A finales de 2020, año de la pandemia, en Jalisco se registraron 43 mil mujeres menos en el mercado laboral que en el mismo periodo de 2019. Así, la tasa de trabajo femenino disminuyó de 47.23 por ciento a 44.74 por ciento en un año, esto es 2.5 puntos porcentuales menos que antes de que el covid-19 formara parte de la vida cotidiana.
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De acuerdo con el Censo de 2020, en la entidad hay 3 millones 397 mil 067 mujeres de 12 años y más, de las cuales 1 millón 765 mil 287 son económicamente activas, es decir, el 52 por ciento de la población femenina de esas edades. Esa cantidad de mujeres ocupadas y desocupadas, representaron el 41.6 por ciento del total de la población económicamente activa en el estado, el restante 58.4 por ciento correspondió a los hombres.
En el artículo titulado “El nuevo rostro de la mujer en el mercado de trabajo asalariado. El caso del estado de Jalisco”, publicado en 2016, se lee que en la actualidad, los roles y estereotipos que la sociedad determina para hombres y mujeres están fuertemente ligados a la presencia de los hijos e hijas, señalándose de manera muy importante la imagen de la mujer en relación con la maternidad y el cuidado de la familia y que, a partir de la categoría de género, se ha llegado a determinar lo que tradicionalmente se reconoce como “lo natural” del papel de la mujer.
En este aspecto no es otra cosa que la asignación de roles y conductas determinadas por la sociedad misma. Sin embargo, los roles y estereotipos como construcción social no son eternos ni susceptibles de cambios.
En este sentido, hasta hace poco tiempo la imagen de la mujer soltera, joven, “sin compromisos” engrosaba las cifras de la población trabajadora, respondiendo a un modelo de familia dependiente del salario del hombre y percibiendo su remuneración como “ayuda” al gasto familiar.
En los datos publicados por el Instituto de Información Estadística y Geográfica (IIEG) en el estado, se puede observar que la población femenina ocupada que tiene entre 30 a 59 años asciende a 911 mil 499 mujeres, que representa 63.3 por ciento del total, seguido del rango entre 20 a 29 años con 24.4 por ciento.
Por otra parte, el 5.6 por ciento tiene entre 15 y 19 años, mientras que 6.7 por ciento de las mujeres que trabajan tienen 60 años o más.
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Por sector de actividad económica, 740 mil 051 de las mujeres ocupadas laboran en el sector servicios y representan el 48.41 por ciento de los trabajadores de ese ámbito.
En el rubro que tienen menor participación las mujeres es en construcción, con 13 mil 973 (4.36 por ciento) en comparación con los hombres, que son 306 mil 705 (95.64 por ciento).
El sector comercio es el único en el que las mujeres son mayoría, con 431 mil 932 mujeres (51.41 por ciento) contra 408 mil 306 que son hombres (48.59 por ciento). En el cuarto trimestre de 2019, el 35 por ciento de las mujeres que trabajaban ganaban de uno hasta dos salarios mínimos, 16.4 por ciento recibían hasta un salario mínimo, y únicamente el 3.2 por ciento de las mujeres percibían ingresos superiores a los cinco salarios mínimos. En contraste, en el cuarto trimestre de 2020, el 40.3 por ciento de las mujeres gana de uno a dos salarios mínimos, 17.8 por ciento menos de un salario mínimo y 2.6 por ciento ganó un salario superior a los 5 salarios mínimos.
El artículo citado, “El nuevo rostro de la mujer en el mercado de trabajo asalariado. El caso del estado de Jalisco”, resalta que el modelo tradicional de proyección económica entre hombres y mujeres sufre cambios sustantivos: “Se puede constatar la presencia de mujeres casadas que tienen jornadas de trabajo de ocho horas diarias en un porcentaje importante. Este solo hecho nos obliga a pensar en la necesidad que tienen de contar con ayuda para el cuidado de hijos e hijas, que hasta hace poco tiempo era tradicional encontrarla en su familia de origen (abuela, madre, hermana) o en las guarderías públicas y, como recurso final, el pago para contar con ese servicio”.
Las mujeres “pasan de ser ‘hijas que trabajan’ a ‘madres trabajadoras’. Este cambio cualitativo implica no sólo una cuestión de roles, ya no se trata del hombre proveedor, cuyas actividades se desarrollaban en el ámbito público y la mujer dependiente económica y responsable del cuidado y atención de la familia en el espacio de lo doméstico, sino que ello conlleva la necesidad de implementar estrategias en las que la presencia del hombre se hace cada vez más notoria, así como del estado en programas de apoyo”, señala el documento.
Para los autores de la investigación, es evidente que el trabajo femenino en el contexto jalisciense reviste características que no pueden ser vistas como el resultado de un evento único que se presenta de una manera rígida, dada su complejidad. Si bien es cierto la mujer a través del tiempo siempre ha estado ligada al trabajo asalariado de una manera permanente, sus formas de inserción, así como las características que presentan como grupo laboral, muestran una nueva silueta que responde a las circunstancias temporales que actualmente vivimos.
“Se avisora una mujer/madre/esposa/trabajadora que gracias a los resultados de su ingreso a las aulas ha incrementado su nivel de escolaridad permitiendo una competencia mucho más calificada y por otro lado, al aumento de las mujeres dentro de las actividades económicas como pequeñas empresarias, lo que poco a poco surge como una fuerza de trabajo calificada y competente”, se afirma.
“Esta imagen conformada a través de las estadísticas deja en la mesa de discusión una serie de implicaciones que van desde sus condiciones de salud, hasta los efectos que, en torno de sus relaciones interfamiliares pudiera haber. Definitivamente, las formas adoptadas por el trabajo femenino responden a una dialéctica determinada por hechos sociales e históricos”.
En Jalisco durante el cuarto trimestre de 2020, las mujeres trabajadoras con secundaria terminada ganaron 33.86 por ciento menos que los hombres con el mismo nivel educativo, mientras que las que tienen una carrera profesional concluida percibieron 12.72 por ciento menos. La brecha más grande en términos relativos es en aquellos que no tienen ningún nivel educativo, pues las mujeres ganan la mitad de lo que ganan los hombres.
Con relación a las cifras del cuarto trimestre de 2019, el número de empleadores disminuyó para hombres y mujeres, -19.7 por ciento y -18.3 por ciento, respectivamente.
En contraste, el de trabajadores por cuenta propia subió, aunque el mayor aumento se dio en los hombres, con 17.6 por ciento, contra 2.5 por ciento en las mujeres, lo que sugiere que el impacto de la pandemia fue desigual.
“Actualmente y dada la flexibilización de las formas del mercado laboral, las pautas de consumo y las nuevas tecnologías, están mostrando otra cara diferente a las que venían dando y cobijando la incorporación de la mujer al mundo laboral”, se explica en el texto.
“Sin embargo, en este mundo laboral todavía no se aparta de lo que en principio estaba determinado para las mujeres como ‘su responsabilidad’; que es el trabajo doméstico, resaltando la característica reproductiva como el interés más importante, así como ser la responsable de la crianza de hijos e hijas, del cuidado de la familia, por mencionar sólo los más señalados; sin que por ello deba descuidar su trabajo remunerado en cualquiera de sus modalidades de inserción”.
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SRN