Miklo Rivera, oriundo de la Ciudad de México, llegó al Estado de México desde el año 2013; recuerda que de pequeño creció en un entorno familiar violento y la educación militarizada que recibió abonó a germinar ideas erróneas en su formación. Sin embargo, la sed de buscar un equilibrio ante las injusticias fue el incentivo que lo llevaría a emprender una lucha ardua por los derechos humanos. En entrevista con MILENIO el activista habla sobre su trabajo de investigación y acompañamiento para las familias y supervivientes de hechos violentos.
La infancia para Miklo estuvo rodeada de una hostilidad que le cubrió la cabeza con ideas equivocadas sobre la vida, posteriormente un internado militar en el fondo reforzaba preceptos mal encaminados. La pelea contra la violencia comenzó desde temprana edad, el primer enemigo fue su mente: eliminar posibles conductas basadas en machismos y misoginia, abuso y otras formas de agresión. “Siempre tuve la idea de ayudar a los más vulnerables, desde joven me metía en problemas por eso. Me dolía no tener la fuerza -porque en aquel momento creía que era sobre fuerza- pero nunca me quedé callado ante las injusticias”.
Refiere que de chico era contra los más grandes de edad, de adolescente eran los más fuertes y ahora en la edad adulta “te das cuenta que se trata de estructuras de poder, como las corporaciones policíacas o cúpulas de poder político, el débil contra el fuerte; trato de ser respetuoso de la leyes aunque creo que cuando una norma es injusta hay que romperla, lo cual ha dado entrada a movimientos sociales que no están conformes tal vez con la manera en que la ley es ejecutada”.
Miklo es periodista de investigación y activista, combinó ambas labores para enfocarlas principalmente a la defensa de los derechos humanos y violencia de género. “El periodismo es una casualidad, lo ejerzo como un oficio no como una profesión”.
Ayuda al prójimo
Su llegada a Toluca se dio mientras desarrollaba una novela negra que lo llevó a iniciar investigaciones sobre las problemáticas en materia de seguridad que aquejan a la entidad mexiquense y fueron las entrevistas con elementos de seguridad, prostitutas, así como familiares de víctimas de diversas formas de violencia las que alimentaron el hambre de encontrarle un cierre a hechos indescriptibles.
“Me he capacitado constantemente en cursos de género, en materia de desaparición de personas, trata de personas, secuestro, trato de tomar todos los diplomados posibles tanto presenciales como en línea porque es de suma importancia estar preparado para manejar la información con todo el respeto y cuidado”.
Sus inicios en el periodismo coincidieron con la oferta de un programa de radio sobre motociclismo, sin embargo, éste lo limitaba a vincular todo su contenido con temas sobre la cultura motociclista así que sugirió cambiar la temática del programa a un asunto de investigación para darle voz a las personas que pasaron o pasaban por una experiencia traumática. “Me di cuenta que se le daba una cobertura limitada a estas noticias, es decir, se daban a conocer los hechos concretos pero las víctimas tenían mucha información por compartir y la intensión era darles ese espacio”.
Sin embargo, decidió llevar más allá su intensión de apoyo y empezó a interpretar los expedientes para las familias de víctimas quienes le pedían que les ayudara a interpretarlos pues lamentablemente las fiscalías no hacen esa labor y en ese proceso se dio cuenta que había muchas carpetas incompletas, violaciones a sus derechos -cometidas por las mismas autoridades-, omisiones deliberadas, “aunque finalmente mi intensión no era, ni es, que las familias y víctimas deban enfrentar una confrontación si no que realmente conozcan todo el panorama y sepan lo que pueden exigir”.
En este camino conoció personal de instituciones que más adelante serían un medio de apoyo para canalizar a las víctimas involucradas en delitos contra menores o mujeres. Ejemplo de ello es el Observatorio Ciudadano de Búsqueda, así como las comisiones de búsqueda.
