Mujeres en política “ahí vamos”; falta en academia y sector empresarial: diputada Julieta Ramírez

Mujeres toman la política

En sus 27 años, ha ocupado diversos cargos como secretaria particular de Marina del Pilar Ávila, cuando fue presidenta municipal de Mexicali, entre otros.

Julieta Ramírez: mujeres en política “ahí vamos”. | Foto: Jesús Quintanar / Diseño: Mauricio Ledesma
Ciudad de México /

La diputada federal Julieta Ramírez comenzó a tomar la política desde la adolescencia al colaborar en diferentes proyectos en Naciones Unidas, en la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

En sus 27 años, ha ocupado diversos cargos como secretaria particular de Marina del Pilar Ávila, cuando fue presidenta municipal de Mexicali, Baja California; asesora en la Cámara de Diputados, así como coordinadora de las juventudes de Morena, entre otros.

“Julieta Ramírez es una mujer joven, podría decir una mujer soñadora, que ha hecho aquellas cosas que todos no pensaban que se pudieran hacer y no, porque vivíamos en un sistema que no nos permitía formar parte de nuestros sueños y nuestras ganas de aportar de alguna manera”, expresó en entrevista para MILENIO.


En el primer periodo de sesiones, ha sido iniciante de seis iniciativas, entre ellas una reforma a la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Medio Ambiente con el fin de que los albergues, refugios y asilos para animales cuenten con personal capacitado y condiciones adecuadas para garantizar el trato digno y respetuoso a los animales.

La legisladora federal originaria de Baja California dice que desde que tiene uso de razón supo que quería dedicarse al servicio público.

“Primer inicié colaborando desde la sociedad civil, nunca me sentí identificada con ningún movimiento o partido político antes, y participaba en grupos de jóvenes organizados, mujeres, grupos de voluntarios (…) y en la medida de mi crecimiento profesional me fui especializando en organismos internacionales”, expuso.

Ver la bandera de EU, la gota que derramó el vaso

Julieta Ramírez trabajó como prestadora de servicio social en la Comisión de Derechos Humanos de Baja California, lo cual le abrió la puerta en una convocatoria para promover intercambio cultural en Naciones Unidas México.

Tras ello, aplicó en otra convocatoria para trabajar en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con sede en Costa Rica, pero al ser San José una de las ciudades más caras fue un reto para ella y su familia el tener recursos para trasladarse.

“Fue un reto, por fortuna vivo en frontera y me empecé a ir los fines de semana a las 05:00 horas con mi papá ‘al otro lado’, íbamos a los tianguis y traíamos aparatos de ejercicio, llegamos a encontrar muy buenas gangas.


"Una vez encontramos una caminadora nueva en 30 dólares y la vendimos como pan caliente en cuatro mil pesos”, recordó.

Su participación en organismos internacionales hizo que se decepcionara de éstos por la manera en que trabajan y al alejarse de quienes son vulnerables de no gozar sus derechos.

“En la medida en que más me iba adentrando en el sistema de derechos humanos, también más me iba decepcionando de lo que significa participar en derechos humanos y ser parte de un sistema interamericano de derechos humanos en el que de alguna u otra forma hay visiones impuestas y quienes las imponen ni siquiera se sujetan a la misma visión que le están imponiendo a los demás países”. 

Julieta Ramírez asegura que al avanzar en la profesionalización en organismos internacionales se daba cuenta que ésta era elitista, pues “los abogados de la Corte (Interamericana de los Derechos Humanos), todos estudiaron en París, Oxford, Harvard y nadie puede trabajar en esa Corte si no estudiaste en el extranjero y no es que sea un problema si no que se vuelve una dinámica en la que cada vez estás mas lejos de las causas que realmente te pueden conmover.

“Yo decía ‘se supone que estoy creciendo profesionalmente, por un lado, pero entre más parece que crezco más lejos estoy de los niños, de un adulto mayor o una mujer con algún tipo de problema’ cuando antes agarraba mi vehículo y si a una persona le hacía falta un documento de identidad, pues la llevaba al Registro Civil”.


Foto: Araceli López 

La gota que derramó el vaso para que la integrante de las comisiones de Asuntos Frontera Norte, Derechos Humanos, así como Gobernación y Población en el Palacio de San Lázaro decidiera regresar a México fue ver la bandera de Estados Unidos en la CIDH.

“La gota que derramó el vaso fue ver que la bandera de Estados Unidos estaba en la Corte, en Costa Rica; saber que la comisión de derechos humanos está en Washington, esa comisión decide qué casos se van o se remiten a la jurisdicción de la corte, qué casos se resuelven ahí, pero finalmente Estados Unidos no tiene jurisdicción, no está sometido a la jurisdicción de la Corte.
“Lo recuerdo perfectamente ver la bandera y comprender un poco las controversias e incongruencias que vivimos en México, en general en el sistema interamericano de derechos humanos”.

