Para la familia Córdova del Carmen, las casas con tecnología 3D, que construye la fundación mexicana Échale, en Nacajuca, a 40 kilómetros de la capital tabasqueña, son una cobija que tapa las consecuencias que causa las inundaciones en la entidad anualmente.
Cada otoño, Icela Del Carmen junto con sus dos pequeñas, Tila y Ángela, viven a expensas de que todo su patrimonio, ubicado en la Ranchería Simón Bolívar, quede bajo el agua, pues "las lluvias son muy feas por aquí".
"El agua crece varios metros, mi cuarto se inunda; mi cama, mi ropa, todas nuestras cosas. Mi refrigerador lo utilizo como alacena para guardar algunos alimentos secos porque ya no enfría" contó a Milenio, Del Carmen.
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Durante el año, la familia utiliza de aliados los bloques de tabiques y bolsas negras para prepararse ante la temporada de lluvias y salvar "lo más que se pueda".
"Junto al mueble tengo bolsas negras para que cuando empiece la lluvia meta todo rápido, porque el año pasado se me mojó todo y lo tuve que tirar. Con los tabiques le ponemos altura a la cama, para que no se moje y ahí podamos aislarnos, en lo que se calma el agua", explicó.
Pero en 2019, un rayo de esperanza entró por su puerta de tablas de aglomerado para darle una buena noticia. La fundación Échale, con las asociaciones estadunidenses New Story e Icon, la seleccionaron para darle un hogar en la comunidad de Tucta, Tabasco, a poco más de siete kilómetros de su hogar actual.
"Vinieron tres señores del ayuntamiento, buscando a mi esposo, Mario Córdova, y le dijeron: 'Ustedes salieron beneficiarios en una de las diez primeras casas'. Mario decía: '¿Será que me están engañando?, ¿Me están viendo la cara?', 'No, señor, ustedes salieron beneficiados'", contó.
Para la familia Córdova, será la primera casa de concreto que tienen en sus manos, pues desde la generación de su abuela Domitila, hace 50 años, el hogar donde duermen siempre ha sido de láminas y piso de tierra.
"Abuela, me van a dar una casa, me dijo Mario, -gracias a dios que te dieron tu casita- porque aquí, no hay forma ¿Qué vas hacer con el agua?, luego le vaya a pasar algo a estas criaturas por las inundaciones. La verdad, está mejor allá" celebró Domitila Córdova.
Su nuevo hogar tiene dos habitaciones, sala y un baño. Icela y Mario esperan recibirla este año y dejar de padecer las consecuencias que traen los desbordamientos del Río Grijalva y Samaria en Tabasco.
"Mi esposo y yo estamos muy agradecidos con los gringos que vinieron hasta acá y nos tomaron en cuenta. Vamos a estar bien acobijados, porque ya no vamos a pasar mosquito, ni agua y ni frío", relató.
Desde el 2015, la fundación sin fines de lucro New Story construyó dos mil 700 hogares en beneficio de 15 mil personas en Bolivia, Haití, El Salvador y México, donde pretenden brindar 500 hogares que resistan a fenómenos naturales, en beneficio de personas de escasos recursos.
"Volvieron otra vez y nos dijeron que este año nos entregan la casa. Nunca fui buena en las rifas de mis hijas, no me sacaba nada el día de las madres o juguetes para el día del niño, y como ahorita tendré una casa,¡ a la mecha!, ¡no lo puedo creer!" resaltó Icela.
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Cada año las lluvias se llevan todo
Las afectaciones por el desbordamiento de los Ríos Grijalva y Samaria, provocados anualmente por las lluvias en Tabasco, causan inestabilidad económica por la pérdida de miles de pesos en las familias provenientes de comunidades rurales.
En la Ranchería La Guadalupe, al norte de la capital tabasqueña, la familia Pérez Ángulo perdió la cosecha de decenas de mantas de coco y plátano, algunas cabezas de ganado y la inundación de su vivero de mojarra, que cada cuatro meses produce 100 pescados, en 2020.
"Sin falta, cada año vamos tapando el huequito que provocan las lluvias en nuestra casa. En cada inundación, se van de 30 a 40 mil pesos en pura cosecha. Ya si nos enfermamos, la cifra asciende" platicó a Milenio, Leidy .
En su domicilio con fachada azul, a poco más de 30 kilómetros del Río Samaria, el agua de lluvias toca su puerta cada temporada de otoño. "El agua se estanca de uno hasta tres metros de altura. Arrasa con todo lo que está en su camino", precisó.
Después de días de terminar la temporada de lluvia, comienza la limpieza con cubetas y escobas para retirar, limpiar y desinfectar los rastros de agua pluvial, basura y escombros que dejó el agua en su camino.
"Hay que comprar de todo: cloro, jabón, y creolina para limpiar, porque todo baja y queda apestoso. Es molesto porque nosotros nos enfermamos; pies hinchados y con comezón, te da calentura por días", comentó Josefa Rabanales, quién vive en el pueblo desde hace 50 años en la comunidad.
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Las actividades laborales de "La Guadalupe" son el comercio de cabezas de ganado o ventas de legumbres y frutas, por lo que durante la época de lluvias "no hay ni que comer, ¿de dónde vamos agarrar? Si estamos entre el agua y los animales se mueren".
"Es empezar de nuevo para comer un pollo de rancho; se van las gallinas y los becerros. Quizá muchas personas tengan forma de salir adelante, pero para nosotros es realmente difícil" dijo Rabanales.
Una cuadra más adelante, el destino no cambió, pues en el hogar de Manuela García, las lluvias de octubre del año pasado provocaron la pérdida de artículos de línea blanca y algunos de necesidad básica.
"Aquí se descompuso la lavadora, el comedor, el refri, la cama, molino, todo... Ya Dios dirá si algún día recuperaremos todo lo que perdemos cuando estos desastres tocan Tabasco", comentó.
MILENIO comprobó que en el centro del municipio ya están construidas las primeras 10 casas en 3D, que resisten a fenómenos naturales.
"Ojalá y el gobierno nos ayude más, un rellenito de tierra para alzar las casas de altura; agua potable en la región... Seguimos requiriendo su apoyo para soportar los fenómenos que año con año están sin falta en el estado", pidió García.
EHR