El hombre que ayudó al gobierno a dar su mayor golpe directo contra el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) era parte de la organización clandestina casi desde sus inicios. Por su tono de piel, la mayoría de sus compañeros de armas le decían Azabache, aunque se llamaba Salvador Morales Garibay. Sin embargo, Daniel era el nombre de batalla que tenía el guerrillero que traicionó al zapatismo.
Daniel era subcomandante, al igual que Marcos y Pedro, quien murió durante los enfrentamientos con el Ejército ocurridos en los primeros días del alzamiento de 1994, en los cuales Daniel no participó debido a que meses antes había sido removido de sus funciones en Chiapas y enviado a otro frente que tenían en Veracruz las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), el grupo clandestino de corte nacional del que emanó el EZLN, antes de que cada organización tomara sus propios caminos.
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Marcos, quien era el máximo líder militar del EZLN, hizo responsable a Daniel del descubrimiento y asalto del Ejército mexicano de un centro clandestino de entrenamiento que tenían los rebeldes en la Selva Lacandona, evento que estuvo a punto de arruinar el sorpresivo ataque de los alzados a diversas cabeceras municipales de Chiapas, aquella madrugada del 1 de enero de 1994 en la que el país se preparaba para la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, pero amaneció mirando hacia su frontera con Centroamérica.
Durante el alzamiento y las negociaciones de los meses posteriores con el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, Daniel fue reubicado a Orizaba, Veracruz, desde donde debía operar diversos aspectos de logística de la organización con el fin de generar en la sierra de Zongolica un levantamiento similar al de Chiapas.
Pero a causa de su desplazamiento de la selva Lacandona a Veracruz y de la secrecía con la que se llevaban a cabo la mayoría de las tareas en la organización, en 1994 Daniel tuvo escaso contacto con Marcos y con su otro jefe, Fernando Yañez, Comandante Germán, el líder político de las FLN, ambos involucrados —el primero de manera abierta, el segundo incógnita— en el proceso de diálogo y búsqueda de la paz que impulsó la sociedad civil tras el alzamiento.
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En ese contexto, entre diciembre de 1994 y enero de 1995, cuando Ernesto Zedillo recién asumía la presidencia, Daniel traicionó a sus antiguos compañeros y se convirtió en colaborador de un gobierno que todavía no era capaz de identificar plenamente a la persona que detrás de un pasamontañas había generado un importante cambio en la vida política y social del país.
A través de familiares que tenía en Las Vegas, Nevada, Daniel estableció contacto con autoridades norteamericanas para luego dar información al área de inteligencia del Ejército mexicano y después rendir de manera formal su declaración ante la Procuraduría General de la República (PGR).
En ese momento, cuando México sufría la mayor crisis económica de su historia, el gobierno de Estados Unidos otorgó un préstamo de 20 mil millones de dólares para que el presidente Zedillo sorteara la emergencia. Bajo ese marco de colaboración, funcionarios del gobierno estadunidense tenían interés especial y presionaron para que las autoridades mexicanas llevaran a cabo acciones judiciales contra Raúl Salinas de Gortari, hermano del ex presidente Carlos; contra Juan García Ábrego, capo del cártel Golfo, y contra el Subcomandante Marcos, me aseguró un importante colaborador de la procuraduría en esos años y me confirmó por separado otro ex funcionario de Presidencia.
Rafael, Cachumbambé...
En el expediente desclasificado de la causa penal 18/1995 contra el Subcomandante Marcos (ahora Galeano) se da cuenta del testimonio de Daniel apenas unos días antes del 9 de febrero de 1995, cuando en medio del punto más álgido de la crisis económica, el presidente Zedillo anunció en cadena nacional que detrás del pasamontañas del Subcomandante Marcos estaba Rafael Sebastián Guillén Vicente, un profesor de filosofía nacido en Tampico, Tamaulipas, que antes de irse a la guerrilla en Chiapas había dado clases en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Xochimilco.
Fue en el entorno de la UAM donde Daniel dice que conoció a Marcos. Daniel era técnico docente de la UAM desde 1978 y fue una maestra de Historia del Arte quien lo acercó a las FLN por primera vez, tras pedirle ayuda para imprimir 300 ejemplares de una revista de nombre Conciencia Proletaria, en la cual se publicaban diversos artículos contra los regímenes autoritarios de la época.
Durante los siguientes dos años, Daniel siguió ayudando con impresiones a la maestra y comentando artículos con ella, hasta que empezó a reunirse en diferentes Vips y Toks de Ciudad de México con el esposo de ésta. Según Daniel, fue este militante quien lo invitó en 1980 a tomar un curso de primeros auxilios en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Ahí se supone que Daniel conoció la intención de crear la guerrilla.
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También supo que Rafael Sebastián Guillén tenía en ese entonces el nombre clandestino de Zacarías, para luego ser cambiado por el de Marcos y que además en la UAM era apodado por maestros y alumnos como El Cachumbambé.
