Los muros del Museo de las Identidades en León guardan muchas historias. En su pasado este lugar fue un sitio en el que nadie quería estar, pues aquí se pagaban las faltas a la ley mediante una condena en la cárcel municipal.
Sin embargo la historia de este inmueble data desde mediados del siglo XVIII, cuando era una finca y sus dimensiones abarcaban toda una cuadra, con hasta tres funciones diferentes.
De acuerdo a datos históricos del Instituto Cultural de León (ICL), el ahora Museo de las Identidades Leonesas comenzó siendo utilizado como granero de un hacendado de nombre Cristóbal Marmolejo, quien tenía su hacienda por la presa del palote ahora Parque Metropolitano y por la colonia los Castillos, por lo que el grano que generaba su hacienda lo guardaba en el edificio ubicado sobre la calle Justo Sierra 202 en la Zona centro de León.
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Hasta la fecha el lugar todavía conserva algunos detalles que reflejan su estilo como lugar de almacenamiento de granos, incluso la directora de Fomento Cultural y Patrimonio de León, Nora Delgado Magaña, comentó que algunos detalles de la faceta de lugar de granos, se observan en las puertas que tiene este histórico lugar.
"Si vemos por ahí alguna de las puertas todavía tienen esas herrerías que nos recuerdan mucho a las haciendas", comentó.
Posterior a la utilización de lugar de granos, pasó a ser la casa del diezmo en León, que administraba el Arzobispo Velarde quien recibía donaciones y la cuota del diezmo que en aquel entonces era muy común, el edificio se decidió que fuera para esa función por su ubicación y por su popularidad entre los ciudadanos de aquella época; después de la ley de reforma dejó de fungir como tal.
Después de su etapa de fungir como casa del diezmo pasa a ser una casa de cuna de las Hermanas de la Caridad, justamente para que tengan un hospicio en la ciudad y puedan servir a la comunidad, en donde no sólo se recibían a niños en situación de calle, sino que daban hospedaje a las personas que llegaban de viaje o que ocupaban atención por alguna enfermedad.
Las Hermanas de la Caridad se encargaban de cuidar a los niños desamparados también y darles educación, posteriormente se mudan al santuario de la Virgen de Guadalupe también en la zona centro y dejan el inmueble en junio de 1878.
Al poco tiempo la estructura tuvo adaptaciones para fungir como cárcel de la ciudad, con reos que tenían delitos menores y los cuales los domingos realizaban trabajo comunitario en la ciudad, como barrer las calles, realizar jardinería, entre otras.
Por cuestiones de imagen la cárcel fue trasladada a las afueras de la ciudad para así dejar el edificio con otras actividades que favorecieran el panorama del centro.
Dentro del museo todavía se conservan detalles impresionantes de la época, como la campana de toro la cual está a la mitad del patio donde los reos salían a consumir sus alimentos y al escuchar la campana sabían que era momento de consumirlos.
Además se conserva intacta la celda 18, la cual era de castigo para los reos más problemáticos de la cárcel, en este atractivo histórico se coloca un proyector que recrea la actividad de los presos.
Tiempo después en la década del siglo XIX se adaptó el lugar y para 1994 se instaló la biblioteca pública Wigberto Jiménez Moreno, iniciando con las actividades culturales en dicho lugar, por lo que en el año 1999 se otorgó la custodia del edificio al Instituto Cultural de León.
A partir del 2015 se convierte en el Museo de las Identidades Leonesas, siendo el único en su tipo y presentando obras de calidad y que reflejan el talento.