Familiares de personas suicidas sufren estigma y falta de apoyo

Los afectados a menudo quedan aislados de sus redes de apoyo tradicionales, y tras perder a alguien que atentó contra su vida quedan sumidos en un duelo con culpa, dice especialista

Jalisco registró 635 suicidios durante el 2023 | Cortesía
Teresa Sánchez Vilches
Guadalajara /

El suicidio es una de las problemáticas de salud mental más devastadoras que afectan no solo a quienes toman la decisión de acabar con su vida, sino también a sus familiares y allegados, quienes quedan sumidos en un duelo complejo, cargado de estigma, culpa y un insuficiente apoyo social e institucional.

De acuerdo con Luis Miguel Sánchez Loyo, profesor del Departamento de Psicología, Educación y Salud (DPES) del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), que ha trabajado ampliamente en el tema, las familias de personas que han muerto por esta causa enfrentan múltiples conflictos que dificultan enormemente su proceso de duelo.


Como señala Sánchez Loyo, la muerte por suicidio conlleva un duelo particularmente complicado porque culturalmente no sabemos cómo manejarlo. Mientras que en otras circunstancias, como la muerte por enfermedad, existen rituales y formas de procesar la pérdida que son socialmente aceptadas y apoyadas, el suicidio se percibe de manera diferente.

¿Qué pasa con familiares de víctimas de suicidio?

Las familias de quienes han muerto por suicidio tienden a sentir una responsabilidad tácita sobre el hecho, lo cual genera un fuerte sentimiento de culpa: “Es común que las familias lleguen a presentar sentimientos de culpa, acompañados de la tristeza habitual por la pérdida de un ser querido”, explica Sánchez Loyo. Este sentimiento es alimentado por la constante reflexión sobre lo que pudieron haber hecho para prevenir, y la posibilidad de que hayan ignorado señales o no hayan evaluado adecuadamente el riesgo.

Este duelo puede prolongarse mucho más que el de otras muertes debido a estas complejidades emocionales, y no es raro que el estrés y la ansiedad asociada a la pérdida puedan poner a otros integrantes de la familia en riesgo de suicidio: “No es raro que familias que hayan perdido un ser querido por suicidio luego presenten intentos de suicidio en otros integrantes de la familia”.


Otro aspecto crítico que destaca el también académico de la Universidad de Guadalajara es el estigma social que rodea al suicidio, el cual se extiende a los familiares. Esto no solo es socialmente doloroso, sino que también tiene consecuencias prácticas: las familias afectadas a menudo se encuentran aisladas de sus redes de apoyo tradicionales, como amigos y otros familiares. Esto se debe a que las familias de personas que se han suicidado son a menudo, de forma silenciosa, consideradas corresponsables de la muerte: “A estas familias no se les apoya porque también socialmente de alguna manera los hacemos corresponsables de esa muerte”.

Este discurso revictimizante, dice Sánchez Loyo, ha sido promovido de manera errónea en las políticas del gobierno mexicano en relación con problemas psicosociales. Por ejemplo, se tiende a culpar a las familias de personas que han fallecido debido a adicciones o suicidio, perpetuando así un ciclo de aislamiento y dolor. Esto también implica una carencia de programas de apoyo específicos que aborden las necesidades emocionales y psicológicas de estas familias.

¿Qué iniciativas hay para apoyo psicológico?

Aunque existen algunas iniciativas, como la Clínica de Duelo de la Universidad de Guadalajara y el proyecto Presencia del ITESO, estos esfuerzos son limitados y no forman parte de un programa integral que involucre a diversas instancias del gobierno y la sociedad civil. Estos apoyos son puntuales y limitados. “No son apoyos integrales como se les están dando también de manera muy correcta a las víctimas de desapariciones”, explica. Esto significa que las familias de personas que se han suicidado deben buscar ayuda en diversas instituciones que ofrecen servicios a la población en general, lo cual puede ser un proceso fragmentado y, a menudo, ineficaz.

La carencia de un programa preventivo integral es un aspecto que el profesor considera fundamental. “No hay un programa preventivo para ellos, sino que hasta que tienen el malestar emocional es que se les atiende”. Esto implica que, al contrario de lo que sucede con las víctimas de desapariciones o violencia, no hay un acompañamiento temprano que podría ayudar a mitigar el impacto emocional y prevenir posibles problemas de salud mental en los sobrevivientes.

Para el psicoterapeuta es urgente desarrollar políticas públicas que brinden un apoyo más amplio y accesible para los familiares de personas que han muerto por suicidio. Es fundamental que estos apoyos consideren la prevención del malestar emocional desde etapas tempranas y ofrezcan acompañamiento psicológico continuo.

En conclusión, dice, las familias que enfrentan la pérdida de un ser querido por suicidio sufren de una doble victimización:

  • Estigma social que las aísla
  • Falta de apoyo estructurado y específico que aborde sus necesidades de manera integral.

Es primordial que tanto las autoridades locales en Jalisco como a escala nacional reconozcan estas carencias y trabajen hacia la implementación de políticas y programas que no solo respondan, sino que también prevengan y apoyen de manera efectiva a estas familias vulnerables.

¿Cuántos suicidios se han registrado en Jalisco?


De acuerdo con los datos más recientes proporcionados por el INEGI, en 2023, Jalisco registró 635 suicidios, un dato que evidencia una crisis alarmante en el estado.


Las cifras preliminares revelan que 84.4 por ciento de estas muertes correspondieron a hombres, lo que refleja una preocupante tendencia: la mortalidad por suicidio en varones es 5.4 veces mayor que en mujeres. Este dato pone de manifiesto una realidad que muchas veces pasa desapercibida: la falta de atención y apoyo efectivo en salud mental, especialmente para los hombres.

El análisis de los datos muestra que el 41.1% de los suicidios correspondió a personas de entre 20 y 34 años, es decir, cuatro de cada diez muertes por esta causa.

SRN


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