Entre diócesis y sandinistas
El 17 de noviembre de 1983, bajo la dirección del Comandante Germán, se crea de manera formal el EZLN en Chiapas. Además del apoyo que iban consiguiendo en las comunidades, “después —se lee en el expediente— poco a poco fueron llegando más miembros de las Fuerzas de Liberación Nacional, algunos campesinos que desde 1980 fueron llevados a distintas ciudades del país, donde se prepararon como enfermeras, radiotécnicos y distintas técnicas sobre otras ramas de la ciencia o producción como Yolanda, Josué, Iván, Pedro, además de gentes que no son campesinos, sino de la ciudad, como Marcos y Pedro, a la postre subcomandantes”.
Daniel afirma que se enteró en 1985 de las reuniones que tenía el EZLN con el obispo Samuel Ruiz García pero no para conspirar juntos, sino para resolver conflictos en diversas comunidades y pueblos donde los catequistas de la diócesis y los miembros de la guerrilla disputaban el liderazgo en cuanto a la forma en la que sus habitantes debían involucrarse en la lucha contra los gobiernos autoritarios del momento.
La diócesis contaba con una amplia estructura humana, mientras que el EZLN tenía ese año apenas 150 integrantes, según la versión contenida en el expediente. Aunque para 1992 se dice que ya eran 12 mil los miembros, divididos en reclutas, insurgentes, subtenientes, tenientes, capitanes segundos, capitanes primeros, mayores, tenientes coroneles, subcomandantes y comandantes. Fuera de Chiapas, las FLN tenían como primer responsable a Germán, luego a Rodrigo y a Elisa como jefa del Estado Mayor, quienes radicaban en Ciudad de México.
Antes de la delación de Daniel, los órganos de inteligencia creían que Albert Híjar Serrano, teórico del arte y discípulo de David Alfaro Siqueiros, era el Subcomandante Marcos. Según Daniel, Híjar sí fue parte de las FLN pero hasta 1981 y fungió como vínculo para que Marcos y Elisa recibieran capacitación por parte de guerrilleros sandinistas.
“A raíz de problemas con los altos mandos estos le dieron dinero [a Alberto Híjar] para sus pasajes y gastos para que se fuera a Nicaragua y así evitar de que en un momento dado pudiera traicionar al movimiento por la gran cantidad de información que tenía del mismo, enterándose después que El Profe [Híjar], en el país de Nicaragua, hizo amistad con el comandante sandinista Lenin Serna, quien a la vez lo adiestró en la guerra de guerrillas y operaciones de insurgencia, proporcionándole también información de cómo ciudadanos mexicanos podrían participar en las milicias sandinistas para adquirir experiencia. Asistieron Elisa y Marcos, quien para ese entonces tenía como pareja a Rocío, alias Mercedes, quien también asistió a los cursos de adiestramiento en Nicaragua”.
La insurrección
En el expediente oficial se reseña también que Marcos logró asumir el mando total del EZLN tras ganarle a Germán una votación en las comunidades de la Selva Lacandona para realizar el alzamiento.
Con el fin de evitar filtraciones, la fecha de inicio de la insurrección no fue informada a la enorme mayoría de los miembros de la organización, solo se estableció que fuera en algún momento de 1993. Durante todo ese año, en las comunidades se especulaba que el día elegido sería una de las fechas emblemáticas de la organización, como el 10 de abril, aniversario de la muerte de Zapata; el 12 de octubre, día del “Descubrimiento de América”, o el 17 de noviembre, aniversario de la creación del EZLN; pero fue finalmente el último día del año, el 31 de diciembre, cuando las tropas recibieron la orden de poner en práctica lo que habían planeado y trabajado por varios años.
Las armas que se usaron para el alzamiento fueron adquiridas en su gran mayoría en Estados Unidos y transportadas en vehículos propiedad de las FLN a nombre de Germán, quien se encargaba de comprarlas y transportarlas a diferentes lugares del país, teniendo una fábrica de zapatos de Orizaba, Veracruz, como bodega principal de los rifles calibre 22, carabinas SKS y fusiles M-1 que fueron usados por los insurrectos.
Pero la parte central del testimonio de Daniel gira en torno a Marcos y a su identidad (negada hasta el día de hoy por el actual vocero zapatista), para lo cual se añadió al expediente una fotografía que el gobierno de Zedillo hizo famosa en su momento.
“La foto —se explica en el documento oficial— es de 1980, época en la que eran compañeros de trabajo [Daniel y Marcos] y a la vez daba clases en la UAM Xochimilco, mencionando que a la fecha sus rasgos físicos no han cambiado gran cosa pues sigue usando bigote y barba, nada más que con diferente vestimenta que la que aparece en la foto”.
Aunque en aquel febrero de 1995 no se logró detener a Marcos —principal objetivo de la operación oficial— el testimonio de Daniel ayudó a iniciar procesos judiciales que se pusieron en marcha a la par de acciones militares en la Selva Lacandona contra los zapatistas en Chiapas: decenas de órdenes de aprehensión y detenciones de miembros de las FLN y el EZLN ocurrieron en Veracruz, Jalisco, Puebla, Tabasco, Guerrero, Nuevo León, Estado de México y Ciudad de México, entre ellos Javier Elorriaga, Gloria Benavides y Fernando Yañez, compañeros que antes de ser traicionados, habían recorrido un largo camino clandestino junto a Azabache, cuyo paradero y destino es desconocido al día de hoy.
Continuará…