Si el mexicano promedio de esta época comiera igual que hace un siglo, en los tiempos de la revolución y el porfiriato, no se estaría discutiendo hoy de soberanía o autosuficiencia alimentaria, señala sin ironía el ex secretario de agricultura y ganadería de dos administraciones presidenciales, el colotlense Francisco Mayorga Castañeda.
“Yo creo que son etapas de la vida de una sociedad; cuando las comunidades estaban aisladas, pensemos en el México de Díaz, a principios del siglo XX, esas comunidades tenían que autoabastecerse, porque las comunicaciones eran muy complicadas; en la medida en que se facilitan las comunicaciones se genera intercambio, de forma natural, así que ese concepto se va minimizando […] yo digo que si México se siguiera alimentando, hoy en 2018, como en 1918, seríamos autosuficientes por mucho, porque tenemos suficiente maíz blanco para las tortillas, tenemos suficiente frijol, tenemos chile, tenemos carne para comer algún día de la semana […] se alimentaban de nopalitos y verdolagas, con un caldito cinco o seis días a la semana, y carne de res o de puerco, o pollo, en una sola ocasión”, sostiene el empresario, en entrevista con MILENIO JALISCO.
La realidad cambió, pero no solamente respecto a la dieta. La producción se tecnificó e incorporó nuevos paquetes tecnológicos; la globalización dio grandes oportunidades de nuevos mercados a productores mexicanos, pero hizo dependiente al país de alimentos producidos en otras latitudes; los mercados se hicieron complejos al establecerse precios en las bolsas, lo que obligó a mejorar financiamientos; al aumentarse la producción en monocultivos, se expuso la agricultura fuertemente a los problemas climáticos, lo que obligó al aseguramiento ante riesgo de desastres.
El gobierno creció su incidencia en el sector: dejó de regular el mercado con precios de garantías, imposible en el contexto de competencia internacional, pero ha generado instancias que asesoran a los productores y que favorecen la integración de cadenas de valor y mejores condiciones de negociación, sin dejar de transferir subsidios. La crisis ambiental ha subrayado el valor de los servicios ambientales: la agricultura y la ganadería están insertas en el territorio, y obligan a integrarlos a otras actividades económicas. El tema es entonces el desarrollo rural: el bosque, la selva, el pastizal, el campo agrícola, el potrero, con el eje transversal del medio ambiente, es decir, de la realidad concreta, física, temporal.
Cómo garantizar el agua, la fertilidad del suelo, el control natural de plagas y la calidad climática que demandan las actividades agropecuarias, sin perder la conexión de otros temas importantes como la calidad de la mano de obra (especialización), la investigación e innovación, el acceso a mercados locales y globales. Eso es nada menos el reto de la nueva administración.
Por eso, Mayorga Castañeda encuentra esencial que se aclaren los términos de la oferta política que el nuevo presidente ha hecho en temas como soberanía alimentaria, descentralización de la Sagarpa, recuperación del mercado interno. ¿Qué es de todo esto, en verdad, lógico y posible?
Somos lo que comemos
La mesa del mexicano de esta época es el mayor reto de cualquier “autosuficiencia”, destaca Mayorga. “Ahora nadie come ya nada más una vez a la semana o a la quincena carne; y además, está el tema de los alimentos que no se pueden producir en México; tampoco hay suficiente trigo, la gente redujo el consumo de tortilla y aumentó el consumo de harinas de trigo; antes el arroz era a diario, en cualquier casa había, y ahora se consume muy poco […] al ir cambiando las dietas, al ir cambiando el poder adquisitivo, al sumarse al trabajo la mujer, y la familia consumir con frecuencia fuera de casa, todos estos conceptos sufren una transformación enorme…”.
De este modo, hay cosas que se pueden lograr, y cosas que no. “Por ejemplo, podríamos tener leche fluida para todos, pero a lo mejor no tendríamos suficiente mantequilla para la repostería, tendríamos que importar mantequilla aunque todo mundo tuviera leche; antes se decía que la leche era buena para todo mundo, ahora que solo para los niños y ancianos, entonces van cambiando hasta los conceptos mentales; si ves un refrigerador de Oxxo, la parte de bebidas quizás sea ya más importante que la de alimentos, a través de las bebidas quieren darte un licuado con todos los nutrientes, quieren darte un energetizante, quieren hidratarte, y ese tipo de alimentos traen insumos importados”.
Es decir, “si yo quiero una bebida de manzana, no hay suficientes manzanas en México; las manzanas requieren zonas de frío, entonces las traemos de Chile, las uvas las traemos de Chile, los duraznos de Chile y de California; pistaches, almendras, cosas que están ya en la alimentación diaria, que recomiendan los nutriólogos, el vino, el aceite de oliva, todos los aceites vegetales los traemos de fuera; entonces cómo sustituimos todo eso a la vez, yo digo que tenemos en el cuerpo un 50 por ciento de lo que se importa, ¿podemos ser autosuficientes en puercos?, ¿qué hacemos, cerramos la frontera, aumentamos la producción?, ¿pero qué le vamos de dar de comer a esos puercos?, si en este momento importamos más de 15 millones de toneladas de maíz, vamos a necesitar más de 18 millones de toneladas para poderlos alimentar también”.
- La dieta del ganado cambió, hace un siglo sólo comían pastos…
- Así es, si hasta a las mascotas ya las hicimos vegetarianas; perros y gatos, que antes eran carnívoros, ahora consumen granos, pastas gelatinosas, y si usted quiere, extractos de ave, de pescado, que de hecho son importadas, son productos muy elaborados; por eso digo que con una alimentación muy sencilla, sí podríamos ser autosuficientes desde hace buen rato, pero si se complica el cuadro de consumo, si la gente tiene más poder adquisitivo, si está comiendo fuera de casa, empiezan a cambiar muchas cosas.
