La pandemia hace que las relaciones de pareja fuertes se hagan más fuertes, y las que no, desaparezcan.
Estudios realizados recientemente indican que, en general, el grado de satisfacción que se tenía previo a la pandemia continúa ahora, pero potencializado.
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A casi un año de confinamiento por la pandemia del coronavirus, este domingo 14 de febrero se celebra el Día del Amor y la Amistad y, las medidas para evitar contagios dejan mucho que desear a los enamorados.
Sobre lo anterior, la psicoanalista María Luisa González Aguilar asegura que en tiempos de confinamiento lo que está bien se nota y lo que está mal y no se notaba, se comienza a notar.
Así, las relaciones poco estables, con núcleos problemáticos o equilibrios endebles, no soportan la presión que los cambios en la cotidianeidad traen porque la proximidad, la intimidad, la mutua colaboración, no han tenido sentido en sus relaciones, o no forman parte de su relación.
En cambio, asegura, una relación estable, con principios de relación sólidos, puede afrontar una experiencia de confinamiento, y dar lugar a la proximidad que esta implica: “No considero que una experiencia como un confinamiento tan prolongado deje el nivel de satisfacción igual: muy seguramente se verá impactado, ya sea para trascender las adversidades con una actitud resiliente, o sucumbiendo en violencia o relaciones rotas”.
Para la psicoterapeuta, en general los efectos de la pandemia en la población son muy variados: “El más notorio es que ha trastocado toda la cotidianeidad a todos los niveles: familiar, laboral, educativo, espiritual, lúdico, amoroso, político, económico. La pandemia nos ha obligado a confrontarnos con nuestras habituales maneras de relacionarnos con nosotros mismos, con los otros y con el mundo. Se dice que nos ha empujado a elevar nuestra consciencia, pero el hecho de que haya permanecido tanto tiempo y no remita, nos deja ver muy lejos de ello. La pandemia nos ha impactado también en nuestra vivencia del tiempo: la preocupación por preservar la salud nos ha hecho estar volcados en el día a día, totalmente presentes, es decir, ha desbaratado el futuro que habíamos imaginado, y en su lugar queda algo incierto, con la consecuente depresión”.
En ese sentido, para todos es notorio la forma en que se han modificado nuestras relaciones con el confinamiento. Las estadísticas muestran que la violencia intrafamiliar se elevó. El paso del yo al nosotros que pudo haber generado el confinamiento, no ha sido tan posible de establecerse.
Los más jóvenes
En las relaciones amorosas, los jóvenes son el grupo más afectado por el confinamiento, en específico en su vida sexual.
De acuerdo con el artículo “Intimidad y relaciones de pareja durante la pandemia de la covid-19 en Guadalajara”, de Tania Rodríguez Salazar y Zeyda Rodríguez Morales, publicado por primera vez en 2020, en Espiral Estudios Sobre Estado Y Sociedad, “los jóvenes son el grupo etario más afectado por el confinamiento, en particular en su vida sexual. Es común que en los primeros años de unión o matrimonio el ámbito de la sexualidad tenga una mayor relevancia y las parejas tengan prácticas sexuales más recurrentes por el hecho de encontrarse en una fase de enamoramiento, donde el deseo sexual es más intenso, en contraste con etapas posteriores de la relación de pareja. En ese sentido, el confinamiento ha empobrecido las condiciones materiales para que se den tales prácticas, por la pérdida de espacios de privacidad para las parejas y el tener tiempo completo los hijos en casa; mientras que otras condiciones de tipo emocional, tales como la pérdida de espacios de enriquecimiento venidos de la socialidad presencial en los ámbitos laboral y amistoso, el cansancio venido de la convivencia de veinticuatro horas los siete días de la semana de las parejas entre sí, así como un contexto mediático catastrófico y desesperanzador, también han contribuido a su deserotización”.