El acompañamiento vino después de esto ya que -afirma- las fiscalías no hacen el trabajo completo y ponen a los afectados a hacerlo, lo cual es un riesgo porque hay madres que pierden a sus hijas y se quedan con los pequeños, de manera que muchas veces ellas deben ubicar al responsable del delito y pasar la información con las autoridades pero éstas no toman acción inmediata, “por eso ayudo en esa parte de la carpeta, acudo a tomar fotos de las actividades del individuo y domicilio para ubicarlo, con el objetivo de que eso sea integrado a la carpeta de investigación".
Miklo también visita todas las zonas de feminicidios que cubre, el sitio de la desaparición, o si hay algún hallazgo de restos, así como levantamiento de cuerpos, se entrevista con los peritos y todo el personal presente para recabar los mayores datos posibles. Rivera confirma que muchas de las investigaciones no las publica en sus redes para evitar revictimizar o poner en riesgo tanto a los dañados como a él.
El material gráfico que obtiene, es decir, las fotografías que reúne le sirven como archivo para analizar detalles que a veces las autoridades omiten decirles a las familias, desde las condiciones en que encuentran los cadáveres, la ropa, la forma en que están dispuestos, el grado de descomposición, hasta la zona. “Hago un análisis del contexto para saber las problemáticas del entorno, es decir, qué grupos del crimen organizado operan, si ha habido otros casos, a qué podrían estar vinculados”.
Las fotografías en todos los casos son para mero uso de investigación y un tema que está presente siempre en su labor es la Ley Ingrid, desde antes que ocurriera este lamentable caso, asegura que jamás ha buscado vulnerar a las familias al ver imágenes circulando de las condiciones en que encontraron a su familiar.
Machismo, crimen organizado y sectas
Miklo da a conocer que en el Estado de México hay desapariciones, feminicidios y homicidios relacionados con el crimen organizado, trata de personas, violencia machista, usurpación de territorios, apropiación de recursos naturales, sectas e incluso asesinos en serie activos. “Son diversas las problemáticas, por eso es importante el análisis de contexto y saber dónde estás parado”.
Hay temas delicados como el secuestro, trata de personas y prostitución infantil que no se pueden hacer públicos por temas de revictimización y seguridad de los involucrados, ya que hay zonas de la entidad donde incluso los pobladores prefieren vivir la tragedia de la pérdida en silencio a denunciar por el miedo de las represalias.
Protección a defensores
En lo que va de 2022 los homicidios contra periodistas han generado impacto y hablar de asesinatos contra activistas de cualquier índole es también reconocer las altas cifras alrededor del tema. Pese a que resulta un trabajo necesario no deja de ser un riesgo pues a lo largo de este escabroso camino Miklo ha recibido tres amenazas de muerte por casos diferentes en los que ha participado.
Actualmente pertenece al mecanismo nacional de protección para activistas y periodistas, porta un botón de asistencia las 24 horas del día. Aceptarlo resultó un reto ya que por malas experiencias no tiene devota confianza en la policía, especialmente corporaciones municipales. “No digo que todos, pero es difícil saber quién no tiene vínculos con el crimen organizado y en quién confías, entonces hasta para hacer una denuncia no sabes si trabajan para alguien o si en algún momento se van a vender. Hay zonas en las que no puedo entrar solo, cuando la intensión es que haya discreción trabajo con Policía Estatal o Federal, pero cuando el peligro es mayor acudo con la Guardia Nacional, he optado por prescindir de los municipales.
“Agradezco la protección, pero me duele saber que hay víctimas en peligro sin una medida de éste tipo y no saben que deberían tenerlas”.
Remarca que lamentablemente las instituciones no están dando todo de sí para erradicar el lastre de la violencia, aunque ha encontrado funcionarios que ‘debajo del agua’ facilitan algunos apoyos a nivel institucional falta demasiada voluntad pues muchas se rigen de eventos públicos para la foto cuando la realidad es que su esfuerzo no llega ni a 50 por ciento.
“Todo el dinero que mueve el activismo en materia de derechos humanos es mucho y sé que desgraciadamente no llega a donde debería de estar, si no muchas veces queda en los bolsillos de otras personas, son vicios políticos y sonrisas de campañas”.