Mayorga Castañeda, que encabezó la cartera en dos momentos durante las administraciones de Vicente Fox Quesada y de Felipe Calderón Hinojosa, tampoco encuentra muy pertinente apostar por un paquete básico de productos. “Se puede, pero tiene un costo: por ejemplo, las reservas, llevar inventarios de granos, de cárnicos, tiene un costo tremendo, porque hay mermas, hay cambios de hábitos; puedes almacenar 100 mil toneladas de frijol pinto, pero la gente quiere frijol negro, así que por más que lo tengas almacenado no va a satisfacer la necesidad; en el norte del país al gente consume tortillas de harina, y van a decir, queremos nuestra reserva de trigo; y con el trigo tenemos ya ahora un problema serio de trigo panificable y de trigo cristalino, porque el producto no cambia de cristalino a panificable, pero es más sencillo de producir el trigo cristalino”.
- Sin olvidar que el trigo requiere de más agua, y es un bien que tiende a escasear en las zonas productoras.
- Así es, hay un montón de factores, del lado de la demanda, del lado del clima; le citaré el ejemplo de Brasil, que es una potencia agroalimentaria: pero su clima no le permite producir trigo, y habría que preguntar, ¿está mal que Brasil importe trigo?, o el caso de China, que es el país de origen de la soya, es autosuficiente en maíz, pero importa 90 por ciento de la soya, porque si quiere ser autosuficiente en maíz y en soya, no le dan sus recursos […]China es el mejor ejemplo de un país tradicional que cambió con la prosperidad económica: come hoy más carne, más leche y lácteos. Igual que el resto de Asia oriental, cuya dieta básica del pasado era arroz y pescado.
- Entonces, ¿se trata de desideologizar esta cuestión?
- Así es, e incluso con el peor de los escenarios en el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, que fracasara, tenemos otro tratados y otras relaciones que nos permitirían estar tranquilos, hay nuevas fuentes de abastecimiento, toda la zona del este de Europa, la cuenca del Danubio, está creciendo de manera bárbara; ahí tienen grandes extensiones, un clima excelente, y vías de comunicación rápidas, están regresando tras el fracaso del socialismo como grandes exportadores del mercado de granos, girasol, maíz , trigo, en diferentes variedades. Así que lejos de que se reduzcan nuestras fuentes de abastecimiento en caso del fracaso del TLC, tenemos muchas opciones.
Globalización, la renuncia imposible
La crisis venezolana viene de mucho antes de Hugo Chávez: se pensó que el auge petrolero sería permanente, y no se supieron diversificar económicamente. México aprovechó mejor la crisis de los precios y tiene una economía más robusta y considerablemente más variada.
“Yo estuve en Colombia en 1979, y fui a ver un esquema que se llamaba fondos ganaderos, y ya desde entonces la región de Los Llanos, en frontera con Venezuela, era mercado de todo el ganado colombiano; los venezolanos se habían desentendido del campo, desde entonces.
- ¿Se puede salir de la globalización y del mercado internacional?
- Si cayó la cortina de hierro, el experimento socialista, fue por hambre. Yo recuerdo que en 1979 estuvo aquí un grupo de empresas francesas, trabajando con nosotros, con mi familia, buscando oportunidades en el sector agropecuario, y ya para armar un proyecto en Jalisco les hablan de Francia, ‘vente porque hay crisis en Polonia, no tiene alimentos’, así que el gobierno francés se ofreció a apoyar a Solidaridad, con leche Walesa, porque estaban a punto de reventar, ¿qué dice esto? La gran ineficacia de las fronteras cerradas. Recuerdo cuando estaba estudiando en el Itam [Instituto Tecnológico Autónomo de México], decenas de barcos de Estados Unidos para Rusia, porque estaban con una mala cosecha, y siendo archienemigos, estaba la Guerra Fría, había que apoyar por humanidad: los rusos no tenían para comer.
Descentralización compleja
El ex secretario de agricultura advierte: “toda la Sagarpa está descentralizada, es la secretaría que tiene más presencia fuera de la Ciudad de México […] todos sus organismos tienen mucho foco afuera; Aserca que se ocupa de comercialización Senasica es sobre inocuidad y sanidad; Siap, sobre información alimentaria; Inapesca atiende la pesca, Inifap sobre investigaciones forestales, agrícolas y ganaderas; toda esta estructura está diseminada, y tenemos los distritos de desarrollo rural y lo Caders [Centro de Apoyo al Desarrollo Rural], como unidad territorial mínima…”.
Mayorga Castañeda ve riesgos en dos sentidos: el primero, que se rompa el proceso gradual de coordinación de la Sagarpa con otras secretarías para atender los temas de desarrollo desde lo económico, lo ambiental y lo cultural; el segundo, que las dependencias pierdan capacidad de negociar recursos, pues la capital, como sede presidencial y del Congreso, es dónde se seguirá discutiendo el gasto. Esto sin entrar en la posible pérdida de talento que podría generarse con una baja masiva de salarios.
“La hasta hoy vigente Ley de Desarrollo Rural Sustentable impone un enfoque multifactorial, convergen trece secretarías y empresas estatales pero coordinadas por la Sagarpa […] todo el ecosistema, todo el territorio, toda la cultura de una comunidad, juegan en favor de los recursos naturales, de la agricultura, de la ganadería, del bosque, el cuidado del suelo, del agua, las costumbres, la alimentación, es muy complejo el mundo rural para ponerlo en un compartimiento, en los países avanzados la tendencia es lo contrario a segmentar”.
SRN