La cuenca del Atoyac-Zahuapan que abarca 84 municipios, de los cuales, 26 se encuentran en el estado de Puebla; cuatro en el estado de México; y 54 de Tlaxcala, recibe al año más de 200 millones de metros cúbicos de agua residual al año.
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De acuerdo con el análisis realizado por Samuel Rosado Zaidi, especialista en Economía y Medio Ambiente por la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), la cuenca se convirtió en un drenaje para los habitantes, poblaciones y empresas.
Los corredores industriales de Tlaxcala, así como como los de Huejotzingo y Cuautlancingo, así como las descargas son los principales emisores de contaminantes que perjudican principalmente a las zonas de cultivo.
La convivencia armónica con las condiciones ambientales favorables se dio durante siglos hasta la llegada del modelo industrial en el siglo XX; sin embargo, en la actualidad, se presentan complicaciones ambientales.
Los niveles de contaminación de la cuenca que comparten Puebla, Tlaxcala y el estado de México erosionan la calidad de vida de miles de pobladores de las comunidades para las que el acuífero solía ser sagrado, lamentó el investigador.
El investigador destacó que se presenta una alta probabilidad de enfermedades crónico-degenerativas superior en poblados cercanos a los ríos Atoyac y Zahuapan ante la presencia de los contaminantes.
“El problema es más grave en comunidades campesinas cuya convivencia con el río está fuertemente atada a su trabajo, identidad y modos de vida. Se calcula que se vierten hasta 200 millones de metros cúbicos de agua residual al año. La mayor parte de las descargas llegan de forma directa al río Atoyac; el resto, a través de canales, riachuelos e infiltraciones”, destacó el investigador.
En foro especializado de la Universidad Iberoamericana Puebla, el investigador destacó que la historia de las comunidades de la región de la cuenca Atoyac-Zahuapan data de los primeros asentamientos en Cacaxtla y Xochitecatl, atraídos por la abundancia de agua y tierra fértil.
En la actualidad, 85 por ciento de la población de la cuenca vive a menos de tres kilómetros de una gran industria y donde parte de empresas vierte al ambiente diferentes contaminantes, en diferentes ocasiones, de forma clandestina.
“Las comunidades, en su mayoría campesinas, están expuestas a una diversidad de sustancias genotóxicas que derivan en enfermedades en la piel, intoxicaciones, malformaciones y muertes prematuras. Esta vulneración ha sido denunciada por décadas ante instancias locales y nacionales; también se han emprendido acciones comunitarias para proponer un protocolo de saneamiento integral de la cuenca”, destaca el investigador en su análisis.
Por su parte, Numa Castro González, investigadora de la Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), destacó que la inocuidad de los alimentos en la cuenca se ve amenazada porque los suelos en los distritos agrícolas de Tlaxcala y Tecamachalco presentan mayor cantidad de metales pesados como consecuencia de la mezcla de las aguas residuales con fertilizantes.
Los problemas derivan en comestibles con alteraciones químicas y microbiológicas perjudiciales para el organismo, además de que perjudica a las personas que trabajan en los sembradíos debido a la exposición directa con la tierra.
AAC