El documento describe la realización de una encuesta virtual respondida por mil 406 personas de distintas partes de la república mexicana, en donde la mayoría son de Guadalajara. El 71.7 por mujeres de una edad promedio de 41 años, el 95 por ciento fueron personas de muy alta escolaridad (licenciatura y posgrado), con acceso a internet fijo y móvil a través de teléfono celular y computadoras.
Los jóvenes que son pareja y no viven en la misma casa, pero son novios, así como a quienes tienen relaciones fuera del matrimonio “el confinamiento los ha colocado en una situación de debate moral en el que su propio bienestar y satisfacción se opone a la lógica de cuidados y disminución de riesgo que se obligan a tener, no solo por el bienestar propio, sino también por el riesgo que correría el resto de miembros de sus familias (adultos mayores y personas vulnerables), o sus parejas formales”, dice el documento.
“Es probable que las experiencias en la vida íntima de las parejas se hayan profundizado, y vuelto más drásticos sus efectos negativos, debido al cansancio del encierro y la incertidumbre sobre el futuro. El periodo de confinamiento permanece y no se tiene claridad sobre la fecha de su finalización, lo cual agudizará las afectaciones en las relaciones de pareja y la vida familiar. Muy posiblemente veremos la emergencia de nuevos fenómenos, tales como el hartazgo ante las videollamadas, que se han vuelto rutinarias, que han perdido su novedad y que ya no logran mantener la atención de los participantes. Probablemente, las citas en línea, las experiencias de sexting y de cibersexo adquieran mayor popularidad, ante un periodo indefinido de cuándo regresar a la “normalidad”.
Además, dice, la socialidad afectiva se transformó en el contexto de la pandemia. Se ha volcado a los escenarios virtuales en los que se replican usos de tecnologías que ya estaban incorporados en las rutinas diarias y, a la vez, se incorporan nuevos usos y plataformas antes desconocidas. Esto ha implicado procesos de alfabetización digital intensos, incentivados por las necesidades de trabajo, entretenimiento, de relación con familiares, amigos, o parejas que no viven en la misma casa.
“En este escenario, la gran mayoría de las personas conectadas ha conocido más el potencial de las tecnologías para mantener relaciones íntimas a distancia y expresar afectos a través de medios digitales, aunque en la muestra estudiada (urbana y de alta escolaridad) los usos sexuales están lejos de haber sido incorporados en las interacciones de pareja”.
El estudio reveló que los únicos temas en que aparecieron distinciones genéricas relevantes en el caso de las mujeres, dijeron que extrañan más la privacidad y el no estar solas con sus parejas, manifestaron menor uso de pornografía en internet y una mayor frecuencia en la experimentación de conflictos y tensiones. En el caso de los hombres, expresaron que, durante este periodo, tienen más energía y exploran prácticas sexuales novedosas.
La encuesta
La mayoría de los respondientes de la encuesta descrita en el artículo “Intimidad y relaciones de pareja durante la pandemia de la covid-19 en Guadalajara”, fueron heterosexuales (92.5 por ciento), casados o unidos (72.6 por ciento), en parejas con residencia en común (73.4 por ciento), que han permanecido juntas cinco o más años (68.2 por ciento), con hijos (58.3 por ciento), y con un promedio de dos hijos.
Asimismo, el número promedio de personas en la casa es de tres, por lo que no sufren hacinamiento.
La mayoría de ellos se ha quedado en casa durante la pandemia (87.6 por ciento), mientras que una menor parte ha tenido que salir a su lugar de trabajo (10.9 por ciento), seguida de otra parte que ha alternado periodos de quedarse en casa con salidas laborales (1.3 por ciento).
