Ya perdiste la cuenta de las veces que te han metido el hisopo por la nariz, pero es la primera ocasión que pagarás por una prueba rápida.
Solías acudir al quiosco que el gobierno capitalino instaló en la Glorieta del metro Insurgentes, pero sabe por qué lo cerraron desde mayo. Irías al quiosco que se encuentra en la explanada de la alcaldía Cuauhtémoc, pero el sábado pasado que anduviste por allá, un funcionario te recomendó formarte desde las 6 de la mañana para que puedas alcanzar una de las 250 fichas que reparten al día.
Entonces pedaleas hacia la farmacia San Pablo, la que está en la esquina de Insurgentes con Chihuahua, donde unos conocidos te han dicho que no es necesario desvelarte ni sacar cita por internet. “Te pasan de volada”. Al llegar, sin embargo, lo primero que observas es un gentío que incluso invade el carril para las bicicletas. Es un gentío atento a las instrucciones que da una de las empleadas a través de un megáfono azul. Por esa mujer te enteras de que, primero, debes ir a la caja 1, pagar 237 pesos y regresar con ella para que te entregue un formulario. Pero como es la hora de la comida del personal médico, tendrás que esperar hasta las 2:30 de la tarde.
En esa espera, otra de las trabajadoras de la farmacia te cuenta que realizan 400 pruebas al día, pero que ha habido jornadas donde han hecho hasta mil. Que calcula un 30 por ciento de positividad, aunque te avisa que un día tomaron 300 pruebas y la mitad salieron positivas. “El contagio está peor de lo que dicen”, especula.
También te platica que “el target” de esta farmacia son extranjeros que necesitan certificados médicos para viajar, trabajadores de las colonias Roma y Condesa, y jóvenes, muchos jóvenes de entre 18 y 30 años.
—¿Y qué te dicen o qué hacen cuando les entregas el resultado positivo?
—Nada. Como que ya saben que lo tienen y no más vienen a confirmarlo.
Como sucede con Deborah, una diseñadora gráfica que no pierde la compostura ante el resultado positivo. “Todos en mi trabajo están contagiados, era obvio que yo lo estuviera”, se resigna.
Quien no está resignado al virus es Mario, jefe de mantenimiento en dos restaurantes. “Si salgo positivo, me mandan a la casa quince días y sólo me pagarían la mitad de sueldo”, se queja porque no son tiempos para recibir menos salario: su hija, de 22 años, y su hijo, de 25, están contagiados y necesitan medicinas. “A mi hija se le ha complicado la enfermedad: le duelen los pulmones, pero también todo el cuerpo”.
Mario tiene 47 años, vive en Chimalhuacán y, si no fuera porque su jefe le paga la prueba, dice que estaría formado en el centro de salud de su barrio. “Allá no cobran y hay la misma fila que aquí”.
Resultado de Mario: negativo. Igual al resultado de Cristina, una turista española que regresa mañana a su país y que requiere de un certificado médico para subirse al avión. “Es raro que un extranjero salga positivo”, te dice la empleada de la San Pablo y tú recordarás la plática que tuviste hace apenas una hora atrás con una de las trabajadoras de sucursal de la Farmacia del Ahorro que está en Insurgentes y San Cosme.
Pedaleaste hasta allá para realizarte la prueba, pero no se pudo porque tenías que sacar cita por internet.
“Hacemos sesenta pruebas diarias, la mayoría para extranjeros”, te dijo la trabajadora. “Las cinco o seis personas que salen positivas casi siempre son mexicanas y muy jóvenes”.
—O sea: ¿ el promedio de positividad con ustedes es alrededor del 10 por ciento?
—Sí, pero es engañoso. Nosotros sabemos que está alto el contagio por la cantidad de gente que viene a surtir sus recetas con anticoagulantes, inmunosupresores e inhibidores como el Remdesivir. En otras sucursales sale hasta la mitad de positivos. Aquí no porque, aunque no lo creas, el turista se cuida”.
Una de esas sucursales donde el promedio de positividad es mayor está en la calle de Florencia, en la Zona Rosa. Y pese a que también es una zona turística, el médico Roberto Ansaldo te contó que ha habido días en que el 50 por ciento de los pacientes dieron positivos. “Tanto extranjeros como mexicanos se están contagiando. Hacíamos 28 pruebas a la semana, pero después de las elecciones estamos aplicando entre 80 y 90 al día”.
Al médico lo que más le ha llamado la atención en esta tercera ola son los contagios entre niños. “Me han tocado tres positivos, pero está creciendo la tendencia en esa población. El regreso a clases puede ser una mala idea”.
Como fue mala idea irte de vacaciones. Mírate ahora: formado en la farmacia San Pablo de Insurgentes, esperando tu resultado.
ledz