostuvo que la relación institucional con la Sedena ha sido difícil y compleja, entre otras cosas, por lo novedoso de este ejercicio, “más que por una resistencia a priori contra la comisión”.
“No es claro siquiera saber qué archivos vamos a poder revisar, qué archivos tienen”, añadió, al tiempo de explicar que la Comisión de la Verdad sí tienen una idea de los fondos documentales a los que quieren acceder, pero desconocen el tipo de instrumentos de consulta que estén accesibles.
El investigador enfatizó que la búsqueda por la verdad y por crear narrativas que tengan a las víctimas en el centro es una tarea correspondiente a la comisión, pero en el futuro otras personas la continuarán.
“Una de las cosas que vamos a hacer es construir una Ley de Memoria que permita que el trabajo programático de la comisión continúe, aun después del 2024 con otras banderas y con otros nombres”, agregó.
En septiembre del 2024, la comisión de la verdad tendrá que entregar un informe a la sociedad y al Presidente sobre lo acontecido en la Guerra Sucia, “una suerte de verdad histórica”, explicó el investigador sobre seguridad, crimen organizado, tráfico de armas y políticas de drogas en una entrevista para MILENIO publicada en abril.
LP