Vida después de la muerte, sello de fe en grupos originarios mexiquenses

En el Estado de México existen cinco grupos originarios: otomíes, matlazincas, tlahuicas, mazahuas y náhuatl.

Representantes de pueblos originarios durante una concentración en Toluca | (Cuartoscuro)
Toluca /

El maestro en antropología social de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), Agustín Martínez Colín, explicó que los cinco grupos originarios mexiquenses, es decir, los otomíes, matlazincas, tlahuicas, mazahuas y náhuatl, coinciden en que hay una prolongación de la vida después de la muerte, pero que cada sector tiene su forma de venerar a esta.

“Hoy es el resultado de la fusión de la cultura europea y la nuestra, mientras que originalmente, se decía, la persona muere, está en el Mictlán (el inframundo en la mitología mexica), ahí va a permanecer por cuatro años, luego se va a su destino final y ahí queda todo”, explicó en entrevista para MILENIO Estado de México.

Sin embargo, añadió que los otomíes, matlazincas, tlahuicas, mazahuas son parte de un mismo tronco prehispánico y los náhuatl provienen de otro, pero a final de cuentas coinciden en su concepción con relación a la muerte.

“Los náhuatl también tienen la idea, el pensamiento, tienen esa creencia de la vida después de la muerte, en el caso particular del Estado de México, también colocan las ofrendas, pero aquí existen unas variantes entre estos grupos étnicos en el tipo de pan, todas llevan pan, pero de diferente forma”.

Agustín Martínez Colín detalló que aunque los primeros cuatro mencionados grupos originarios tienen un tronco común, cada uno tiene su forma de venerar a la muerte, como es el caso de los otomíes, quienes acuden a los panteones el 1 de noviembre a velar a sus difuntos.

“Llevan incluso su leña, su fogata, se llevan su comida, parte de la ofrenda, dicen ellos, para convivir con los difuntos. Los mazahuas no van a velar al panteón, pero si van el día 28 de octubre al panteón con una veladora para recibir las almas de los difuntos pequeños”.

Por lo que los mazahuas, además el 1 de noviembre hacen lo propio en el panteón, para recibir a los seres queridos que están en el más allá, y llevarlos a sus ofrendas, en donde les hacen rosarios.

“Y luego el día 2 regresan con la cera con los adultos y pequeños, y una parte de la ofrenda es enterrada a un costado de la tumba”, agregó el docente de la Facultad de Antropología de la máxima casa de estudios mexiquense.

Martínez Colín refirió que por su parte los matlazincas también tienen la costumbre de acudir a los panteones el 1 de noviembre con velas, pero no se quedan toda la noche como los otomíes, y ese día se hace una misa católica, como parte de la fusión entre las culturas prehispánica y europea.

“Pero aquí pasa algo muy curioso, que tiene que ver con el entorno social: los matlazincas colocan sus ofrendas con una vistosidad bastante atractiva, entonces resulta que coincide el montaje con el paso de la mariposa monarca por la zona, y ellos creen que las mariposas son las almas de los difuntos que vienen a visitarlos”

Expuso que por los días de estas grandes ofrendas las mariposas llegan a colocarse, y esto refuerza el mito de los matlazincas de que estas son las almas de sus seres queridos.

Por último, señaló que los tlahuicas con motivo de la celebración a los muertos, hacen un ritual que lo encabezan sus autoridades civiles y religiosas, esto para pedir permiso a sus ancestros para colocar la respectiva ofrenda.

“Pero este ritual no lo hacen a campo a abierto, se organizan las autoridades y se encierran en un espacio religioso para ellos, y ahí en lengua tlahuica se están comunicando con sus ancestros, y si les autorizan colocar la ofrenda, pues ya salen y le informan al público”.

De los principales elementos prehispánicos que se mantienen en común, explica, son la utilización de la flor de cempasúchil, pero tiene diferentes significados, como ser un camino para los difuntos.

Por otra parte, el docente universitario Agustín Martínez Colín relató que una de las principales causas de muerte de antepasados, de los pueblos originarios, era por las batallas que llegaban a tener entre ellos en la búsqueda de más territorios.

“Siempre buscaban dominios, y en esas confrontaciones siempre había muertes, las evidencias se desprenden de la actividad que han llevado a cabo los arqueólogos y lo que en sus excavaciones han encontrado, a través de restos asociados con ciertos elementos desde la hominización”, finalizó.

RARR 

  • Bernardo Jasso
  • bernado.jasso@milenio.com
  • Lic. en Comunicación y Mestrante en Periodismo Político por la Carlos Septién. Acudo a donde se genera la información.Reportero desde 2016

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.