En el ciclo escolar 2023- 2024, la Secretaría de Educación Pública (SEP) aplicará en apenas el 17 por ciento de los planteles de bachillerato del país, el nuevo Marco Curricular Común de la Educación Media Superior (MCCEMS), sin pruebas piloto ni diagnóstico.
Pese a que en agosto de 2022, el entonces subsecretario de educación media superior de la SEP, Juan Pablo Arroyo Ortiz, anunció que la implementación del nuevo marco curricular se llevaría a cabo en la totalidad de los 20 mil 886 planteles de bachillerato públicos y privados del país; a tres semanas de que inicie el ciclo escolar, investigadores prevén que sólo se pueda aplicar en alrededor de 3 mil 500 planteles de sostenimiento federal, ya que el resto de instituciones educativas públicas autónomas y privadas han rechazado su inmediata aplicación por las limitaciones propias del contenido y problemas en la logística docente y presupuestal, así como de capacitación.
Marco A. Fernández, de la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad del Tec de Monterrey, consideró un desacierto que tras la crisis educativa derivada de la pandemia se busque uniformar una oferta educativa compleja como lo es la educación media superior e introducir nuevas estructurales curriculares y planes de estudio, en lugar de elaborar un diagnóstico sobre la pérdida de aprendizajes y la caída de la matrícula.
“Hemos señalado a la nueva subsecretaria la necedad de que ante un sistema heredado que estaba muy mal se pretenda implementar un nuevo marco curricular con calzador, sin los instrumentos adecuados, sin la capacitación, sin la parte logística. Tenía que existir tiempo para que las comunidades asimilaran el proyecto, lo estudiaran y lo implementaran”, advirtió.
Desde sexenios anteriores, las autoridades educativas han buscado crear un marco curricular común ante la diversidad de este nivel constituido por 33 subsistemas, en el que existen tres modelos: bachillerato general, tecnológico y profesional técnico. Cada uno con las formas de sostenimiento: federal, estatal, autónomo y particular; y por tanto, con diferentes tipos de control administrativo y presupuestal: centralizado, descentralizado, desconcentrado, autónomo y privado.
“El argumento para introducir el nuevo plan curricular es que los estudiantes pudieran transitar de un subsistema a otro sin perder grados escolares, facilitar el proceso de revalidación porque todos traerán el mismo plan de estudios, pero aquí el problema no es ese, sino que los estudiantes no están pasando de la secundaria al bachillerato”, explicó Daniel Hernández, investigador de la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad del Tec de Monterrey.
El profesor advirtió que si la autoridad educativa estuviera preocupada por la educación media superior, aplicaría una estrategia para recuperar los casi 177 mil jóvenes menos en la matrícula en este nivel educativo respecto al inicio del actual sexenio. Mientras que en el ciclo escolar 2018-2019 había poco más de 5 millones 177 mil jóvenes de 15 a 17 años en las aulas, en el ciclo 2022-2023, se contabilizaron 5 millones; todo esto pese a las becas Benito Juárez
de educación media superior.
“Los chavos de secundaria no están entrando a preparatoria. Tenemos más de un año fuera de la pandemia y se contabilizan 177 mil niños menos que en 2019; la matrícula de este año es equivalente a la matrícula de 2016, de ese tamaño es el problema. ¿Dónde están los jóvenes?”, cuestionó.
Los dóndes y los cómos de la educación media superior
Hasta ahora, los 570 bachilleratos autónomos de Universidades como la de Guadalajara, Universidad Autónoma de Nuevo León, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Autónoma de Querétaro, y la Autónoma de Nayarit; así como los más de 2 mil planteles que dependen de los estados, y los privados han informado que no aplicarán el MCCEMS.
Actualmente, el marco curricular establece las asignaturas conforme a los grados, en primero, química; en segundo, biología; y en tercero, física.
No obstante, el MCCEMS propone que las Humanidades y Ciencias Sociales se impartirán durante tres semestres; el pensamiento matemático se impartirá en los tres primeros semestres y en los siguientes tres, se enfatizará en la aplicación de las matemáticas en los “Temas selectos de la matemática”; cambiará el enfoque de Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) por Cultura digital y se impartirá en dos semestres.
Además, se incorporarán Conciencia histórica y Formación socioemocional, y asignaturas propedéuticas en el sexto semestre.
En la búsqueda de la transversalidad y la parte histórica, criticó Marco A. Fernández, los estudiantes no recibirán inglés, como asignatura básica, para que los estudiantes puedan integrarse de manera exitosa al mundo laboral.
“México es un país que para aprovechar el nearshoring, matemáticas y ciencias deberían ser nuestro foco, y, sin embargo, la propuesta es un principio filosófico que tiene que ver con transversalizar el conocimiento de las áreas científicas, lo que puede provocar es que tengas una baja en el aprovechamiento de aprendizajes”, sostuvo.
Además, explicaron los especialistas, la implementación del Marco curricular se enfrenta a una insuficiencia presupuestal, ya que para ponerlo en marcha equivaldría al 7 u 8 por ciento horas nómina, lo que representa aproximadamente 2 mil pesos por estudiante. En promedio, el Estado asigna 38 mil pesos por alumno de bachillerato al año; si se calcula que la fracción correspondiente al pago de docentes es de alrededor de 80 por ciento, entonces el 7 por ciento sería unos 2 mil pesos por alumno.
“Hay secretarios de educación de los estados que han compartido la preocupación de planteles que tienen doble turno, a la hora que aumentas el número de horas de enseñanza, cómo vas a hacer compatible el doble turno, porque entonces tienes que aumentar el número de horas del turno matutino para la operación del marco curricular propuesto, se te empalma con el turno vespertino y están viendo qué van a hacer porque es un problema”, advirtió Daniel Hernández.
JR