Daños colaterales
“Mucha gente me dice que soy valiente pero todo el tiempo tengo miedo, trato de que ese miedo no me controle, ni me estorbe, lo aprovecho como un instinto de supervivencia al ver cosas tan duras, sobre todo la violencia a menores, tanto los infanticidios como los supervivientes, las cosas que te cuentan te desgarran, hablar con las mamás de las víctimas también porque te dicen las cosas muy crudas. Uno quiere tener cuidado a la hora de expresarse y no verlos como cuerpos, ni estadísticas, pero ellos hablan tal cual fueron las cosas y eso es muy difícil. Pensar en el horror y el sufrimiento que las víctimas vivieron previo a su muerte es terrible”.
Con fallidos intentos en la búsqueda de encontrar contención psicológica lamenta que las instituciones no tengan la capacidad al estar rebasadas y prefiere pensar que no es falta de voluntad por parte de éstas, ya que el país y la entidad son territorios con altos índices de violencia.
“El personal médico no es suficiente para atendernos a todos. Busqué ayuda con particulares, sin embargo, al referir la problemática por la que voy les da miedo verse involucrados en algo o me dicen que no pueden con el tema, así que me canalizan, pero es lo mismo en cada consultorio, así que desistí. He tratado de evocar lo que veo con deporte, ambientes familiares armoniosos o bien desconectándome de todo, del teléfono que no para de sonar, las noticias. Es necesario hacerlo por salud mental y emocional”.
Luchar desde su trinchera
Para hablar del feminismo desde el privilegio masculino es necesario citar la siguiente frase: El aliado de una es el agresor de otra. Para muchos hombres resulta ofensivo que las mujeres les pidan mantenerse ‘a raya’ del movimiento, pero para Miklo es una justa exigencia pues considera que como varones deben involucrarse -no dentro de la lucha feminista- si no al tomar acciones a través de las nuevas masculinidades, un tema que está ‘en pañales’ frente al feminismo que lleva tres siglos de vida.
Pues el primero tuvo sus primeros avistamientos en los años setenta, “en México tomaron fuerza estos estudios de género en 2017 por el aborto y en 2018 por las marchas de las mujeres, entonces realmente hemos tomado como ejemplo la lucha feminista pero tenemos que entender que la mayoría de las agresiones vienen de nosotros, pese a que existan instituciones e incluso mujeres que las reproduzcan, finalmente benefician al hombre y los principales en ejercerlas somos nosotros, entonces quienes debemos trabajar eso somos nosotros”.
El hecho de que no se involucren no es sinónimo de ‘cruzarse de brazos’. “Muchos hombres se muestran como aliados, pero lo que buscan al final es una validación bajo el argumento de la deconstrucción así que más que considerarme como un aliado, es que tengo valores y trato de involucrarme en diversas formas de ayuda desde llevar juguetes, comida o ropa a comunidades marginadas, o a los indigentes, incluso en rescates de animalitos, lo ideal es tratar de involucrarse aunque nuestras condiciones familiares o laborales no lo permitan, es importante intentar hacer algo diferente”.
Asegura que aunque resulte gratificante recibir reconocimiento, no se trata de buscar protagonismo, si no de visibilizar problemáticas reales que carcomen y destruyen vidas.
“Es necesario ser empáticos y ponernos en el lugar del otro para entender qué necesita, qué sufre, qué vive, qué siente; en general siempre habrá personas más desfavorecidas o privilegiadas desde la clase, el género, la etnia. Hay que entender de qué forma se violan y protegen los derechos humanos, como hombres muchas veces no somos consientes de cuando lastimamos a nuestras parejas, madres, hermanas, hijas y el primer paso es eso: darte cuenta, si tienes esa pequeña chispa de conciencia para atenderlo es un gran cambio. Hay que buscar terapia y aprender a escuchar cuando nos dicen: ‘me duele’, para erradicar acciones dañinas”.
KVS