Lengua de señas para todos para una verdadera inclusión

El lenguaje y la posibilidad de comunicarse sigue siendo un obstáculo para la comunidad sorda en Jalisco, que es segregada en ámbitos como el educativo y de salud.

El lenguaje y la posibilidad de comunicarse sigue siendo un obstáculo para la comunidad sorda en Jalisco (Fernando Carranza)
María Ramírez
Guadalajara /

Lengua de señas para todos” es el lema con el que este año se celebró el Día Internacional de las Lenguas de Señas el pasado 23 de septiembre, lema que Ana Herrera y Alejandrina, como integrantes de la Asociación Silente de Jalisco, buscan replicar en Jalisco, pues aseguran que el problema principal a nivel nacional y estatal que limita la inclusión de la comunidad sorda es el lenguaje.

La pandemia de covid-19 ha reducido la posibilidad de esta población para competir por un puesto de trabajo, además de ser segregados en los ámbitos educativo y de salud.

“Hacen falta más intérpretes para que los sordos puedan acceder a la educación porque sólo hay ciertas carreras para las personas sordas (...) ahorita en tiempos de pandemia es más complicado porque los sordos a veces no tienen un acceso al empleo por el tema de educación”, señaló Ana, presidenta de la asociación.

Ana nació con sordera profunda, sus padres se dieron cuenta de que no podía percibir el sonido hasta que ella tenía dos años y medio. En aquella época, los años ochenta, no existía la tecnología o los métodos para detectar la sordera.

“En un tiempo mi papá me llevó a Jocotepec, con un médico que conocía de la familia. El comenzó a hacer su propio diagnóstico y se dio cuenta porque estaba dormida, me gritaban y no me levantaba. Y fue así como tuvo la certeza”, relató.

Para Ana, la integración en la sociedad fue difícil, sobre todo en el salón de clases, a pesar de que ella siempre se percibió como una chica sociable; encontrar escuelas incluyentes en el estado fue complicado para sus padres, algo común todavía entre la comunidad sorda.

Su experiencia ha motivado a Ana a preocuparse porque esta población se involucre en temas de diversidad sexual, religiosa, educativa y artística, temas que toca desde la Asociación Silente del estado para garantizar un desarrollo social más íntegro.

Para Alejandrina tampoco fue fácil: originaria de Nayarit, ella y su familia tuvieron que migrar a Jalisco en búsqueda de escuelas incluyentes y de una vida que le garantizara más apertura, ya que en su estado natal era más notoria la falta de inclusión. Ella nació siendo oyente, pero a la edad de 3 años perdió el sentido, lo que orilló a sus seres queridos a crear una lengua de señas.

Con el paso de los años Alejandrina se vio retada a aprender una lengua de señas formal para desenvolverse en el ámbito educativo, sin embargo, sostiene comunicación con su familia con señas “caseras”. Es una de las pocas personas sordas que ha logrado llegar hasta el grado de licenciatura, aunque desertó en cuarto semestre.

Alejandrina pertenece a la comunidad LGBTTTI y su pareja es oyente, rompiendo así el patrón entre la comunidad sorda.

“Si se casan personas sordas con una oyente pero normalmente es un poco complicado que entiendan un poco la cultura sorda. que haya comunicación en lengua de señas para que realmente sea una relación y como en todo se puede dar las relaciones inestables”, explicó Ana.

En Jalisco falta mucho visibilizar a este sector y reforzar las políticas públicas para garantizar una vida incluyente, en la oferta laboral y en lo educativo, que es lo que puede cambiar la realidad de la comunidad.


JMH

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