Con respecto a lo que ocurre con sus parejas, la mayor parte observó que su pareja se ha quedado en casa (70.9 por ciento), seguida de la opción de salir a trabajar a su lugar de trabajo (26.3 por ciento) y finalmente de la opción de alternar periodos de quedarse en casa con salir a trabajar (2 por ciento). Los respondientes informaron que la mayor parte de las parejas compartió la residencia (73.4 por ciento), pero un poco más de un cuarto, el 26.6 por ciento, no es corresidente. Los retos que implica cada situación fueron distintos. Las parejas corresidentes tuvieron que ajustarse a estar veinticuatro horas al día, siete días de la semana, juntos en una vivienda dentro de la cual tuvieron que definir zonas de espacio compartido y otras de espacio privado, así fueran algunas horas o minutos al día.
La razón más sobresaliente por la que han tenido conflictos es el estrés por el encierro, tensión venida desde fuera de la pareja misma, seleccionada por el 58.4 por ciento de los respondientes, seguida de lejos por las opciones del tiempo que su pareja pasa en el celular, falta de temas comunes de conversación, diferencias frente a lo que es correcto hacer o no durante la pandemia, entre otras respuestas con frecuencias menores.
Un elemento más sobre la dinámica de las parejas durante el confinamiento es la pregunta sobre si se han planteado separarse o divorciarse en este periodo, a la que el 23.3 por ciento respondió afirmativamente. Este dato es muy alto, por lo que, de acuerdo con el estudio, se podría pensar que casi la cuarta parte de los respondientes considera que los conflictos o tensiones vividos ameritan pensar la separación o el divorcio, lo cual hace pensar que se trata de conflictos graves que ya venían gestándose tiempo atrás y que fueron agudizados por el encierro.
El confinamiento, dice el documento, coloca a la pareja frente a un espejo donde se ve desnuda. Sin las actividades fuera de casa, las interacciones en círculos de amistad, laborales y familiares, las parejas se quedan solas, y sus problemas aparecen nítidamente, lo que hace imposible ignorarlos. El motivo más seleccionado entre quienes admitieron haber pensado en el divorcio o separación (177) fue la falta de comunicación, con un 53.1 por ciento a la cual podríamos juntar con las diferencias de intereses y objetivos, mencionada por el 33.8 pro ciento. En este sentido, el conjunto con mayor porcentaje se refiere a parejas que permanecían juntas por inercia, que ya no comparten los elementos fundamentales de la unión, como la comunicación y el proyecto en común. A esto se une un tercer conjunto donde aparece el desamor, en el 26.9 por ciento, y la desaparición de la pasión sexual, en el 24.6 por ciento, elementos que remiten a la caducidad del sentimiento amoroso y el deseo.
A pesar de estar confinados, los encuestados comentaron sobre la aparición de una nueva persona, en el 35.4 por ciento, los celos en el 14.6 por ciento y la infidelidad en el 9.2 por ciento, asuntos que aluden a la crisis de la pareja por la violación del principio de la monogamia, tan caro al imaginario romántico y amenaza tradicional a las parejas establecidas. Por último, esta convivencia intensificada del confinamiento produce excesivo control para el 17.7 por ciento, y comportamientos violentos y maltrato en el 19.2 por ciento.
La vida sexual…
58.8 por ciento dijo que su vida sexual es igual a antes de la pandemia. No obstante, al comparar por grupos de edad, la respuesta de que la vida sexual permaneció igual fue más clara para adultos mayores, con 72.7 por ciento, menor para adultos medios, con un 62.6 por ciento, mientras que para los jóvenes solo fue de un 40.7 por ciento.
La vida sexual permaneció igual en mayor medida para los que llevan juntos diez años o más (62.4 por ciento), mientras que para los que tienen menos de diez años de relación fue menor (46.3 por ciento).
Con respecto a la percepción de que durante el confinamiento la vida sexual empeoró, se observó la frecuencia más alta en quienes viven en casas separadas. El grupo de los jóvenes es el que más ha visto afectada, en concordancia con ser ellos quienes tienen menor cantidad de años de vida en común y quienes más están implicados en relaciones donde no comparten casa.
SRN