Julieta Ramírez indica que radicar en frontera y ser vecina de Estados Unidos significa acentuar la desigualdad en la que se vive, la primera, por la permanente comparación con el país del norte, “incluso por el propio malinchismo que tenemos los mexicanos”.

“Entran dinámicas propias y serias de la frontera donde de manera permanente hay una familiaridad con los fenómenos migratorios, que son serios; con la trata de personas y el narcotráfico, y esos inconvenientes son tema de todos los días en donde vivimos en frontera, pero también vivimos lejos del centro del país y eso nos hace tirarnos la bolita en quien se va a hacer cargo de estas problemáticas”.

Obradorismo, herencia familiar

La familia de la legisladora ha sido obradorista por muchos años, ello influyó en que Julieta Ramírez también militara con las causas del presidente Andrés Manuel López Obrador y Morena.

“De tradición, mi familia es obradorista, toda mi familia participaba en los movimientos con el hoy presidente. Desde pequeñita vi a mi familia yendo al plantón de Reforma, a las marchas contra el desafuero”. 

Desde los 18 años, Julieta Ramírez estaba convencida en participar en política, “pero era una mujer joven, sin familia de negocios, sin familia de renombre político, pues evidentemente no contaba con las características con las que (tenía) que contar alguien que quiere ejercer política, ¿cuáles son? Por lo general hombres, más de 50 años, con familias políticas y con capacidad económica".

Ramírez indicó que Morena supo darle mayor importancia a quienes no habían sido tomados en cuenta como agentes de cambio: jóvenes, mujeres y pueblos originarios.

Mujeres en política, “ahí vamos”, pero falta en sector empresarial

Julieta Ramírez se asume feminista y considera que las mujeres ya lograron estar en los espacios de toma de decisiones, aunque falta hacerlo en la iniciativa privada y academia, sectores que parecen “ser espacios incuestionables”.

“Ser mujer en cualquier año es un reto, ser mujer joven es un reto, participar en política ha sido un desafío y sin embargo las mujeres, yo creo, ya llegamos a los espacios de decisión, ya hay cuotas, ya hay gabinetes paritarios.


“Por una parte, hay muchas áreas que no se han visibilizado, es decir, en política ahí vamos, pero ¿y en el medio empresarial? ¿a poco hay paridad en el medio empresarial? ¿en la academia? Hay cero igualdad en términos de los espacios de decisión y de alguna u otra forma parecen ser espacios incuestionables, donde nadie se puede meter y nadie puede opinar”.

Ramírez considera que ahora a las mujeres les corresponde abordar los temas “dormidos” por ser intereses distintos a los públicos, que los presupuestos a nivel nacional estén orientados en una perspectiva de género.

“¿Qué nos toca también? Defender la igualdad sustantiva en los espacios donde ya estamos, es decir, no nada más nos repartan mitad y mitad, sino que esa mitad signifique la misma importancia y capacidad de decisión (…) y sí nos toca muy seriamente ver por las que vienen detrás de nosotras, es decir, las adolescentes y las niñas que siguen viviendo en entornos violentos, y que definitivamente debemos estar pendientes no nada más de el que siento yo de estar aquí sino de cómo les facilitamos a las que vienen el tener esto”.


La legisladora federal reconoce que ella está cosechando los frutos sembrados por mujeres hace 100 años o 50 años.

Julieta Ramírez explica que en varios espacios ella era la única mujer, por lo que la invitaban a participar y le lastima ver al patriarcado entre las mujeres.

“En la universidad, que les obligaban a los hombres que van a debatir a poner una mujer en su equipo, ¿quién? Volteaban, pues Julieta y me invitaban. No puedo decir que en mi trayectoria me tocó enfrentarme con las ancadillas (sic) del patriarcado, pero sí me ha correspondido identificar que siempre resultó extraño que una mujer hiciera algo”.


“A mí lo que más me lastima es ver al patriarcado entre las mujeres cuando nos llegamos a vulnerar a nosotros mismas y no nos damos cuenta que estamos bajo esta corriente que busca que nos enfrentemos, sin embargo, he contado con muy buenas guías y mujeres que desde muy pequeña se involucraron en todos los procesos feministas con las que tuve la oportunidad de coincidir y que me abrieron el camino a vivir una vida de manera distinta”.

Con información de Fernando Damián

  • José Luis Medina
  • jose.medina@milenio.com
  • Editor web de política. Egresado de la carrera de Comunicación y Periodismo en FES Aragón y estudiante de Derecho y Criminología en el IRC.

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